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La empatía hace seres humanos más felices

30 septiembre 2016 Revista 5 Sentidos

¿Qué es la empatía? ¿Por qué es importante y para qué nos sirve? Consejos para cultivarla desde la niñez y hacer humanos más felices.

Manos sobrepuestas con pulseras

Se relaciona con la compasión, el altruismo y la caridad. Es esa característica que le da un lugar al otro, lo reconoce, acepta su experiencia, su sentir y le confiere valía. Es tal vez la mejor herramienta para lograr vínculos afectivos y sociales y construir una sociedad más justa y con una mayor conciencia de la persona, los otros y el entorno.

Es una de las cualidades más sobresalientes y la más cercana a lo que llamamos “bondad”, es un rasgo con el que se nace, pero que hay que cuidar y promover en nuestros niños.

La carencia de empatía impide el diálogo, la conciliación, puede llevar a tomar decisiones equivocadas que anulan o buscan eliminar al otro (violencia) y puede ser parte de psicopatologías complejas.

La empatía comienza con escuchar y observar al otro para “ponerse en sus zapatos”, conocer el mundo tal como es, ver, identificar y acceder a las vivencias del mundo personal, un encuentro con la propia experiencia, que hace que nos impliquemos de tal forma que pasamos a una actitud de apertura en la que podamos entender y sentir con el corazón lo que el otro está experimentando.

Aunque la cultura occidental promueve el individualismo, cada vez se tiene más claro que las relaciones empáticas son las que ayudan al equilibrio social, ecológico y económico. Aunque ser empático es una decisión, también tiene su componente biológico, pues se ha descubierto que poseemos “neuronas espejo”, que son aquellas que nos hacen reaccionar frente a los otros y que tienen la tarea, al final, de ayudar a la supervivencia de la especie.

La cuestión no es si poseemos o no empatía, sino si decidimos o no ser empáticos con quienes nos rodean y este es todo un reto de conciencia.

Ponerse en los zapatos del otro es imaginarnos, entender y sentir por un momento lo que el otro vive: que la cajera que no nos está solucionando el problema a la velocidad que queremos porque lleva seis horas de pie, con un escáner que no le funciona y una gripa que no desaparece; que no es momento de esperar un regalo costoso de nuestra pareja porque acaban de subir la cuota de la hipoteca, y que posiblemente no querrá salir de fiesta porque están en la entrega final de un proyecto que no lo ha dejado ni dormir.

Beneficios de la empatía

  • La empatía no solo tiene beneficios para la otra persona, sino para sí mismos.
  • Genera agradecimiento y una mejor actitud.
  • Promueve el respeto y un trato acorde al que le estamos dando.
  • Permite una mejor comunicación, mayor atención y facilidad en la resolución de conflictos o problemas.
  • Permite, además, entender o por lo menos acercarse a la realidad del otro de forma que se disminuyen en sí mismo sensaciones de rabia, resentimiento, fracaso y culpabilidad frente a la situación.
  • Una sociedad más empática fluye más fácilmente, porque si se reconoce y valida al otro, se generan espacios de mayor flexibilidad y movilidad para todos. Esto es calidad de vida en las relaciones y en general, en la cotidianidad.

Cultivar la empatía desde la niñez

Los niños son empáticos e intuitivos por esencia: si otro niño llora lo abrazan o lloran con él. Si mamá está estresada, él se estresa. Pero son además curiosos, supremamente receptivos y aprenden por medio del ensayo/error: si le jalan la cola al gato los araña, pero si lo acarician de manera suave ronronea lo que hace que difícilmente quieran hacerle daño.

Son asimismo el espejo perfecto para que los padres identifiquen qué es lo que ellos hacen, se cuestionen a sí mismos y crezcan, ya que responden a sus emociones con aquello que han visto y han aprendido en casa: si papá no respeta al peatón que está cruzando, no tiene autoridad moral para reprender a su hijo si resuelve sus conflictos en el colegio a puños.

¿Cómo hacerlo?

  • Alimentar la empatía es vivirla uno mismo para enseñarla con el ejemplo y acompañar, más que moldear a los hijos en su crecimiento.
  • Mantener una actitud de escucha y curiosidad con un respeto profundo por la experiencia subjetiva del niño y por lo que piensa, sin que se llegue a un regaño o una condena.
  • Enseñarle a atender, entender y respetar lo que dice su propio cuerpo, lo que siente y asumir la responsabilidad tanto de sus sentimientos como de sus propios actos. En la medida en que el niño entienda el poder de sus propias actuaciones, será más consciente y tendrá mayor responsabilidad y regulación sobre ellas.
Fuente: Julián Velásquez Moreno. Psicólogo.