seguros-sura-lo-que-hay-que-saber-de-las-vacunas
Blog

Lo que hay que saber de las vacunas

5 enero 2021 Revista 5 Sentidos

Han salvado millones de vidas y, aun así, se duda de ellas. Conozca por qué son tan importantes y los tipos de vacunas que existen.

Niño sentado sobre una mano

Si hay algo que ha puesto en riesgo la supervivencia de la especie humana son las epidemias. La viruela, la gripa española, la tuberculosis causaron millones de muertos, hasta que en el siglo XVIII el médico inglés Edward Jenner realizó las primeras investigaciones en vacunas. Hace 25 años solo había cinco vacunas, hoy solo en el PAI (Programa Ampliado de Inmunización) aparecen 21 que combaten 26 enfermedades.

¿Qué es una vacuna?

No es solo una forma de protegerse a sí mismo y a los que queremos, sino de cuidar a la comunidad donde vivimos, porque si todos estamos vacunados, un virus o una bacteria no encuentra dónde prosperar. Vacunarse es un hábito que hay que mantener porque los “bichos” siempre están al acecho.

¿Qué avances hay?

Hay muchos avances en vacunas: no solo se han desarrollado para esos enemigos históricos como la varicela, la viruela o la tuberculosis, sino también inoculaciones contra algunos tipos de cáncer como el de cérvix o de hígado, y esto salvará también millones de vidas.

¿Por qué vacunar?

Porque el riesgo de enfermarse se multiplica si no se ha aplicado la vacuna y también aumenta el peligro de convertirse en un foco infeccioso y contagiar a los demás. Las enfermedades para las que se han desarrollado vacunas son graves, muchas veces mortales, y por eso los gobiernos han invertido grandes esfuerzos en convertir la vacunación en algo posible, accesible y gratis; constituyen medidas de salud pública para evitar males a gran escala.

Algunos mitos

  • Las vacunas son solo para los niños. Es fundamental aplicar todas las vacunas necesarias para evitar que nuestros niños se enfermen, pero no son solo para ellos. El virus de papiloma humano, la influenza, el neumococo y el tétano son algunos de los peligros a los que un adulto está expuesto y que pueden evitarse con un pequeño pinchazo.
  • Las vacunas tienen efectos secundarios. No todas las personas responden igual y no todas experimentan los síntomas. Se sabe que entre 10 % y 30 % pueden desarrollar una reacción cutánea local (dolor, enrojecimiento o inflamación). Desde 1 % hasta 50 % puede sufrir fiebre, dolor, náuseas o decaimiento. También la vacuna contra el papiloma humano (segunda causa de cáncer en mujeres en el mundo) que se aplica a partir de los nueve años, puede generar mareos o síncope hasta veinte minutos después de aplicada y por ello quien la recibe debe permanecer sentada por media hora en el centro de vacunación. Otra vacuna muy reactogénica es la de la tosferina, que puede generar fiebre, dolor de cabeza, náuseas y vómitos. Se debe consultar al médico cuando los efectos duran por más de 72 horas o son mayores de lo normal: una fiebre por encima de 39 o 40 grados por más de 48 horas; una inflamación sobresaliente; vómito o dolor de cabeza incapacitante; convulsiones o reacción anafiláctica por alergia.
  • Las vacunas me pueden enfermar. No, las vacunas no enferman. Las estadísticas muestran que solo un caso en un millón tiene efectos graves. Si una persona se aplica la vacuna contra la influenza y desarrolla una gripa, es porque ya se encontraba infectada por el virus y la enfermedad ya estaba en marcha, no por efecto de la vacuna. Eso sí, posiblemente será más leve de lo que habría sido si no se hubiese vacunado.
  • Una vacuna dura para toda la vida. El cuerpo con el tiempo pierde “memoria” de la enfermedad y por lo tanto al sistema inmunológico “se le olvida” cómo protegerse de ese virus o bacteria específicos. Por eso hay que aplicar refuerzos.
  • No me puedo vacunar porque estoy enfermo. La vacunación se puede aplicar así haya fiebre, mucosidad o cualquier tipo de malestar. Solo hay tres contraindicaciones en las que no se debe aplicar una vacuna: una reacción alérgica previa a esa misma vacuna, convulsiones o encefalopatía en vacunación contra la tosferina y una obstrucción intestinal por rotavirus.
  • No necesito vacunarme porque nunca me he enfermado. Muchas de las personas que están en contra de la vacunación aducen que no se han enfermado a pesar de no estar vacunados. Lo que se les olvida es que quienes están a su alrededor sí y por lo tanto los patógenos no han encontrado un medio para difundirse. Las vacunas, entonces, sí los están protegiendo, aunque indirectamente por medio de quienes ya están vacunados en su entorno.

¿Qué tipos de vacunas existen?

  • No conjugadas. Compuestas por microorganismos a los que se les han modificado sus características a través de muchos cultivos y mucha bioingeniería para que pierdan su potencia. Son bacterias vivas, pero atenuadas, que generan una reacción de larga duración y por ello se habla de las vacunas “para toda la vida”. Entre ellas se encuentran la vacuna contra la tuberculosis (BCG), la varicela, el polio oral, el rotavirus o la fiebre amarilla.
  • Conjugadas. Se componen de una proteína que es la que transporta, ya no un microorganismo vivo atenuado, sino una parte de ese microorganismo muerto, desactivado o sintético, que son los que generan la respuesta inmunológica del cuerpo. Como es una parte de microorganismo, posiblemente el cuerpo no lo reconocería como riesgo si no fuera por esa proteína. Producen menos efectos secundarios, menos respuestas adversas, pero requieren la aplicación de refuerzos con el tiempo. Otra ventaja comparativa es que la mayoría de las bacterias o virus (neumococos, meningococos, influenza, tosferina) están en la nasofaringe. Las vacunas conjugadas erradican esos gérmenes del tracto respiratorio evitando que una persona portadora contagie a los demás.

Tablas de vacunas

Errores más frecuentes en vacunación

  • Perder el carné de vacunación.
  • No adherirse a los esquemas de vacunación.
  • Olvidar poner los refuerzos o pensar que no se requieren porque el niño “está bien”.
  • Dejar de poner las vacunas porque al niño le duele, le asusta, no quiere o poner menos vacunas de las recomendadas para no “agredir” al niño. Una vacuna duele menos que un raspón o una picadura de hormiga y se ha comprobado que el temor, la negatividad, la mala actitud frente a las vacunas comienza en los padres y se contagia a los niños.

Los centros de vacunación de SURA están abiertos de 7:00 a. m. a 8:00 p. m. en jornada continua y los sábados de 7:00 a. m. a 1:00 p. m. y no se requiere cita previa.