Emprendimiento: una vacuna contra la pandemia
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Emprendimiento: una vacuna contra la pandemia

13 enero 2022 Sé relevante

La emergencia sanitaria y el confinamiento causaron pérdidas de empleo en el país. Sin embargo, muchas personas emprendieron en medio de la dificultad. Conoce algunas historias.

El covid-19 cambió el rumbo de muchos y la crisis, causada principalmente por las cuarentenas y el cierre de fronteras, sigue golpeando las economías del mundo y frenando y terminando negocios o contratos laborales.

Colombia no escapa de esta realidad. Según el reporte del mercado laboral del Banco de la República, a junio de 2020, el desempleo en el país fue el único que superó el 15 % en la región (con respecto a Argentina, Brasil, Chile, México y Perú), al ubicarse en 19,8 %.

No obstante, de acuerdo con José Manuel Restrepo, quien hasta 2021 se desempeñó como ministro de Comercio, Industria y Turismo de Colombia, la pandemia obligó a pensar en otras estrategias y ha ayudado a fortalecer el financiamiento, lo que llevará a mejorar la labor de emprender. Este es el caso de quienes perdieron sus empleos o negocios de un día para otro y, para mantenerse a flote, tuvieron que reinventarse.

Emprendimiento contra la pandemia

Ejemplo de lo anterior son los creadores de Little Hands, Taís Pijamas, Celia Sanguchería y Huertos, iniciativas que tienen en común el trabajo en familia y lograr que las personas vivan experiencias en sus hogares para distraerse. Conócelas.

Arte para ‘pequeñas manos’ creativas

Apenas había pasado un mes del inicio de la cuarentena, en abril de 2020, y Diana María Osorio ya había agotado las ideas que la ayudaban a entretener a su familia en Cali, especialmente a sus dos hijas, quienes en ese momento tenían cuatro y siete años. “Ya habíamos pasado por lo chévere: campamento en la sala, maratones de películas, noches de hamburguesa y días de disfraces. Mientras buscaba opciones, vi que en las redes ofrecían kits para varias cosas y, justo por esos días, mi hija mayor me dijo que quería pintar”, recuerda Osorio.

Diana motivó a una prima a ofrecer kits de cerámicas para que las personas los enviaran a sus sobrinos, primos y ahijados con mensajes de ánimo y cariño. Al otro día, su familiar ya había ubicado a los proveedores y preparado el diseño para su cuenta en Instagram, que finalmente llamaron Little Hands (Pequeñas Manos en inglés).

Sus primeros clientes fueron amigos y familiares. El primer día vendieron 18 kits, el segundo 25 y los encargos con mensajes no paraban de llegar. Pedían hasta para fiestas infantiles virtuales: los niños se conectaban y cada invitado recibía un kit con figuras y palabras de esperanza que le recordaba que todo estaría bien.

Little Hands busca llegar a los hogares no como un producto, sino una experiencia, “un encuentro familiar y un espacio de conexión para esas ‘pequeñas manos’ que hacen magia. Por eso avanzamos en nuevas ideas que dentro de poco daremos a conocer y, como la vida es más rica con dulce, nuestra sweet box (un kit con golosinas) seguirá llegando cargada de mensajes que le cambien la cara a la pandemia”, asegura Diana.

“El 2020 nos cogió en pijama”

Eliana Jiménez es diseñadora de modas. Comenzó en Pereira su emprendimiento de vestidos de baño (Taís Swimwear) y el confinamiento le mostró que pocas personas estaban pensando en ir a la playa o a una piscina. En abril de 2020, cuando su negocio no dio más, motivó a la familia a confeccionar tapabocas: Eliana, sus dos hermanas y su mamá se apoderaron de las máquinas de coser, mientras su hermano y su papá empacaban y despachaban los pedidos tanto en su ciudad como en el resto del país.

“Lo difícil fue cuando empezaron a llegar tapabocas importados y entraron con precios a los que no se les puede competir. Los nuestros eran de excelente calidad, pero no fue fácil”, cuenta Eliana, quien recuerda que les tocó vender las telas hasta en la tercera parte de lo que las compraron. En agosto, la situación la tenía preocupada. Cuando su esposo la animaba a pensar en nuevas ideas, ella le decía: “Las personas ahora piensan en qué usar en casa y las entiendo porque este 2020 nos cogió en pijama”. Decía esto como un chiste, hasta que entendió que ese era el camino.

