Todos los expertos coinciden: la actual crisis social y de salud traerá consigo una crisis financiera no conocida en las últimas décadas. ¿Cómo entenderla?

El primer enemigo en todos los escenarios es el pánico. Con él llegan la desinformación, la desorientación, las malas decisiones y la especulación. Todos juntos detonan escenarios de crisis mayores a los imaginados.

Basado en lo anterior, Juan Camilo Cárdenas, decano de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, hace un llamado a la calma y aclara que: “los esfuerzos y la canalización de la preocupación deberían orientarse a cuidarse y cuidar a los demás, eso además favorece la economía”.

¿Cómo combatir el pánico? Informándose bien para decidir mejor. Por eso presentamos un compilado de lo que hasta hoy expertos, académicos, autoridades nacionales y organismos multilaterales analizan y vaticinan.

Una crisis sin precedentes en las últimas décadas

El 2020 inició de manera compleja, el COVID-19 es ahora mismo uno de los términos más buscados en Google cuando apenas hace dos meses ni aparecía reseñado en los buscadores y es, precisamente este ‘nuevo famoso’, el causante de que hoy se especule que la economía mundial podría crecer a su ritmo más lento desde el 2009.

Para Jeffrey Frankel, de la Escuela Harvard Kennedy, la situación no es mejor. En conversación con la BBC Mundo afirmó que: “la posibilidad de una contracción económica parece haber aumentado dramáticamente. De hecho, estamos muy cerca de una recesión mundial”. Y, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos – OCDE, en el peor de los casos el crecimiento económico mundial podría descender a la mitad de lo que se había proyectado, bajando incluso hasta el 1.5 %.

A lo anterior se suman las declaraciones de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo – UNCTAD, donde se alertó que el costo de la crisis en el ingreso global podría llegar a los dos billones de dólares y que la duración y profundidad de esta dependerá de tres cosas:

  • Cuán lejos y cuán rápido se propague el virus.
  • El tiempo que pase antes de encontrar una vacuna.
  • La efectividad de los gobiernos por mitigar el daño.

Ante ninguno de los tres escenarios hay aún una respuesta certera. Hoy la especulación sobre cuánto será el daño y qué tan complejo será enfrentarlo, se limita a proyecciones con base en crisis pasadas.

Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional – FMI, dejó claro que “dado que gran parte del mundo se enfrenta a detenciones masivas de actividades, las perspectivas de crecimiento global en el 2020 son negativas y vaticinan una recesión al menos tan mala como la que se vivió durante la crisis financiera mundial”.

Por último se suma a estas voces la de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe – CEPAL, cuando dice que “esta pasará a la historia como una de las peores crisis que el mundo ha vivido. Esto sucede porque esta enfermedad pone en riesgo un bien público global esencial: la salud humana e impactará a una ya debilitada economía mundial, afectando tanto desde la oferta como desde la demanda”.

Teniendo clara la gravedad de la situación, y en aras de buscar escenarios de soluciones efectivas, es fundamental entender en cuáles escenarios se juega la actual crisis.

Zoom al problema:

La que es considerada en la actualidad como la fábrica del mundo, está parada. Y esto no solo afecta al gigante asiático, actualmente China representa ⅓ de la manufactura a nivel mundial; y, como si fuera poco, es el mayor exportador de bienes del mundo.

Como consecuencia de este paro, la producción industrial, las ventas y la inversión en este país cayeron casi a la mitad en los dos primeros meses de este año con relación al año inmediatamente anterior.

Al efecto espejo que esta crisis asiática representa en el resto de mercados se suman otros factores anteriores y derivados que agudizan la situación.

Hablamos por ejemplo del precio del dólar y su incremento que, sin duda, ya empieza a afectar los precios finales al consumidor cuando se trata de productos importados. Hay que tener cuidado, sobre todo, con aquellos que son de primera necesidad.

De otro lado se encuentra la caída en los precios del petróleo, que parte de la disputa entre Arabia Saudita y Rusia, y que hoy es una gran amenaza para países exportadores del crudo.

