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¿Qué hago si mi hijo es homosexual?

30 mayo 2017 Revista 5 Sentidos

No es una enfermedad, por lo tanto no debes pensar en curarlo. La clave está en asumirlo y apoyarlo.

Chica con luz arcoíris

Sin apoyo familiar, los jóvenes homosexuales pueden caer en depresión y tomar decisiones equivocadas.

No es una enfermedad, sino una característica tan personal como el color de los ojos. Sin embargo, nos da pánico. ¿Cómo actuar constructiva y correctamente?

La homosexualidad es la preferencia sexual y romántica hacia personas del mismo sexo. Es una característica tan personal como tener el pelo rizado o lacio o tener los ojos azules o negros. Se sabe que hay diferencias claras en la estructura cerebral de las personas heterosexuales y las homosexuales, pero está en estudio todavía cómo se determina la orientación sexual.

Puede tener origen genético, puede tener origen en el desarrollo del embrión, pueden existir condicionamientos vivenciales (abuso por parte de un mayor, una figura paterna/materna dominante), al respecto, las investigaciones aún no han dicho la última palabra. Lo claro es que no se trata de una enfermedad ni de una patología y por lo tanto no es algo que se “cura”.

La homosexualidad tampoco determina el ser buena o mala persona. No significa ser antinatural, antisocial, promiscuo y tampoco convierte a las personas en personajes “raros”. Se sabe que la promiscuidad, los comportamientos antisociales, las adicciones a narcóticos o alcohol, cuando se presentan en este grupo, responden más bien a la enorme presión social y familiar a la que se ven sometidas estas personas, de forma que se sienten excluidas, no se aceptan a sí mismas, no logran integrarse y están en una búsqueda permanente de ser queridas, aceptadas, pertenecer o evadirse de una situación que puede convertirse en invivible. Es importante aclarar que, a diferencia de lo que muchos piensan, entre los homosexuales no hay mayor tasa de enfermedades mentales o trastornos que en la población heterosexual.

Estereotipos y definiciones

La orientación sexual no se define hasta la etapa de la adolescencia. En la infancia, la curiosidad es el mecanismo por medio del cual se conoce el mundo y nos definimos a nosotros mismos. Querer vestirse con la ropa del sexo opuesto, mirarse o mirar el cuerpo de otros pequeños de su mismo sexo o del sexo opuesto se consideran simplemente comportamientos exploratorios. Descubriendo lo que hay en el entorno sienten, van logrando claridad sobre quiénes son, lo que quieren y lo que les llama la atención. Se trata de etapas necesarias para construirse y luego, en la adolescencia, definirse.

No se puede hablar de niños o niñas homosexuales. Puede haber niños delicados y niñas bruscas, es posible que odien el fútbol y prefieran juegos de imaginación, o que una niña se niegue a tener el pelo largo y a jugar juegos alusivos al cuidado (cocinitas, escuelita, mamá, etc.). Lo mismo ocurre si se quieren vestir con ropa del otro sexo: puede ser simplemente que admira y se identifica con alguien y desea emularlo, pero esto no tiene nada que ver con la orientación sexual, sino con los estereotipos y categorías de género de la sociedad en la que viven.

Alrededor de los 9 o 10 años se comienzan a sentir inclinaciones románticas hacia personas del otro sexo o del mismo sexo. Con la pubertad y sus cambios hormonales, se consolida la orientación sexual: ¿heterosexual?, ¿homosexual?, o ¿bisexual? Sea cual sea, no está en manos de los padres cambiarlo, su papel debe ser ayudarles a aceptarlo, a aceptarse y aprender a vivir sana y responsablemente.

Sentimientos comunes de los padres frente a la homosexualidad

Culpa: ¿Qué hice mal? ¿Descuidé a mi hijo o hija? ¿Alguien le hizo daño? La realidad es que en ningún caso la condición de homosexualidad tiene que ver con ellos. Es, simplemente, otra característica, como su tamaño, su color de piel, o su tono de voz.

Miedo al qué dirán y al señalamiento social: porque no queremos ser diferentes y porque quisiéramos evitarles a nuestros hijos el rechazo que posiblemente sufrirán. Pero la actitud no debe ser de negación, sino de aceptación y valentía. Es, y por lo tanto hay que asumirlo y vivirlo dignamente.

