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Sebastián Gil Tamayo: retarse cada día es la esencia del deporte

21 julio 2016 Muévete

Primera parte de la entrevista al ciclista Sebastián Gil. Conoció el triatlón y se enamoró de la práctica.

Sebastian Gil Tamayo

Él tiene la contextura de un ciclista. Es delgado, aunque las fotos de su cuenta de Instagram muestran que el ciclismo, la natación y otras prácticas deportivas han tonificado su cuerpo y, con ello, cambiado su vida por completo.

Sebastián Gil Tamayo tiene 29 años y va a participar el próximo 22 de octubre en una de las ediciones de Ironman, la prueba más exigente de triatlón en el mundo, que se realizará en Carolina del Norte. Aunque no es ningún novato, puesto que ha estado en varias ediciones de la competencia, la preparación previa es cada vez más exigente y los retos más grandes.

El triatlón reúne tres disciplinas: natación, ciclismo y carrera a pie, por lo que el esfuerzo físico y mental es de mayor complejidad. Para él, sin embargo, retarse es la esencia del deporte y de la existencia.

Conoce en esta entrevista al hombre alto, de cabello ondulado y rasgos fuertes que ama la bicicleta y para el que cada día es una nueva oportunidad para llegar un poco más lejos en el horizonte mientras pedalea por sus sueños.

¿Cómo llegaste al deporte, a la bicicleta y al triatlón?

Todo empezó en 2012 pero desde chiquito me gustó el deporte. Mi primera bicicleta me la dio mi papá siendo muy chiquito. Empecé en bicicrós, como muchas personas hoy en día. Veía a otros niños saltando en bici hasta y terminé por antojarme, eso me asombraba. Pasé luego al ciclomontañismo, que es actualmente muy popular en Medellín. Hasta que tenía 18 años, había equipos muy importantes y una goma impresionante por el tema pero la historia y la gloria de esos equipos quedaron atrás. Ahora hay nuevamente ciclomontañismo y son muchos los que lo han retomado. De ahí pasé a la ruta, que es bicicleta de carrera, la que montan los ídolos como Nairo Quintana y Rigoberto Urán, y empiezo a montar bicicleta por mi cuenta, a entrenar solo y a sentir curiosidad por otras prácticas deportivas.

¿Cómo plasmabas esa curiosidad en el deporte?

Siempre he sido una persona muy curiosa y vivo el día a día con lo que venga. Siempre me digo: ¿y si hoy voy un poco más lejos? Antes de salir a montar, le decía a mi mamá que la llamaba cuando llegara al pueblo y que ahí miraba cómo me devolvía. Entonces me decía: hoy voy de aquí hasta allá, luego hasta más lejos… Un día me dije: estoy seguro que si salgo de mi casa puedo llegar a Cartagena en bicicleta. La primera vez que lo hice fueron cinco días montando. Eso fue en diciembre de 2012. Al otro año, me dice que podía hacerlo otra vez ya no en cinco días sino en tres. Lo logré y me reté otra vez: si no paro, la próxima vez puedo llegar en un día. Me fui con dos amigos y llegamos en 26 horas parando solamente al baño y comiendo en la bici.

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¿Y cómo llegaste al triatlón? ¿Qué fue lo que te llamó la atención?

Con un amigo, Miguel Olarte, empezamos a mirar un día lo del triatlón y no sabíamos nadar para competencias. Habíamos trotado muy poquito tampoco con un sentido competitivo, buscamos carreras por fuera y fuimos al Ironman de Calima en 2013. Yo quedé cuarto ese año. El año pasado, en el Ironman de Idaho, quedé de quinto. Me gustó mucho el triatlón porque el ambiente es muy diferente al de otros deportes. En el ciclismo la competencia es muy personal, hay una rivalidad relacionada con quién te entrena, qué haces para ser mejor, cuál es tu rutina… el triatlón es más familiar, uno no parece en un evento deportivo y más en una competencia.

De todo lo que has hecho, ¿qué es lo que más te ha marcado?

Estaba terminando la universidad en 2012 y decido parar el semestre para ir a atravesar Estados Unidos de costa a costa en bicicleta. La salida fue en San Francisco y la llegada en Filadelfia, todos los días pedaleando un promedio de 205 kilómetros. Esa fue una aventura muy bacana. Todos los días solo… conocí muchas personas en las mismas, retándose con la bicicleta; estuve conectado con la naturaleza, conmigo y con la bici.

Sebastián Gil Tamayo

«Me gustó mucho el triatlón porque el ambiente es muy diferente al de otros deportes. En el ciclismo la competencia es muy personal, hay una rivalidad relacionada con quién te entrena, qué haces para ser mejor, cuál es tu rutina… el triatlón es más familiar».

¿Qué fue lo más difícil?

Deportivamente no fue tan satisfactorio pero lo más lo más valioso fue haber sido capaz de aguantarme a mí mismo. Era muy duro no tener con quien hablar, con quien compartir lo que estaba sintiendo. Estaba cansado, me quedaba dormido en las duchas y amanecía en pueblitos y hoteles como los de las películas en medio de la nada. En el fondo, la experiencia no la puedo compartir con nadie porque no había nadie allí que sintiera lo que yo sentía, que estuviera viviendo eso conmigo. Me quedaron más de 3000 fotos de 26 días de camino con jornadas de más de diez horas pedaleando. Mi objetivo de kilómetros era recorrer 4500 y lo logré.

¿Por qué Estados Unidos?

Siempre me ha parecido un país increíble. Estudié en un colegio bilingüe, por lo que desde pequeño me llevaban. Es un lugar biodiverso que tiene cañones, volcanes, selvas, desiertos, no es solo Nueva York o Miami. Las personas en el interior son como campesinos colombianos: yo llegaba a las tiendas y me invitaban a almorzar, a tomar cerveza, me dejaban quedarme en sus casas, uno no cree que está en Estados Unidos. Viajar por el interior es una experiencia distinta a quedarse solo en las grandes ciudades. Estados Unidos es un país inagotable para viajar. Siempre me sorprende.

Espera pronto la segunda parte de la entrevista al deportista Sebastián Gil Tamayo y sigue su aventura de cada día en Instagram y Twitter.

Fecha de publicación: julio 21 de 2016.
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