En el sector bursátil el diagnóstico es similar. Los grandes cambios en los mercados afectan muchas inversiones en pensiones o cuentas de ahorros individuales; la bolsa de Londres, Wall Street y el Nikkei en Japón han visto grandes caídas desde que comenzó el brote en diciembre.

La gran afección a la economía a partir del COVID-19 se hace evidente hoy en las reducciones en la producción, la creación de trastornos a la cadena de suministros y el fuerte colapso del entorno financiero. Un cóctel peligroso.

América Latina y el Caribe

Según declaraciones de la CEPAL, esta región se verá afectada negativamente, en la medida en que si se vuelve la vista atrás, este mismo territorio creció a una tasa estimada de apenas el 0.1% en el 2019; por eso, los pronósticos de la comisión realizados en diciembre pasado preveían un crecimiento del 1.3% para el 2020. No obstante, con esta situación las predicciones están en este momento en una contracción de -1.8% en el PIB, lo que puede llevar a que el desempleo de la región crezca en 10 puntos porcentuales.

¿Qué significa lo anterior? De un total de 620 millones de habitantes, el número de personas en situación de pobreza en la región aumentaría de 185 a 220 millones de personas y, por otro lado, las personas en situación de pobreza extrema aumentan de 67.4 a 90 millones.

Latinoamérica es un caso particular. Por eso, es fundamental entender a través de qué canales llegará la afectación económica a la región. Según la CEPAL son cinco los vehículos de afectación para Latinoamérica y el Caribe:

Primero: el efecto de la disminución de la actividad económica de varios de los principales socios económicos comerciales en las exportaciones de los países de la región. Se estima, por ejemplo, que las exportaciones a China caerán en un 10.7% en su valor este año.

Segundo: la caída de la demanda de servicios de turismo que impactará más fuertemente en los países del Caribe. Según estimaciones del organismo internacional, se calcula una afectación de entre el 8 y el 25%.

Tercero: la afectación de las cadenas globales de valor que impactan principalmente a México y a Brasil, países que importan partes desde China para sus sectores de manufactura.

Cuarto: la caída de los precios de los commodities. Sobre todo para los exportadores de materias primas, en este caso particular, América del Sur.

Quinto: mayor aversión al riesgo por parte de los inversionistas y empeoramiento de las condiciones financieras globales.

Soluciones conjuntas

Ahora mismo los gobiernos están tomando medidas sociales, económicas, fiscales y monetarias que implicarán sin duda aumentar el gasto social, un bajón significativo de las tasas de interés, la intervención en los mercados cambiarios; la suspensión, refinanciación o cancelación de créditos bancarios; la apertura de líneas de crédito para solventar a las pymes en esta coyuntura, el congelamiento de los servicios públicos y diversas acciones para evitar el desabastecimiento.

En respuesta a esta situación los bancos centrales de muchos países han reducido las tasas de interés. En teoría, esto debería abaratar el dinero y así facilitar el crédito y alentar el consumo para impulsar la economía.

Cada gobierno está estudiando de manera juiciosa su situación particular y, en compañía de los diversos organismos multilaterales, está atendiendo la vida como activo principal y, a renglón seguido, la situación económica para mitigar, en la mayor medida posible, el daño que todas las consecuencias derivadas del COVID pueda causar.

En algo sí coinciden todos los organismos, estudiosos y autoridades nacionales: ningún país podrá combatir esta pandemia sin cooperación regional y global. Es el momento de actuar como equipo, porque al final lo que necesita una coyuntura como estas es un multilateralismo activo, coordinado y consciente.

La prioridad entonces es estudiar, proponer y coincidir en medidas para abordar la actual crisis social y de salud, mitigar desde ya los posibles daños económicos y financieros y activar mecanismos de información y formación para vacunar a la sociedad contra el pánico que, en casos como estos, es el peor consejero y detonador de crisis mayores.

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