Juntaron sus ahorros y ella compró tela, que para esa época era escasa. Con el primer rollo hizo veinte pijamas, inicialmente para hombres, pues quiso medirse al mercado más duro. Tuvo tan buena acogida que sus clientes le pidieron para sus parejas y familias. Esas veinte unidades del primer rollo de tela se convirtieron en 200 y más.

Eliana no quiso perder su antigua marca, así que la renovó y conservó el nombre (ya se llama Taís Pijamas). Siente que este es su mercado y afirma que, luego, las personas pensarán en cómo lucir en una playa. “Por ahora hay que quedarse en casa para cuidarse y la forma más cómoda de hacerlo es en pijama”, concluye.

Sánguches al estilo de Perú, pero con el toque colombiano

Lucas Rojas y su esposa, Alejandra María Celis, llevaban ocho años como organizadores de eventos en Medellín, pero en marzo de 2020, cuando en los primeros días de cuarentena se prohibieron todo tipo de eventos y reuniones sociales, decidieron hacer algo para mantener sus ingresos.

En febrero habían tenido la oportunidad de viajar a Perú y todavía tenían presentes los sabores de la comida que probaron. Cuando visitaron un lugar llamado La Lucha Sanguchería, pensaron en qué bueno sería, algún día, montar algo como esto en Medellín. Pues ese algún día se adelantó y, desde el 11 de abril, hicieron intentos, comieron sánguches día y noche, recibieron críticas de los primeros clientes (amigos y familiares) y, para el 11 de junio, ya estaban listos. Abrieron el primer punto de venta bajo el concepto de cocina oculta, es decir, sin atención presencial: solo ventas por redes sociales y a domicilio.

Hoy tienen dos sedes abiertas al público y ya están planeando la inauguración del tercer Celia Sanguchería: el nombre se inspiró en el apellido de Alejandra (Celis) y en que resultara familiar para la gente, tal como los sabores de la carta. “Si bien los sánguches son parte de la gastronomía de Perú, la nuestra es la primera sanguchería con ingredientes y combinaciones colombianos”, dice Lucas.

Hogares que comen lo que siembran en casa

La emergencia sanitaria afectó los trabajos de las hermanas Alejandra y Diana Reyes. La primera es nutricionista y, la segunda, administradora ambiental. Para no quedarse de brazos cruzados, unieron sus carreras y experiencia en un negocio que nació en Bogotá con el nombre de Go Fruit: desayunos saludables a domicilio, empacados y decorados con materiales amigables con el medioambiente.

Con los días, varios emprendimientos de este tipo llegaron a las redes sociales y ambas quisieron reinventarse. Una vez más, sus gustos e intereses las llevaron a ejecutar una idea que las enamoró desde el primer día: huertas caseras, una iniciativa que le permite a la gente consumir alimentos frescos y saludables mientras aporta a la conservación ambiental. “Por eso creemos que, más que coyuntural, este proyecto tiene impacto social a largo plazo”, afirma Alejandra.

Huertos, como se llama la propuesta, entrega a sus clientes una caja con plántulas (aromáticas, hortalizas o condimentarias), herramientas de siembra, atomizador, instrucciones y letreros para marcar cada matica. Más que un kit, es una experiencia que les permite a las personas garantizar su seguridad alimentaria mientras aprenden y comparten en familia. Los diseños incluyen huertas para patios y terrazas, pero se centran especialmente en espacios pequeños (como balcones y cocinas de apartamentos) porque no todos pueden cuidar y cosechar en lugares amplios.

Las hermanas hacen envíos locales y nacionales, solo que estos últimos no son con plántulas, sino con semillas para garantizar que lleguen en buen estado. De todas partes reciben fotos y videos de quienes disfrutan este proceso en casa. “Los niños se vuelven más activos y se acercan a la naturaleza, olvidando por momentos la tecnología que tanto los aísla”, agrega Alejandra.

 

Fecha de publicación: enero 13 de 2022.

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