Tiene 29 años y ha representado a Colombia en eventos como la Copa Mundial Femenina de Fútbol de la FIFA, los Juegos Olímpicos y los Juegos Panamericanos.
Hay historias reales que parecen inventadas: de esas en las que la sincronía entre los personajes y las circunstancias es tal, que parecen obras de un guionista imaginativo. Esa sensación queda cuando se escucha a Catalina Usme, la futbolista profesional que nació hace 29 años en Marinilla y que ha disputado dos Mundiales de la FIFA y dos Juegos Olímpicos con la Selección Colombia de Fútbol Femenino.
Usme recuerda que en la víspera de su nacimiento, sus padres —Luz Marina y José Domingo— no sabían si sería niño o niña y, aun así, su papá compró un balón de fútbol y le dijo a su esposa que le había comprado un regalo al niño. Ella le preguntó qué iba a pasar si era niña y él respondió: las mujeres también juegan fútbol.
Esa conversación, que hoy suena premonitoria, confirma que la vida siempre le envió señales a Catalina para que practicara este deporte que le ha dado las mayores glorias a su vida, pero que también le ha enseñado qué son los obstáculos. “Desde muy chiquita dije que quería jugar fútbol, así que empecé a entrenar con mis hermanos todos los días a las 6:00 a. m. Yo me levantaba, me organizaba y los iba a despertar para que fuéramos, pero ellos ni se movían, entonces me ponía a llorar. Luego me acostumbré y aprendí a irme sola”.
La independencia le sirvió para no dejar el fútbol en una época en que era la única niña que jugaba con niños (en la escuela y el colegio) y, más tarde, cuando tuvo que viajar todos los días de Marinilla a Medellín para entrenar con su primer club femenino. “En la adolescencia vi que ya no podía inscribirme en campeonatos masculinos. Fue desalentador porque en el pueblo no había más niñas que jugaran. Por eso conseguí un contacto en el club deportivo Formas Íntimas y estuve casi siete meses insistiéndole a la presidenta que me dejara probar ahí”, recuerda.
A Catalina le bastó un entrenamiento para demostrar que su insistencia con este deporte era talento y no capricho, por eso, tan pronto se graduó del colegio, prometió que se convertiría en jugadora profesional. “Yo estudiaba por la mañana una jornada académica y en la tarde una media técnica. Salía antes de tiempo para llegar puntual a los entrenamientos y los fines de semana compensaba las horas de la media técnica. Hubo algunos profesores que no me iban a dejar graduar, pero al final el rector intercedió y recibí honores académicos”, comenta victoriosa.
El ritmo agotador de esa rutina casi la lleva a renunciar a su pasión antes de terminar el colegio, pero apareció su mamá. “Me dijo: ‘no creo que te hayamos enseñado a dejar las cosas abandonadas, pero si te vas a rendir faltando tan poco para graduarte, es tu decisión’. Y eso me sirvió para levantarme al día siguiente a entrenar como si nada”.
Empezaron las victorias
Entregar el 100 % de su tiempo al fútbol tuvo su recompensa: su talento la llevó a integrar las selecciones Antioquia y Colombia, y a vincularse a Santa Fe y a América de Cali cuando se inició la liga profesional. También a ser la máxima goleadora en la Copa Libertadores Femenina en 2015 y 2017, y de la Copa América Femenina en 2018.
Esos resultados le permitieron consolidarse profesionalmente y sentirse segura de sí misma en un mundo en el que abundan las críticas y los comentarios negativos hacia las mujeres, pues como explica esta apasionada por el fútbol, en innumerables ocasiones se ha topado con personas que la han cuestionado por elegir una carrera “de hombres” o darle prioridad al deporte antes que al estudio.
Con su espontaneidad, ella responde que los deportes no tienen género y que hay momentos para todo: este, particularmente, es el del deporte. “El fútbol es efímero; no sé hasta cuándo me vaya a durar. El estudio es algo que puede esperar, aunque tampoco desconozco su importancia y por eso hice una maestría virtual en Alta Gerencia Deportiva”.
Sus logros también le han permitido enfrentarse al machismo con el que a veces son tratadas ella y sus compañeras: una situación que ha trascendido en los medios de comunicación. Por eso se ha unido con varias integrantes de la Selección Colombia para empezar a hablar de la falta de equidad con la que los directivos de los equipos manejan los procesos internos, evidenciada en la escasa inversión en indumentaria, viáticos y salarios.
Esta lucha, cuenta, es una de las formas que ha encontrado para retribuir a la sociedad todas las alegrías que el fútbol le ha entregado y le ha dado la consciencia de que las conversaciones sobre la equidad y el respeto por las mujeres, dentro y fuera de la cancha, traerán cambios positivos que tal vez no podrá experimentar como profesional, pero que sí gozarán las futuras generaciones de futbolistas que hoy la ven como referente.
Fecha de publicación: marzo 13 de 2019.
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