Dice que su reina es la gaita y, tal vez, eso la hace la princesa del instrumento. Mayte Montero, tras 24 años con Carlos Vives, le apuesta a su música.
“Mírala qué linda es, linda es. Y se le ve yo no sé qué, no sé qué. No sé qué tiene Mayte…”, cantaba Carlos Vives en 1995 como parte de su sencillo Pa’ Mayte, del álbum La tierra del olvido. ¿Reconoce la letra? Si es así, es posible que también sepa que la musa de esta canción —que compuso Vives con Iván Benavides y Ernesto Campo— fue la gaitera de su banda La Provincia, quien empezó a trabajar para él durante la gira de promoción de Clásicos de la Provincia, un trabajo determinante en la internacionalización del folclor vallenato.
Ella, de nombre afamado y de apellido Montero, ríe cuando se le menciona esta historia y, con su desparpajo cartagenero, no se demora en aclarar que no tuvo nada que ver con la composición: “Muchos me preguntan todavía, pero ¡imaginame cantando eso! No tengo tanto ego para hacerme homenajes a mí misma. Ellos la compusieron en medio de un taller que hicimos durante la grabación del álbum”.
Desde ese momento, esta mujer que un día decidió abandonar sus estudios en Administración de Comercio Exterior para dedicarse a la música de forma empírica, se convirtió en una de las representantes mundiales de la gaita colombiana, ese instrumento que nació de las entrañas indígenas de la Costa Caribe con un cuerpo proveniente del corazón de un cactus, una cabeza formada por una mezcla de cera de abeja y carbón y una boquilla de pluma de pato. “Son tres elementos que vienen de la naturaleza y a estos se les suma el viento, con el que uno genera sonidos que pueden ser melancólicos o alegres, pero siempre dulces”, explica.
Mayte dice que es esa esencia natural donde radica la belleza de este instrumento que la “embrujó” y la ha llevado a traspasar lo musical para convertirla en visitante de rincones inimaginados del mapamundi; embajadora de las raíces culturales y folclóricas colombianas, fiel acompañante de músicos como Carlos Vives, Totó la Momposina y Joe Arroyo; exploradora de ritmos y fusiones y, hoy en día, solista con aspiraciones de llegar por sí misma, con la fuerza del viento, a pisar los escenarios que visitó por casi 30 años con propuestas musicales de terceros.
Con voz propia
Hace un par de años, luego de más de dos décadas junto con el cantante samario, la cartagenera decidió responder “qué es lo que tiene Mayte” subiéndose las mangas para mostrar todas esas cartas musicales que, por fidelidad a otros proyectos, había estado guardando. Por eso, dice, ahora le dedica el 100% de su tiempo y energía al desarrollo de sus ideas.
Ella ha podido involucrarse más, adicionalmente, en procesos de experimentación, composición, escritura, grabación y mezcla, al igual que en la promoción de su trabajo. “Yo no tengo disquera, todo lo hago con recursos propios. Tengo varias personas que me apoyan en este proceso, en los altos y bajos, para decirme que lo estoy haciendo bien. Ahora me siento feliz de estar atendiendo mi tienda, de mostrar esas cosas que nadie sabía que podía hacer. En todo eso la gaita siempre tiene que salir como una reina”.
Báilalo y Cubeta, dos champetas fusionadas con ritmos urbanos y electrónicos, son ejemplo de lo que esta artista ha lanzado recientemente para demostrar que tiene una propuesta distinta a los proyectos en los que ha participado. Estos son, además, la prueba personal y pública de que los sueños deben estar al servicio de las satisfacciones, del “sí pude” y no del “algún día”. Por eso Mayte tiene voz propia, una voz que merece ser escuchada y, por supuesto, bailada.