¿Cómo enseñarles a los niños a ser buenos hermanos?

Enseñarles a los niños a ser buenos hermanos es posible. ¿Cómo fortalecer su relación? ¿Qué deben tener en cuenta los papás?

Para Mariana, su hermano Mateo es el ser más importante. El hecho de que él esté bien significa todo para ella. Mateo siente lo mismo por su hermana. Tienen una relación muy fuerte basada en la confianza; se escuchan y se apoyan en todo momento. Mariana tiene una amiga llamada Ana que también tiene un hermano, Juan. Ellos pueden pasar varios días sin hablar ni compartir, no saben mucho de sus vidas, discuten con frecuencia y no concuerdan en numerosos temas.

Todos los hermanos se quieren, pero los primeros tienen una relación más sólida y constructiva que los segundos. ¿Cómo lograr esto más allá de las diferencias entre ellos como personas distintas e independientes que son? ¿Cuál es el papel de los padres en ese proceso?

La infancia es una etapa de la vida en la que se cuenta con todas las posibilidades para que los hermanos fortalezcan sus lazos, pero la realidad es que no hay fórmulas mágicas. La conciencia de brindarles a los niños una educación que propicie su desarrollo pleno y feliz es el inicio del camino. Ser buen hermano, como tantas otras cosas, se aprende por medio de un acompañamiento permanente y numerosas lecciones y experiencias de vida.

Estas son recomendaciones que te pueden ser útiles si de ti depende la formación de un pequeño. Aplícalas y cuéntanos en un comentario cómo te va. Nos interesa leerte.

Ayúdales a entender el vínculo entre hermanos

Los niños deben aprender a respetar a quienes los rodean. Cuando se les hable de sus hermanos hay que mostrarles que el vínculo que tienen es más grande que el que pueden construir con sus amigos. Profundizar en que nacieron del mismo amor de sus padres y que siempre van a estar el uno para el otro en los momentos buenos y difíciles, ese es un buen ejercicio para que los pequeños comiencen a tomar conciencia y fortalezcan su relación.

Muéstrales que el respeto es lo más importante

Ninguna relación entre hermanos —o realmente con cualquier persona— puede darse sin respeto. Es fundamental que los niños aprendan que nada justifica la agresión física y verbal; que ante las dificultades es mejor hablar o buscar el acompañamiento de sus papás u otro adulto, y que su hermano, como él, tiene sentimientos y merece ser escuchado.

Protección y ayuda mutuas

Los hermanos mayores tienen en muchos contextos la responsabilidad de cuidar a sus hermanos menores, aunque el acompañamiento de los adultos debe ser permanente e incondicional. El hermano mayor está en capacidad de velar por su hermano pequeño en la realización de actividades sencillas que les permitan a ambos aprender lecciones de seguridad, confianza y amor. El hermano menor empieza a ver al mayor, con esto, como un apoyo, un ser al que puede recurrir si requiere ayuda.

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Las diferencias son naturales y hay que dejar que sigan su curso

Los hermanos son personas distintas. A cada uno debe permitírsele desarrollar sus gustos, su personalidad, temperamento y actitud. En ese camino, surgirán entre ellos numerosas diferencias. Las peleas pueden ser frecuentes. Por ejemplo: los niños se ponen celosos cuando ven que uno de sus padres le está prestando demasiada atención a otro de sus hijos o si uno de sus hermanos está jugando con algo que le pertenece.

Aunque el adulto siempre debe acompañar a los pequeños, lo correcto es dejar que se expresen. Estar atentos a lo que dicen y a la manera como enfrentan las situaciones. En otras palabras, hay que dejarlos actuar para que aprendan a tomar sus propias decisiones y a relacionarse con los demás. Interviene si es necesario y habla con los niños en caso de que haya agresión.