Esta función cerebral define nuestra relación con el mundo. Por eso debes preservarla con actividad física, equilibrio emocional y alimentación balanceada.
¿Cómo está tu memoria últimamente? ¿Has pensado en las actividades cotidianas en que la usas? ¿Te has preguntado si esta, como pasa con otras partes del cuerpo, también debe ejercitarse? Si no lo has pensado, quizá sea hora de que respondas estas y otras preguntas.
El papel que la memoria tiene en la vida de las personas es esencial. Aunque se trate de detalles extraordinarios o acontecimientos menos importantes, esta es una aliada clave en el día a día del ser humano, pues determina en gran parte su relación con el mundo.
El neurólogo y subespecialista en Neurología Cognitiva, Sergio Cabrera, la define como la “capacidad de guardar o retener un conjunto de datos” gracias a las conexiones entre las neuronas que conforman el cerebro. “Todo lo que somos es memoria; desde los procesos inconscientes como comer, caminar, ir al baño, conducir un vehículo (…); el yo es un producto de ese cúmulo de datos que hemos recolectado en los circuitos de memoria”, afirma.
La gerontóloga Andrea Aristizábal la define como “el archivo personal de cosas que son importantes para nosotros, bien sea por repetición en el colegio o el trabajo, o porque están asociadas a una emoción”. Ese tejido va hilando la historia de vida de cada ser a partir de lo que conscientemente aprende y de todo aquello que se instala en sus sentidos.
Más que un conjunto de recuerdos
La memoria es una capacidad mental que nos permite registrar, almacenar y evocar ideas, sentimientos e imágenes que definen nuestra personalidad. Además, en ella guardamos esas experiencias significativas a las que, no en vano, llamamos memorables. Por eso es importante preservarla.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2030 habrá en el mundo 75 millones de personas con demencia, el síndrome clínico que agrupa las enfermedades de la memoria y otros problemas de orden cognoscitivo.
Aunque el mayor factor de riesgo para la memoria es la edad, hay otras condiciones que contribuyen a su deterioro, como el sedentarismo, la obesidad, el consumo de tabaco y alcohol, la diabetes, la hipertensión, la depresión, los bajos niveles de educación, el aislamiento social y la falta de actividad cognitiva. Frente a este panorama, los profesionales Sergio Cabrera y Andrea Aristizábal coinciden en la importancia del autocuidado y el aprendizaje continuo desde la infancia con el fin de activar los circuitos cerebrales y tener una mayor reserva de la información que se encuentra en ellos. La actividad física regular, la alimentación balanceada y la interacción social son la base para protegerlos.
En el siguiente infográfico te compartimos algunas recomendaciones que aportan al bienestar de tu memoria.
Fecha de publicación: mayo 12 de 2019.
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