Los planes de gestión de crisis son un elemento esencial para que las organizaciones estén preparadas al afrontar situaciones adversas.

Conocer e identificar los posibles riesgos a los que se enfrentan las empresas hace la diferencia entre poder anticipar y sobrellevar una dificultad o estar propenso a las consecuencias de no comprender su importancia e impacto. En ese sentido, el establecimiento de un plan de gestión de crisis es fundamental para garantizar una correcta resolución de los problemas.

Cada plan debe comenzar con el establecimiento de unos objetivos claros. Estos objetivos deben apuntar, en primer lugar, a la protección de las personas que se puedan ver afectadas en caso de una dificultad.

En un segundo momento deben identificarse las problemáticas potenciales que pueden afectar a la compañía. En este punto es importante analizar el sector en el que se encuentra la empresa y determinar qué retos enfrenta, qué errores podría cometer y qué opciones tiene si llegan a ocurrir.

Adicional a esto, es importante que el empresario estudie los casos de compañías en el mismo sector que ya pasaron por situaciones similares. A partir de este rastreo pueden surgir ideas sobre qué hicieron estas empresas para superar las crisis o por qué no pudieron sortearlas, lo que genera información de valor para aplicar en su caso específico.

Durante el desarrollo del plan de crisis, también es vital idear planes de contingencia para situaciones que podrían pasar, como que un proveedor no pueda cumplir con la entrega de las materias primas o que una persona importante del equipo renuncie. Además, es necesario poner a prueba las opciones que se tienen en la actualidad, pues las alternativas que funcionan hoy podrían no hacerlo mañana.

Así mismo, se debe preparar un plan de comunicación en crisis, ya que uno de los puntos más importantes es estar preparados para informar lo que ocurre a los públicos involucrados. La comunicación con los grupos de interés durante y después de un evento desafortunado, será vital para mantener la confianza.

La habilidad del empresario para identificar riesgos y adaptar las soluciones a cada contexto será vital para gestionar cualquier adversidad que se presente en el camino, y el monitoreo constante de los entornos permitirá crear una estructura organizativa adecuada para tiempos difíciles.

¿Qué hacer ante una crisis?

Es normal que, a pesar de tener un plan bien establecido y claro, las cosas no salgan exactamente como se espera al momento de sortear un episodio difícil. Para estos casos es importante tener claro que la gestión de las crisis varía dependiendo del tipo de problema al que se esté enfrentando la compañía, sin embargo, existen consejos generales que pueden ayudar a sortear una situación desafortunada:

Según expertos, las ganancias rápidas y urgentes serán fundamentales para mitigar cualquier impacto, por esto existen cuatro acciones fundamentales para empezar a gestionarlas:

  • Evaluar riesgos planificando escenarios.
  • Monitorearlos.
  • Gestionar la operación en crisis.
  • Comunicar a los empleados y a los clientes de manera oportuna.

El reto inicia con la identificación de posibles amenazas. A partir de ahí, se debe trabajar para minimizar debilidades, investigar oportunidades y probar e implementar mejoras. De esta forma, la empresa podrá evolucionar y estará preparada para enfrentar episodios de crisis eventuales.

Finalmente, es importante ver en una crisis la oportunidad de reaccionar con nuevas ideas e innovar en lo que permanecía estático o en terreno seguro. Lograr transformaciones, resignificar el modelo de negocio y fortalecer la empresa a través de la diversificación de canales, productos y servicios, son algunas posibilidades que una situación adversa puede representar para esta.

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