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Una mirada a las residencias especializadas para mayores

3 agosto 2018 Revista 5 Sentidos

No son asilos, ancianatos o albergues, las residencias especializadas son espacios para vivir con buena calidad de vida y lo mejor posible.

No son asilos, ancianatos o albergues, las residencias especializadas son espacios para vivir con buena calidad de vida y lo mejor posible. Conozca más de ellas aquí.

En nuestra civilización latina la cultura de la familia ha sido fuerte y en ese marco de ideas, los ancianos “siempre estarán mejor en la familia”. Sin embargo, las condiciones actuales no son las mismas de hace cincuenta años. Si antes los espacios eran grandes y había familias numerosas en las que siempre se encontraba a uno o dos miembros del núcleo en casa, hoy los hogares son más pequeños y los integran pocas personas, generalmente ocupadas trabajando, estudiando o construyendo su propia vida.

En este escenario, una persona anciana en casa es una persona que permanece sola, casi las 24 horas, en la mayoría de los casos, dependiendo de otros para su alimentación, sus medicamentos, su entretenimiento y con pocas tareas que realizar. Tienen comida, disfrutan a sus hijos y nietos un par de horas cuando llegan del trabajo o el estudio, están rodeados de sus objetos personales y, sin embargo, muchas veces, su vida se desarrolla únicamente dentro de la vivienda, alternando entre dormir, comer, ver televisión y, en algunos afortunados casos, departir con una empleada doméstica o una enfermera encargada del cuidado. Porque si antes eran reconocidos como “la sabiduría y la memoria familiar”, hoy muchos los consideran, erróneamente, personas que ya vivieron y que no tienen mucho que aportar.

Posiblemente tienen sus necesidades básicas resueltas, pero su desarrollo cognitivo, emocional y social están disminuidos al mínimo lo que lleva a que día tras día su calidad de vida se deteriore.

Una vida completa

¿Qué necesita una persona mayor para ser feliz? Lo mismo que otra a cualquier edad: además de alimentos, medicamentos, prevención de riesgos y cuidados físicos, necesita respeto, dignidad, afecto, moverse, hacer ejercicio, disfrutar de actividades que promuevan su cognición, contacto con otros seres humanos, tener un lugar en el mundo, responsabilizarse de su bienestar y tener un proyecto de vida. Y esto es tan posible y tan necesario a los veinte como a los setenta. Contar con actividades y planes que nos inspiren y que nos den razones para levantarnos cada día, porque cada día es un día más para crecer y expresar lo que somos en este mundo.

Acumular años no implica necesariamente retirarse del mundo, marginarse ni estar enfermo. Aunque hay cambios y algunas personas experimentan deterioro en algunas de sus capacidades y requieren algunas condiciones especiales que les ayuden a ser funcionales, la vida continúa y debe vivirse con dignidad y de la mejor manera posible hasta el último instante.

Una residencia, ¿sí o no?

En la medida en que el tiempo pasa y las condiciones personales se modifican, se requiere proveer con frecuencia compañía y cuidados específicos. Si el entorno, la estructura de la casa, las personas involucradas, la vecindad o el círculo social cercano son adecuados, el hogar puede ser el mejor lugar. Sin embargo, si se vive en una casa llena de escaleras y obstáculos, rodeada de calles difíciles de cruzar, entonces las condiciones de seguridad no permiten que la persona mayor salga y se gestione sola; si las distancias geográficas llevan a que cada vez sea más difícil contar con la compañía de amigos y realizar las actividades que se disfrutan, y si la vida se convierte en una serie inagotable de “no se puede”, en dejar de hacer y disfrutar y en confinarse en un hermoso espacio, pero solitario, es el momento de pensar en una residencia para personas mayores, especializada.

La persona mayor debe continuar ejercitando la esfera cognitiva, la esfera física, las habilidades sociales y las capacidades funcionales y si esto no es posible en su hogar, hay que proveerlo fuera de él.

mujer ejercitandose

Para las generaciones de más de cuarenta años, hablar de residencia para personas mayores trae a la mente la imagen del antiguo ancianato, un lugar confinado donde se va a pasar los días sin mayor esperanza, espacio en el que se pierden la libertad, la individualidad, el derecho a decidir y a autodeterminarse, donde se pierde el derecho y el deber de disfrutar la vida.

Sin embargo, el concepto de residencia especializada ha evolucionado y se tiene claro que debe ser fundamentalmente un espacio de vida en el que se cuenta con la posibilidad de compartir cada momento con personas afines, pero con el cuidado y presencia de personal especializado en el cuidado y acompañamiento en el desarrollo del proyecto de vida.

La decisión de buscar una residencia especializada, generalmente se toma en tres casos:

  1. Cuando una persona ya no puede hacerse cargo de sí misma porque ha perdido sus capacidades físicas o mentales, o ambas, y es difícil para quien lo ayuda darle los cuidados necesarios y garantizarle una buena calidad de vida en casa.
  2. Cuando la persona comienza un deterioro cognitivo (demencia) y ella misma y su familia optan por una residencia para personas mayores en la que obtendrá todos los cuidados y una mejor calidad de vida.
  3. Cuando una persona voluntariamente lo decide porque lo ve como la mejor opción para ella y sus seres queridos en esta etapa de la vida.

Qué buscar

Encontrar el lugar correcto resulta fundamental para garantizar que se logren los objetivos de mantener o mejorar la calidad de vida y la funcionalidad de la persona y de su familia. Es un gran beneficio para todos. Hay varios aspectos que debe cumplir una buena residencia para personas mayores:

  • Que cuente con personal especializado. Personas formadas y entrenadas en la atención integral a la persona mayor, que sepan cubrir las necesidades biopsicosociales y espirituales del adulto mayor, dando un manejo integral del mismo.
  • Que cumpla las normas nacionales y regionales en infraestructura, seguridad y calidad, definidas para estos centros. Espacios amplios y suficientes para sus actividades diarias, iluminación adecuada y ventilación natural, eliminación de obstáculos y barreras que generan riesgo de caídas, dotación de accesorios y diseños estructurales que facilitan las actividades de la vida diaria y disminuyen los riesgos y promueven la independencia.
  • Respaldo. Es importante contar con el apoyo de una institución sólida.
  • Que haya calidad humana. Personas que buscan el bienestar de la persona mayor, mantener su funcionalidad y calidad de vida.
  • Que se le oriente y acompañe para construir y seguir desarrollando su proyecto de vida. Porque es tan importante tenerlo a los veinte años como a los noventa.
  • Que se enfoque en atención centrada en la persona. Es decir, que se planeen y desarrollen las actividades de la residencia de acuerdo con las necesidades de los residentes; se respeten su dignidad y sus creencias, se promuevan su autonomía e independencia y se mantenga su derecho a tomar decisiones.
  • Que se considere su estado de salud de manera individual, buscando siempre la funcionalidad y la calidad de vida como el mejor resultado posible, mediante actividades de estimulación cognitiva, física, social.

Las residencias especializadas para mayores son espacios para ganar calidad de vida y funcionalidad, desarrollando un proyecto de vida.