Rechazo por condicionamientos religiosos o culturales: las sociedades latinas suelen ser machistas y la homosexualidad muy señalada. Igualmente, las religiones suelen condenar el homosexualismo. La realidad es que la orientación sexual no determina nada diferente a su escogencia de pareja. No tiene nada que ver con que sea una buena o mala persona, que sea caritativo o egoísta, que sea responsable o no, que le aporte a la sociedad o no. Especialmente en este caso, los padres deben trabajarse a sí mismos para darle prioridad a ese niño o niña que los necesita, concreto, real y que sigue siendo el mismo que siempre ha sido, sobre condicionamientos sociales, religiosos o culturales abstractos. Los hijos son un vehículo enorme de aprendizaje para los padres y en el caso de la homosexualidad, el mayor reto está en trabajarse a sí mismos, más que intentar cambiarlos a ellos o a ellas.

Recomendaciones durante la niñez y la adolescencia

El papel es de orientadores, siempre dentro de una dinámica de respeto. Frente a la definición sexual en la niñez es poco lo que pueden hacer, pero frente a sus actitudes de autocuidado y respeto sí se puede lograr mucho. Aspectos para tener en cuenta.

En la niñez

  • No dar por sentado: en la infancia es común querer conocer, experimentar, entrar en juegos de roles. Los padres deben acompañar sin señalar o juzgar, pero sin reforzar algo que puede ser pasajero o no tener mayor importancia.
  • No apresurar conclusiones: hay que darles tiempo para que se descubran, se definan, a su ritmo, manteniendo el papel de orientadores y escuchas.
  • Comunicarse efectivamente: es diferente a dar sermones, regañar, llenar de “debes” y “tienes”. Se trata más bien de escuchar, preguntar, procurar entender el porqué, su punto de vista. Puede ser una gran sorpresa descubrir que las razones por las que nuestros hijos hacen algo, son totalmente diferentes a las que nosotros pensamos.
  • Controlar la carga emocional: una enorme carga emocional puede convertir un evento nimio en uno que deja una marca para toda la vida. Los padres deben evitar el drama, los ataques de ira y la sobreemocionalidad al tratar los asuntos de hijos e hijas. Es preferible darse un tiempo para enfriar la cabeza y pensar cómo manejar la situación, a someterlos a una descarga que puede hacerles daño.
  • Cuidarlos efectivamente: las experiencias sexuales a temprana edad no cambian la orientación sexual, pero sí pueden generar traumas con consecuencias a largo plazo. Enseñarles a cuidarse, a no dejarse manipular por adultos, a contarnos todo lo que vivan sin vergüenza, miedo o pena es una forma de prevenir posibles peligros.

En la adolescencia

  • Escuchar y respetar: en esta etapa, si el niño o la niña se ha decidido a decir que es homosexual, es porque sabe lo que siente y quiere y hay que escuchar, preguntar y procurar entender su punto de vista. Busca el apoyo y la aceptación de su familia, que es su núcleo básico de soporte.
  • Darle soporte, seguridad y cariño es evitar que tenga que salir a buscarlos por fuera: cuando una persona se encuentra aislada, juzgada, se ve como algo sucio o indeseado, puede caer en una depresión y buscar apoyo en amigos o personas externas con dudosas intenciones o puede asumir conductas de riesgo buscando esa aceptación y afecto que no encuentra en casa.
  • No olvidarnos que sigue siendo el mismo niño o niña de siempre: independientemente de su orientación sexual. Esta es solo una característica más. No aquello que define. El desarrollo en todos los otros aspectos del ser es exactamente igual al de cualquier otro menor heterosexual.
  • Aceptar y orientar: el apoyo de la familia significa entender que esa persona ya tiene algo definido en su mente, que no se trata de una enfermedad, que no la hace mala, que requiere apoyo y protección en el núcleo familiar. Lo que viene es aprender a quererse, aprender a tener una conducta sexual sana, así como en todos los aspectos de su vida.
  • Es importante buscar restablecer la unidad familiar, el respeto y el afecto: que este hijo sienta que tiene el apoyo, que es incluido y que cuenta con su entorno familiar.
Fuente: Fairuz Dow Franco. Psicóloga. Lucrecia Ramírez Restrepo; M.D. Psiquiatra.