Este cambio es una oportunidad para que los niños empiecen a afrontar la vida sin la protección constante de sus padres. Lo importante es informarse y buscar el bienestar de los pequeños.
El ingreso a la guardería puede ser un momento feliz o traumático y depende en gran medida de los padres. Nuestra responsabilidad no solamente es cuidarlos, sino también ayudarlos a desarrollar todas las habilidades para defenderse en ese mundo complejo en el que tendrán que desenvolverse.
La guardería es el primer encuentro de los pequeños con esa realidad y sus normas básicas: horarios, aprender a concentrarse más de cuarenta minutos en una misma actividad, pasar varias horas fuera de casa, socializar con otros niños, desarrollar estrategias para resolución de conflictos y enfrentar la frustración, maduración cognitiva y hasta exposición a patógenos que de pronto no habría en casa. Pero además es el momento de desarrollar un poco de independencia, formar su propio carácter y tener mucha diversión, juego y risas.
La realidad es que los pequeños generalmente están abiertos al cambio y al aprendizaje. Todo lo nuevo los llama, los atrae, les provoca, porque el mundo está fresco y brillante para descubrir y conquistar. Sin embargo, también son espejo de sus padres y cuidadores: los miedos, las aprehensiones y las inseguridades de los papás se transfieren a los hijos y el hecho de “soltarlos”, de que comiencen un camino por sí solos, a muchos les da pánico.
¿Qué hacer para que sea un evento positivo?
- Visitarla, conocer y hablar con los que serán profesores y cuidadores, para la otra persona, sino para sí mismos. enterarse de las actividades y rutinas en las que participará, cerciorarse de que sea una guardería certificada, que tienen un protocolo de atención médica establecido, su forma de enfrentar una emergencia, entre otros. Los padres tienen que estar muy seguros y tranquilos.
- Familiarizarlo con los nuevos espacios. Lo recomendable es que antes de que comience el término escolar, es decir, esos primeros días en que se inscribe el niño y se comienza a visitar la guardería, los padres o cuidadores se queden jugando y explorando los diferentes espacios del jardín infantil en compañía de su bebé, de manera que se sienta cómodo y seguro cuando visite de nuevo ese lugar sin sus figuras de apego.
- Una despedida corta y sin dramatismos. Si la madre llora y se separa del niño como si nunca lo fuera a volver a ver, el pequeño se contagiará de esa angustia. Es fundamental que los padres lleven esos primeros días al pequeño a la guardería con una actitud positiva, le digan al niño que va a estar muy bien, que va a compartir con amiguitos, va a aprender muchas cosas, que le cuenten con quién se va a quedar, a qué horas lo van a recoger y se marchen a sus actividades sin que haya drama.
- Un objeto de apego, por si acaso. El pequeño seguramente se sentirá extraño o cansado en algún momento. Es normal que llore en esas primeras semanas de comienzo en la guardería, pero las profesoras están entrenadas para manejar ese llanto y brindarle apoyo al pequeño. Si el niño tiene su cobija, su peluche favorito o cualquier elemento de apego se sentirá más seguro y tranquilo en ese ambiente que todavía es extraño.
- Recogerlo como se le prometió. Si se le ha dicho al pequeño que se le recogerá a determinada hora, estar allí a tiempo. Es recomendable que sean los padres quienes vayan por él esos primeros días y si no pueden, que sea una persona de confianza para el niño.
- Interés, comunicación e interacción. Para el niño es su primera aventura y los padres deben mostrar todo el interés al respecto. Preguntarle qué hizo, a quién conoció y repetir las actividades en casa de forma que el niño entienda que puede hacer lo que hace en la guardería con los amiguitos, también en casa con sus papás.
- Disminuir la aprehensión. Es importante que los padres tengan en cuenta que posiblemente su niño se va a caer en algún momento, le van a jalar el pelo, va a pelear por un juguete o lo van a morder. Los niños son niños y aún no han desarrollado habilidades verbales o de manejo de conflictos, de forma que en vez de decir “disculpa, ¿me prestas tu muñeca?”, simplemente la arrebatan; en vez de llegar a “por favor, no me empujes que me molesta”, simplemente van a recibir un mordisco como respuesta. Aprender a enfrentar los pequeños conflictos y a reaccionar en forma menos primaria es parte del aprendizaje por el que están allí.
- Forjar una alianza exitosa. Tanto la guardería como los padres tienen la misma meta en común: el bienestar del niño. Por eso hay que aprovechar esta alianza lo más posible y se logra con una comunicación abierta, continua, fluida y respetuosa. Los profesores son los que pasan más tiempo diurno con el niño y descubrirán una cantidad de cosas e información valiosa que posiblemente no tienen los padres: su percepción del hogar, miedos o tendencias. Es importante escuchar y trabajar en conjunto con ellos para ayudar al pequeño en lo necesario.
¿Qué hacer si el niño no quiere ir a la guardería?
Cuando un niño tiene miedo, así se le haya hecho toda la presentación, no hay que obligarlo a quedarse. Puede que requiera dos o tres semanas más de preparación. Si los padres no pueden pasar dos o tres horas con él en la guardería, debería de todos modos ir con un cuidador de confianza. No se trata de obligarlo a que esté en la guardería contra su voluntad, sino de realizar un trabajo paulatino entre profesores y padres para que el niño se sienta seguro en esta nueva etapa de su vida, en otro ambiente y con otra rutina.
Si pasan semanas y el niño definitivamente no quiere ir a la guardería, puede ser síntoma de varias situaciones: que no es la institución adecuada; posiblemente sea una estrategia de manipulación del pequeño o que hay una relación de apego mal orientada entre los padres y el niño. Estas dos últimas situaciones requieren la mediación de un psicólogo para saber cómo enfrentarlas.
Si se tiene un ambiente sobreprotector, el niño no va a desarrollar mecanismos de defensa y herramientas para enfrentar la realidad de un colegio y luego la realidad de la vida. Ellos son capaces, así los veamos frágiles y desvalidos.