Ambas infecciones tienen síntomas similares. No obstante, es importante identificarlos para saber cuándo es necesario consultar al médico.

La gripe y el COVID-19 tienen algo en común: ambas son infecciones víricas que involucran el sistema respiratorio, por eso sus formas de manifestarse pueden llegar a ser muy parecidas. Sin embargo, existen características particulares que determinan la complejidad de cada una y los pasos a seguir para tratarla. 

La Organización Mundial de la Salud define la gripe como una infección que “afecta principalmente la nariz, la garganta, los bronquios y, ocasionalmente, los pulmones”. Puede durar alrededor de una semana y en la mayoría de los casos no requiere tratamiento médico. 

El COVID-19, por su parte, es la más reciente cepa de una familia de virus conocida como coronavirus, que causa infecciones respiratorias leves, moderadas o severas. Sus síntomas pueden aparecer entre dos y quince días después de haber contraído la enfermedad. Tanto este como la gripe se transmiten de persona a persona por medio de partículas respiratorias expulsadas al toser o estornudar. El COVID-19 es 2 a 3 veces más contagioso que la gripe, de ahí su fácil contagio entre los seres humanos y la importancia de cumplir las medidas de higiene y prevención.

Aunque no existe vacuna ni tratamiento específico para el nuevo coronavirus, las medidas más importantes están relacionadas con el lavado exhaustivo de manos, el distanciamiento social, la higiene respiratoria y la consulta oportuna al médico si se presentan síntomas. 

Pero, ¿cómo diferenciarlos de los de la gripe? Te lo contamos en la siguiente infografía:

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