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Salud: desde la razón y el corazón

26 noviembre 2019 Saludables

Este es un concepto inmaterial, invisible, pero hoy se tiene claro que depende en gran medida de que la asumamos como una responsabilidad propia.

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Históricamente, las personas hemos asumido la salud​ como algo que viene de fuera, un concepto del que se desconoce su real significado; una definición brindada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que corresponde al otro y sentimos en nuestro interior solo cuando vivimos la enfermedad, siendo en ese estado cuando le encontramos sentido.

Pensamos, extrañamos y añoramos nuestra salud cuando estamos «enfermos» físicamente porque hemos interiorizado la enfermedad como una alteración exclusiva del cuerpo físico, olvidándonos que, todo momento que nos robe la paz, representa un momento de ausencia de salud.

Alejandro Jadad, médico, investigador y educador colombiano, define la salud como «la capacidad de las personas o las comunidades para adaptarse y autogestionar los desafíos físicos mentales o sociales​ que se les presenten en la vida». Entre líneas, podemos vislumbrar que somos en gran parte responsables y capaces de ser saludables y nuestro propósito mayor es comprender que la salud es una capacidad individual, la cual logramos con una actitud que nos facilite tomar la decisión de realizar acciones cotidianas que la movilicen hacia una condición deseada.

Y como capacidad, la salud es un atributo que se construye y fortalece con la conciencia. Es la posibilidad de potencializar todos aquellos elementos y condiciones intelectuales, estructurales y de relación con el otro que nos facilitan o permiten construir nuestra vida con base en las oportunidades​ ofrecidas en la sociedad: es elegir la vida que resulta valiosa vivir.​

Mi decisión, mi responsabilidad

Según An epidemiological Model For Health Policy Analysis, modelo epidemiológico de Alan Dever, se han identificado cuatro determinantes que tienen una influencia potencial en la reducción de la enfermedad: la biología humana (27 %), el medio ambiente (19 %), el sistema de atención médica (11 %) y el estilo de vida y los riesgos de creación propia (43 %). Estos factores influyen en un mejor o peor estado de salud y, como lo muestra el estudio, son los estilos de vida y los riesgos a los que cada persona se somete, los que mayor influencia tienen en el bienestar personal aunque, según la percepción popular, se le asigne la mayor responsabilidad al sistema de organización de atención médica.

Los estilos de vida saludables son todos aquellos comportamientos o actitudes cotidianas que generan resultados positivos y mantienen nuestro cuerpo y mente​ en el mejor estado posible y de una manera adecuada. Si logramos modificar las acciones que hoy afectan negativamente nuestra salud, contribuimos activa y propositivamente a disminuir o ralentizar la aparición de la enfermedad.

La salud es una capacidad multidimensional y, cuando hablamos de estilos de vida saludables, nos referimos a lo que sientes, cómo actúas en cada momento de tu día, tus movimientos, la actividad física que realizas, cómo vives cada situación (sea bondadosa o dolorosa), la calidad de tus relaciones con los otros y la otredad (reconocer al otro), cómo administras tu dinero y gestionas el tiempo, cómo conduces, qué y cuántos alimentos consumes, cómo cultivas tu espíritu y fortaleces la mente, tu gratitud con la vida, cuánto te valoras, si sientes alegría por la existencia y si realmente te amas con conciencia​.

¿Cómo cuidar lo invisible?

La salud es invisible para nosotros y solo se hace visible ante un episodio de enfermedad. Sin embargo, puedo anticiparme y preguntarme hoy: ¿soy la mejor versión de mí? Puedo visualizar mi salud y cómo deseo vivirla​, puedo decidir iniciar una transformación partiendo de lo que hasta el momento he logrado e iniciar mi cambio con pequeñas acciones cotidianas para lograr resultados vitales que tengan impacto en el mediano y largo plazo.

Estos no son conceptos nuevos; Aristóteles lo había dicho 300 años antes de Cristo: «Somos lo que hacemos día a día. La excelencia no es un acto, sino un hábito».

Claves para una vida sana y longeva

El método Ikigai, de Héctor García y Francesc Miralles, nos invita a encontrar un motivo para existir y analiza las claves vitales de las personas centenarias y sanas. Además, menciona las denominadas zonas azules, que son de mayor longevidad y menor enfermedad en el mundo (Okinawa, Cerdeña, Loma Linda, Península de Nicoya e Icaria), y los factores comunes para tener una vida sana, longeva y con sentido. Estos son:

A sus 92 años, el profesor Roberto Abadie Soriano elaboró un poema que resume, para él, los secretos de una vida feliz:

«Vida sana y ordenada

La comida moderada

No abusar de los reme​dios

Buscar por todos los medios

No alterarse para nada

Ejercicio y diversión

No tener nunca aprehensión

Poco encierro, mucho trato

Y continua ocupación».

Fecha de publicación: noviembre 26​ de 2019.
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