Es una de las partes del cuerpo más despreciada y maltratada. Descubra qué tan falso o cierto es lo que se dice sobre ellos y los zapatos.
Es una de las partes del cuerpo más despreciada y maltratada. Descubra qué tan falso o cierto es lo que se dice sobre ellos y los zapatos.
1. Los zapatos apretados no evitan que el pie se ensanche. Esto sucede tanto en longitud como en anchura por una caída del arco debida al envejecimiento. El pie sufre cambios a lo largo de la vida, de forma que se puede calzar 38 a los 18 años y tener una talla mayor a los 60 años.
2. No es cierto que los problemas de columna vengan de los pies o de los zapatos. El primer reto para la columna consiste en mantenernos parados en forma axial sobre nuestras extremidades inferiores. Si a eso le sumamos vicios de postura (agacharse, sentarse o acostarse de forma incorrecta) y no se tiene la musculatura adecuada para esa posición erecta, se van a tener molestias de columna. También se encuentran patologías comunes como son la contractura muscular de pantorrilla o muslo (lo sufre alrededor de 75% de la población).
3. Aunque ha sido estigmatizado, el pie plano no debe considerarse malo en sí. La mayoría son pies planos elásticos que no tienen ningún problema y, de hecho, hay muchos deportistas que los presentan sin que esto afecte su desempeño o su salud. Sin embargo, el pie plano rígido sí puede asociarse a varias patologías (astrágalo vertical congénito, artrogriposis, barras tarsianas), pero resulta poco frecuente.
4. No todas las deformaciones de pie se deben a malos zapatos. Cuando hay contractura de isquiotibiales y gastrosóleos (músculos posteriores de muslo y pantorrilla), la fuerza de pisada en el proceso de despegue y asentamiento del pie son mayores y eso produce unas cargas fuertes en la región plantar anterior, que generan callo; pero si, además, esta persona tiene pie “griego” (con el segundo y tercer metatarsianos más largos), fuera de un callo difuso, se va perdiendo el arco transverso del pie (o se vuelve convexo) y comienza una sensación de ardor y quemadura. Con el tiempo, el segundo y tercer dedo se empiezan a separar y finalmente el segundo dedo se deforma, formando una garra o en martillo, que termina cabalgando en el dedo gordo.
5. Utilizar zapatos sin tacón no siempre significa pies sanos, pues además del tacón alto otros dos factores afectan y deforman los pies: las puntas apretadas y las suelas duras sin acolchamiento. Los tres, a mediano y largo plazo, afectan los pies y generan una cantidad de patologías, desde callos, juanetes, metatarsalgia o neuroma de Morton hasta deformación.
6. Un zapato ideal debería tener entre dos o tres centímetros de tacón, suela elástica para disminuir el impacto, puntera redonda y plantilla acolchada, esta última porque con la edad se va perdiendo el recubrimiento graso de la planta del pie.
7. No todas las plantillas ayudan a mejorar el calzado. Las únicas que se conocen que realmente disminuyen el impacto y reemplazan la capa grasa de la planta del pie, son las de sorbothane o memory foam y diversas durezas de plastazote. Las de gel o silicona sí disminuyen la presión, pero aumentan mucho la temperatura dentro del zapato.
8. En el calzado deportivo prima la funcionalidad a la estética. Por eso, existe un calzado diferente según las exigencias de cada deporte que se va a realizar: los zapatos para baloncesto suelen ser botas, para disminuir el riesgo de daño de tobillo; los de voleibol tienen suelas elásticas, con muy buena amortiguación de caída; los zapatos de caminante generalmente son botas de suela rígida y muy buen acolchado interiormente. Lo ideal del calzado cotidiano es que fuera bonito, pero sobre todo cómodo y respetuoso con nuestros pies.
Reconozca sus propios pies
Conocer los propios pies y la forma de caminar es fundamental para saber qué calzado comprar. Tenga en cuenta estas variables para la elección de zapatos:
- Altura propia.
- Peso.
- Si es deportista o los músculos, tendones, etc., pueden estar fuera de forma.
- ¿Ha tenido algún daño o accidente en los pies en el último año?
¿Qué tanto sabía sobre los pies?, ¿tiene cuidados especiales con ellos? Compártanos sus comentarios.
Fuente: Juan Pedro Kalb Heckel, M.D. Ortopedista.