Promover hábitos saludables desde la infancia es una manera de proteger a los niños, pues las buenas conductas son un factor determinante para su crecimiento y brindan bienestar. Conoce cómo puedes ayudarles a crearlas y reforzarlas desde tu rol de cuidador.
Hemos escuchado decir que los niños con infancias felices se convierten en adultos sanos y plenos. Y, ¿qué mejor manera de asegurar su felicidad que permitiéndoles desarrollarse en entornos saludables y constructivos? Para que esto suceda es importante fomentar buenos hábitos.
Juan Fernando Muñoz Ramírez, magíster en Neuropsicología y siquiatra de adultos, niños y adolescentes, explica que los hábitos se logran a través de rutinas, entendidas como las acciones repetitivas que permiten desarrollar un buen balance físico y mental.
Siendo así, los padres deben ser los primeros en practicarlas para moldear el comportamiento de sus hijos a través del ejemplo. De este modo se facilita la posibilidad de compartir tiempo con ellos en actividades conjuntas, aplicando disciplina y generando reconocimientos o sanciones, según sea el cumplimiento de las mismas.
Hábitos saludables para promover en la infancia
Las recomendaciones no son una camisa de fuerza. Probablemente, existan saberes heredados que se han transmitido de generación en generación y funcionan muy bien. Sin embargo, estas pueden ayudarte a saber qué priorizar en los primeros años de vida:
- Llevar una alimentación sana y equilibrada. Un niño sano debe comer cinco veces al día, así: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda de la tarde y cena. Además, deben consumir entre tres y cuatro porciones diarias de frutas y verduras.
- Tomar agua: según la edad, los niños deben consumir cierta cantidad de litros diariamente. Aproximadamente, 1.3 entre los dos y tres años, 1.6 de los cuatro a los ocho, 1.9 de los nueve a los trece y de los catorce en adelante entre 2 y 2.5. Una buena opción es que carguen en su bolso un termo con agua.
- Practicar un deporte o ejercicio que sea de su agrado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que los menores en edad preescolar, es decir, entre los tres y los cinco años, deben mantenerse activos durante todo el día. Mientras que entre los seis y diecisiete deben realizar 60 minutos diarios de actividad física.
- Tener una adecuada higiene del sueño requiere rutinas y horarios para dormir. De acuerdo con la edad, los niños deben dormir el tiempo que les corresponda: entre 11 y 14 horas del primero al segundo año de vida; de 10 a 13 horas entre los tres y los cinco años; entre 9 y 12 horas de los seis a los doce, y de los trece a los dieciocho entre 8 y 10 horas.
- Mantener una buena higiene personal: cepillarse los dientes, bañarse y lavarse las manos constantemente.
- Ayudar en las responsabilidades del hogar: entre los dos y cinco años pueden darle alimento a la mascota o vestirse sin supervisión. Entre los seis y los nueve pueden hacer su cama al despertar, ayudar a limpiar y ordenar su habitación. Más grandes, de los diez a los catorce, pueden llevar el control de sus tareas escolares.
- Establecer horarios para el uso de aparatos electrónicos: los menores de dos años o menos no deberían pasar ningún período de tiempo frente a una pantalla. De los dos a los doce, máximo 2 horas, y de los catorce a los dieciocho, máximo 4, teniendo en cuenta que es muy probable que usen los dispositivos para estudiar.
- Practicar buenos modales. Pedir el favor y dar las gracias, comer sin enseñar la comida ni hacer ruidos.
- Fomentar la lectura y ejercicios artísticos que promuevan su creatividad.
- Compartir espacios extracurriculares con amigos y compañeros para reforzar valores como la solidaridad y la tolerancia.
- Respetar el medio ambiente y seres vivos. Pueden aprenderlo a través de caminatas ecológicas, avistamiento de animales o visitas a refugios.
- Compartir tiempo de calidad en familia con actividades como la hora del cuento, juegos de mesa, noche de película, dibujar o pintar.
- Entender la importancia del cuidado, en este sentido, los menores deben estar pendientes de sus pertenencias y mantener los espacios organizados.
- Encontrar mecanismos para procesar y expresar las emociones: es importante que tus hijos se sientan en un ambiente seguro en el cual puedan sentir y dialogar libremente. Se recomienda que escuches sin juzgar, que hables de forma tranquila y no cedas ante las peticiones cuando tienen rabietas. Así mismo, puedes apoyarte en cuentos y películas o hacer juegos en los que, por ejemplo, indiquen en qué parte de su cuerpo sienten una emoción específica, como rabia o frustración.
Las rutinas permiten que los niños desarrollen su autonomía y responsabilidad frente al autocuidado, la higiene, las relaciones interpersonales y el uso del lenguaje, entre otros.
Tanto así que los hábitos saludables pueden y deben extenderse a todos los contextos, incluso fuera del hogar. Esto solo es posible mientras exista en los adultos un esfuerzo consistente por ser un buen espejo para los niños, compartiendo con ellos, estableciendo una buena comunicación y practicando el respeto y el buen trato en su vida diaria.
Fecha de publicación: agosto 15 de 2022.
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