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Lo que hay que saber sobre las bebidas energizantes

8 noviembre 2016 Revista 5 Sentidos

Aunque son de venta libre, no son tan innocuas como parecen y se han convertido en una preocupación. Su uso puede traer riesgos para la salud. Conózcalos.

latas de bebida aplastadas

¿Qué son realmente?

Las bebidas energizantes se comercializan como bebidas para deportistas, pero la realidad es que en el mundo médico se les mira con recelo porque no son nutritivas, su único aporte es energía de poca calidad en forma de carbohidratos. Además, su uso indiscriminado por niños y estudiantes, como bebida antiguayabo, recreativa o mezclador de alcohol las han convertido en fuente de riesgos mayores.

No están reguladas por ningún ente que determine su innocuidad. Hay algunas que solo son agua, saborizante y azúcar (las energizantes) y otras que contienen altas dosis de sustancias como xantinas (cafeína, teobromina, teofilina), taurina o glucuronato que estimulan el sistema nervioso central y el sistema cardiovascular y que las transforman, no en un energizante, sino en un estimulante.

Adicionalmente, para garantizar que se cumpla su promesa de venta (aumentar la energía, disminuir la probabilidad de dolor muscular), algunos productores le han añadido sustancias no controladas como canabinoles o esteroides, que no se registran en la etiqueta del producto y que pueden generar síntomas y efectos secundarios.

Así están compuestas

Nutricionalmente son bebidas azucaradas pensadas para personas que pueden tener un requerimiento energético más alto de lo normal, por ejemplo para deportistas, pero en una rutina corriente o para población general lo que hacen es producir obesidad.

Otro componentes son la taurina, un aminoácido que se encuentra en la leche materna, pero que los seres humanos no requerimos en ninguna otra etapa diferente a la de la lactancia, el glucuronato (que facilita la absorción de la glucosa) y el complejo B para la recuperación muscular, que pueden perfectamente obtenerse si se lleva una dieta balanceada.

También contienen cafeína, que puede ir, según el producto, desde una cantidad equivalente a dos tazas, hasta ocho tazas. Esta sustancia estimulante antes se consideraba dopaje, pero ya ha salido de esta categoría y a lo que se le hace seguimiento es a su dosificación. En grandes cantidades puede generar varios efectos en el organismo:

  • Aumento del pulso, por ende de la frecuencia de contracciones del corazón. Esto es delicado, sobre todo en personas que tengan algún problema cardiaco previo, como arritmias.
  • En los jóvenes no es inusual encontrar una arritmia sinusal que ha pasado desapercibida y no es grave, pero que con las bebidas energizantes puede llevar a una crisis de taquicardia.
  • Empeorar casos de taquicardia en personas hipertensas o que sufran de hipertiroidismo.
  • Aumentar los niveles de ansiedad, disparando síntomas como taquicardia o aumento de la presión.
  • Agravar síntomas de gastritis.
  • Generar insomnio.
  • Hay una relación entre cafeína y lesiones musculares: esta aumenta la capacidad de trabajo, pero no la resistencia de los músculos a la sobrecarga o sobreúso.

¿Son para deportistas?

Estas bebidas no son reguladas por ninguna entidad de salud, por lo tanto es fácil cruzar la delgada línea entre lo saludable y lo fit que mejora el rendimiento a toda costa sin tener en cuenta la salud.

Con respecto al deporte hay que tener claras dos definiciones:

1. Ayudas ergogénicas. Son elementos que mejoran el rendimiento e incluyen algunos suplementos y medicamentos permitidos, uniformes, tenis o bicicletas de alta tecnología.

2. Dopaje. Define las sustancias no permitidas en las prácticas deportivas y al que se llega fácilmente porque la línea que separa lo permitido de lo prohibido es muy delgada. Incluye sustancias, dopaje electrónico o biológico.

Si bien para los deportistas de alto rendimiento (que entrenan, tienen un rigor en la alimentación y unos objetivos especiales) se utilizan algunas de las sustancias aceptadas que pueden contener las bebidas energizantes como la cafeína, la glutamina o el magnesio, estas se manejan en dosis especiales, según las necesidades individuales y de cada deporte y siempre bajo supervisión médica.

Tres mitos sobre las bebidas energizantes

1. Son buenas para el guayabo. Por el contrario, no se recomiendan porque aumentan la frecuencia cardiaca, la deshidratación y pueden generar alteraciones del ritmo cardiaco.

2. Dan resistencia frente al alcohol. Sí, pero este efecto es uno de los que mayor número de urgencias médicas genera. El alcohol es un depresor, y la bebida energizante, un estimulante. Puede que la persona tarde más en embriagarse, pero se dan interacciones tóxicas, bradiarritmias, taquicardias y los tratamientos se dificultan por el grado de intoxicación dispar que tiene el organismo y porque algunos de los medicamentos para tratamientos del sistema cardiovascular pierden su efecto.

3. Reemplazan una comida. No. Las bebidas energizantes solo aportan calorías. No tienen ningún valor nutricional y no se deben utilizar para reemplazar una comida, menos en el caso de deportistas en los que la alimentación es un factor crucial y que no consiste solo en el momento de la competencia, sino días, semanas y meses de anterioridad. La hidratación también es previa, durante y pos.

¿Quiénes no las deben consumir?

  • Menores de edad, pues generan hiperactividad e hiperactivación a nivel respiratorio, cardiovascular y de comportamiento.
  • Jóvenes con problemas cardiacos o arritmia sinusal.
  • Personas que sufran una enfermedad vascular o cardiovascular, hipertensión, tengan historial de infarto, derrames o que utilicen marcapasos.
  • Deportistas con hipertrofia ventricular.
  • Personas con trastornos de ansiedad, trastorno bipolar, síndrome de hiperactividad, o conductas obsesivo-compulsivas.
  • Mujeres embarazadas.

Si se utilizan bebidas energizantes para trasnochar y estudiar, se genera un insomnio artificial que ocasiona un desgaste, debilidad y disminución de defensas que pueden llevar a dificultades graves si se hace en forma repetitiva.

Fuente: Jesualdo Fuentes González, M. D. Farmacólogo, Pablo Robles Vergara, M. D.