Hay eventos de los que es difícil recuperarse, pero se puede lograr. Aprenda cómo ayudar a otros a superar una situación así.
A veces ocurren hechos que se escapan de las manos: un secuestro, un acto violento, un desastre natural, un rompimiento afectivo, una muerte que dejan marcas que requieren tiempo y esfuerzo para sanar.
Y no todos reaccionan igual frente al trauma que esto puede causar. Algunas personas tienen la resiliencia y estructura suficientes para pasar la hoja y continuar con su vida, pero otras pueden presentar secuelas que requieren una intervención externa para superarlas. Además, dependiendo de la intensidad, frecuencia o tipo de trauma, puede ser más o menos difícil sobreponerse, por ejemplo, el abuso sexual o físico en la infancia, incluyendo el bullying, son factores de riesgo para muchos trastornos mentales en el futuro.
Cuándo buscar ayuda
Tras un trauma es frecuente que haya reacciones durante el primer mes, pero si corre el tiempo y la persona presenta alguno de estos síntomas, hay que buscar ayuda profesional:
- Evitación: alejarse de lugares, personas, objetos, o situaciones que estén relacionadas o recuerden el evento.
- Reexperimentación: volver a “vivir” el evento con la respuesta fisiológica de pánico, sea durante el día o en pesadillas. En la vigilia suele ocurrir por la presencia de detonantes, como el sonido de una moto si fue un atraco o tuvo un accidente; un olor, una prenda de vestir, etc.
- Estados de alerta patológicos: se expresan con angustia y hacen reaccionar frente a cualquier pequeño estímulo.
- Embotamiento afectivo: bloquear cualquier expresión afectiva hacia los allegados. Es causado porque la experiencia fue tan fuerte que el cerebro bloquea la emoción para protegerse. Estas personas son incapaces de recibir ni expresar afecto, apego o ternura.
Quienes han sufrido eventos traumáticos o han perdido a un ser querido de una forma traumática tienen un altísimo riesgo de:
- Depresión (entre 70% y 80% la presentan).
- Consumo de alcohol o drogas psicotrópicas.
- Conductas compulsivas como adicción al sexo, videojuegos, ludopatía, etc.
- Conductas que pongan en peligro su vida.
Es muy importante comenzar un tratamiento temprano para poder evitar estos riesgos asociados.
Cómo es la ayuda profesional
La recuperación de un trauma es un proceso largo y delicado que debe ser realizado por profesionales para que la persona y sus allegados puedan recuperar su calidad de vida.
El tratamiento más efectivo es el combinado, que involucra un manejo farmacológico (dirigido por un psiquiatra) y un tratamiento psicoterapéutico apoyado por las terapias que se crean necesarias: rehabilitación neuropsicológica (si hay déficit de atención, memoria, función ejecutiva, etc.), reintegración laboral, terapia de familia, de pareja, expertos en duelo, entre otras.
El manejo farmacológico mejora los síntomas de reexperimentación, estados de alerta, ansiedad y depresión y la terapia psicoterapéutica es fundamental para superar la evitación, el bloqueo afectivo y los problemas adyacentes derivados del trauma, de forma que la persona pueda reintegrarse a la vida normal.
La terapia busca que se pueda expresar, narrar, hacer consciente lo ocurrido para integrarlo a sus recuerdos sin que le genere reacciones de pánico y ayudarle a tener una exposición gradual al sitio, las personas, los objetos que evita. Esto debe ser realizado con extremo cuidado, en forma sistemática y acompañado de profesionales para evitar reacciones que pueden ser bastante graves.
Factores protectores
Hay factores protectores que hacen que una persona tenga más posibilidades de recuperación si tiene un trauma, que pueden desarrollarse desde la infancia:
- Resiliencia. Capacidad de recuperación tras un evento.
- Desarrollar tolerancia a la frustración.
- Seguridad afectiva. Saber que cuentan con un amor incondicional por parte de sus padres y familiares.
- Buen apoyo social (familia, trabajo, etc.).
- Buena comunicación.
- Fortaleza espiritual.
- Vida saludable (sin consumo de alcohol o sustancias).
- Conciencia frente a las conductas de riesgo.
La familia como soporte
El amor y soporte de la familia es fundamental en la recuperación de quien ha sufrido un trauma. Sin embargo es importante saber qué hacer y qué no:
Los síes
- Claridad: la familia debe dimensionar el problema en su tamaño real. Ser consciente de que hay una condición que no está bien y que debe actuarse correctamente para ser una ayuda efectiva en la recuperación.
- Informarse: acompañar a la persona a las citas médicas y psicológicas, involucrarse y leer sobre las condiciones que sufre como depresión, ansiedad, reexperimentación, blindaje afectivo y otros.
- Respetar sus tiempos: permitir que se regulen sus ciclos de sueño, apetito, apetito sexual.
- Buscar toda la ayuda profesional necesaria: estos procesos de recuperación son largos y de avances a veces imperceptibles. Puede que la familia también requiera apoyo y ayuda psicológica para mantener el equilibrio.
Los noes
- No juzgar: no es que la persona sea floja, perezosa, débil, no tiene voluntad, sea desagradecida o esté en pecado. Está enferma, requiere tratamiento y necesita recuperarse.
- Evitar decir “ponga de su parte”: la persona no se siente mal porque quiere. Hay un proceso interno que debe resolverse y requiere ayuda.
- No forzarlo: a comer, a salir, a ir a fiestas, a conocer gente. Llenarlo de actividades lúdicas no soluciona el problema. En cambio, puede generar mayor estrés, sensación de culpabilidad por estar sufriendo “cuando no debería”.
Lo importante es entender que la persona está incapacitada, tiene “fracturada el alma” y al igual que una fractura física necesita recuperarse para que no se complique la lesión, una “fractura emocional” necesita tiempo, cuidado y terapia.