La importancia de cuidar a los cuidadores
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La importancia de cuidar a los cuidadores

9 abril 2021 Saludables

Los cuidadores realizan una labor noble y demandante. Para que la desarrollen en óptimas condiciones, es necesario que adopten hábitos saludables y estén alerta a señales de alarma que indiquen agotamiento, desgaste u otras condiciones.

Cuando una persona no puede desplazarse, alimentarse o vestirse por sí sola a causa de problemas físicos o cognitivos requiere del acompañamiento diario de un cuidador que vele por su bienestar integral. En muchas situaciones, las tareas del cuidador las desempeña un familiar, quien decide aceptar este compromiso que demanda entrega, paciencia, conocimiento y voluntad.

Estar pendiente de las necesidades del otro tal vez afecte la salud física y mental del cuidador, al punto de que llegue a sufrir del llamado síndrome del cuidador. Este se manifiesta, explica Sebastián Herrera, sicólogo saludable de SURA, “cuando hay fatiga, irritabilidad y cambios en el sueño y en la alimentación por dejar a un lado el bienestar propio y dedicarse 100 % al cuidado de quien lo precisa”.

¿Quiénes son los cuidadores?

Idealmente, debe ser alguien paciente, tolerante y empático. Asimismo, que tenga actitud de servicio, habilidades comunicativas desarrolladas y buen estado físico. Existen tres tipos de cuidadores: familiares (quienes cuentan con el tiempo), informales (no son parte de la familia y pueden ser voluntarios o religiosos) y formales (con formación en el campo, como gerontólogos o enfermeros).

Por otro lado, es clave que el cuidador tenga claras sus capacidades y limitaciones con el fin de que identifique hasta dónde puede llegar y si necesita apoyo. Debe ser consciente de la importancia de que haya equilibrio entre el cuidado del otro y el propio porque, solo de esa manera, es posible el bienestar de ambos.

Síntomas y factores que afectan la tarea del cuidador

El cuidador puede olvidarse de su propio bienestar por estar sumergido completamente en sus actividades. Como indica Sebastián Herrera, “entrega su tiempo, salud y pensamientos a la otra persona sin saber, en muchos casos, hasta qué punto está preparado en los ámbitos emocional y sicológico para enfrentar este proceso”.

Los siguientes son síntomas a los que un cuidador, su familia o la familia de la persona que cuida deben prestar atención:

  • Alta sensación de monotonía o de no poder realizar actividades que antes hacía.
  • Fatiga e irritabilidad constantes.
  • Insomnio y mala alimentación (aumento o disminución drásticos de peso).
  • Olvidar las propias necesidades y sentir que ya no da más.
  • Sensación de vacío y tristeza durante gran parte del día.
  • Decaída en el estado de ánimo y propensión a enfermarse más seguido. 
  • Dolor de espalda, cabeza, hombros y rodillas.

Esto no solo afecta al cuidador, sino también a la persona enferma o en situación de discapacidad “porque, en medio de un ataque de irritabilidad, es posible que se presente un maltrato o una negligencia. El cuidador empieza a perder el sentido de todo lo que lo rodea”, dice Sebastián Herrera.

Hábitos saludables para los que atienden a otros

Hábitos para evitar agotamiento y fatiga

Jessica Cano, enfermera de SURA, afirma que “nunca estás preparado para asumir que alguien cercano a ti tenga un evento que lo lleve a depender de otra persona. Tampoco estás listo para desplazar tus actividades habituales o proyectos de vida para enfocarte en el cuidado de ese ser”. Si bien esta responsabilidad puede relegar los intereses del cuidador, es necesario que este conserve o adopte hábitos saludables en beneficio de su cuerpo y su mente, entre ellos:

  • Alimentarse de forma balanceada: las comidas deben ser ricas en potasio para beneficiar la salud mental. Los granos, lácteos y verduras favorecen los ciclos del sueño y disminuyen la ansiedad. Hay que evitar las bebidas estimulantes y alcohólicas.
  • Realizar actividad física: esta mejora el ánimo y reduce el estrés y la ansiedad. Si las labores de cuidado requieren esfuerzo físico, la persona debe hacer ejercicios de estiramiento y fortalecimiento de músculos y articulaciones.
  • Descansar lo suficiente: es vital que el cuidador duerma entre siete y ocho horas diarias para que cuente con buena resistencia física durante la jornada y se aminoren sus niveles de irritabilidad. Además, debe descansar una vez por semana, como mínimo, y realizar pausas activas tanto en la mañana como en la tarde.
  • Exteriorizar emociones y proteger su salud mental: cuidar quizá produzca estrés, mal humor, tristeza y frustración. Por lo tanto, la persona necesita espacios de conversación con su red cercana o profesionales de la salud (como sicólogos) en los que se exprese y desarrolle estrategias de acompañamiento. También requiere meditar, hacer cosas que le gusten y participar en actividades sociales para establecer y conservar sus relaciones afectivas. 

Fecha de publicación: abril 09 de 2021.

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