Los seres humanos están todo el tiempo conectados y esto, a la larga, afecta la manera de relacionarnos con los demás.
Las sociedades de hoy están todo el tiempo conectadas y esto, a la larga, afecta la manera de relacionarnos con los demás. Conozca por qué y aprenda a desconectarse.
Los teléfonos inteligentes han facilitado la vida a las personas: permiten la comunicación con otros a través de una llamada, un mensaje de texto o de voz, sirven de agenda, de despertador, de radio, de cámara fotográfica y de video, también para contabilizar los pasos recorridos y las calorías quemadas, conocer el clima y el estado del tráfico, solicitar un taxi o hacer una transacción bancaria, para informarse de lo que pasa en el mundo e incluso, para encontrar personas y citas. Sí, ofrecen un sin número de posibilidades y pocos son ajenos a esto.
Pero a su vez, pueden causar efectos negativos como dependencia; nomofobia, que es el miedo irracional de salir de casa y olvidar el smartphone, o el síndrome de la vibración fantasma, que es sentir que el celular suena cuando en realidad no es así.
Por sí solo no es perjudicial, lo es cuando su uso resulta excesivo y no existe un control de los minutos que se pasan con la mirada y los dedos en él, lo que a la larga crea esa necesidad de estar siempre conectados y afecta la concentración, la productividad, la creatividad y la manera de relacionarse con los demás.
“El problema no es la virtualidad, sino la relación que se establece con ella y los dispositivos que le sirven de acceso”, explica Marda Zuluaga Aristizábal, profesora del programa de Psicología en la Universidad Eafit, es decir, cuando pasan a ser el centro de nuestra vida y suplantan las actividades cotidianas, hay que hacer un pare y preguntarse, “¿con qué frecuencia me pierdo de lo que está pasando en una reunión laboral o familiar por revisar el teléfono?, ¿se ha vuelto común que las personas más cercanas me reclamen porque no les presto atención por estar mirando una pantalla?, ¿siento ansiedad cuando no reviso la actividad del correo o de las redes sociales?”, agrega.
En este sentido, es necesario encontrar un equilibrio entre lo offline y lo online, para que el uso de estos dispositivos no llegue al punto de aislarnos por completo.
Maneras de desconectarse
Es importante tener momentos de real desconexión, porque cuando se está pendiente de lo que pasa en el mundo digital “nos conectamos con historias ajenas, con imágenes que no nos pertenecen o con recuerdos de otros tiempos, mas no con nosotros mismos”, opina Elsa Vásquez Rodríguez, licenciada en Filosofía y Letras, quien también defiende el derecho a la desconexión, pues no podemos ser esclavos de un teléfono ni responder inmediatamente cada vez que alguien llama o deja un mensaje.
Algunas formas de hacerlo son:
- Establecer horarios o momentos específicos para dejar de lado el celular y realizar otras actividades como pintar un lienzo, escribir un poema, crear una joya, componer música, practicar yoga o algún deporte.
- No poner el teléfono en la mesa cuando se come en compañía de alguien.
- Desactivar las notificaciones o usar filtros.
- Tener lugares en casa libres de wifi.
- Tener fines de semana sin nada digital, viviendo solo experiencias análogas.
Dispositivos que ayudan a desconectarse
Para que las personas conversen cara a cara cuando están con amigos en un restaurante o no se pierdan detalles de un concierto por tener los ojos en la pantalla del celular, diferentes empresas han desarrollado dispositivos y aplicaciones que permiten la desconexión:
- Dolmio Pepper Hacker: es un pimentero que al girarlo bloquea la señal wifi, apaga televisores y desactiva los teléfonos móviles que estén vinculados a él a través de un software. Lo hace durante treinta minutos, tiempo para que las familias conversen alrededor de la mesa. Fue desarrollado por la marca australiana de salsas Dolmio, que buscaba que el momento de comer fuera de total desconexión digital.
- Off Pocket: es una funda que protege la privacidad de quien la usa e impide cualquier tipo de comunicación, pues bloquea la red telefónica, la red wifi y el GPS. Basta con guardar el celular, cerrar la funda y ajustar la banda elástica para que funcione como una “jaula de Faraday”, es decir, que no permite ninguna señal. Kickstarter fue el encargado de desarrollarlo y es apto para cualquier tipo de smartphone.
- Yondr: es un estuche que imposibilita usar el celular cuando no se debe, por ejemplo, durante un concierto. Su creador, Graham Dugoni, reclamaba por espacios libres de teléfonos, por eso ideó este estuche en tela de neopreno y con un microchip que impide abrirlo una vez se ha guardado, así, no habrá mensajes de texto, ni tuits, ni fotos que distraigan al usuario del verdadero espectáculo. El estuche solo se abre al pasarlo por una máquina que lo desactive.
- FaceUp: una aplicación para usar el celular de manera equilibrada y sostenible, buscando que las personas tengan control sobre este y no al contrario. La app cuenta con un test para conocer el nivel de dependencia, permite hacer seguimiento del número de veces que se consulta durante el día, el tiempo que se le dedica y las apps más utilizadas. Está disponible en la App Store y en la Play Store, fue desarrollada por emprendedores españoles.
El phubbing es la acción de relegar o no prestar atención a otra persona por estar mirando el smartphone.