Con acciones sencillas como saludar, dar las gracias y hacer nuestro trabajo bien cada uno puede aportar a la construcción de un mejor país.
Con acciones sencillas como saludar, dar las gracias y hacer nuestro trabajo bien cada uno puede aportar a la construcción de un mejor país.
Si nos pusieran a escoger, nadie decidiría vivir en tiempos turbulentos. Nadie se rodearía de personas inescrupulosas, ni querría tener las vicisitudes que hoy lo aquejan. Pero vivimos en el tiempo que nos corresponde, con lo bueno y lo sorprendente que tiene y con los grandes problemas que están ahí, los miremos a la cara o intentemos ignorarlos.
No tenemos el poder de vivir en otro mundo diferente al que se nos ha dado, muchas veces no podemos cambiar las circunstancias que nos rodean, pero sí decidir qué actitud tomar frente a ellas. Se puede simplemente renegar, quejarnos y no hacer nada, o mirar la vida como un espacio en construcción en el que todos tenemos un deber y un papel importante.
No todas las personas nacen con la capacidad de liderar, de generar cambios sociales o políticos, de hacer descubrimientos que salven vidas, pero con las aptitudes que tenemos y con una actitud positiva y constructiva podemos hacer una gran diferencia en ese pequeño espacio en el que tenemos influencia.
Cada cosa que realizamos, cada paso que damos, cada palabra que pronunciamos, tienen resonancia. Ser conscientes de ello y responsabilizarnos de nuestro paso por el mundo es la primera forma de aportar a la construcción de una realidad mejor. El saludo que se da en la mañana, dar las gracias, ser cordial, servicial, asertivo, puede mejorar el día de alguien y hacerle la vida más amable. Hacer lo que nos corresponde, nuestro trabajo bien, con consciencia, con pasión y con todo el amor posible es la mejor manera de ayudar. No somos perfectos, pero si intentamos hacer todo lo mejor que somos capaces de hacer o estamos cumpliendo con nosotros mismos y con nuestro entorno.
El libre albedrío es el ejercicio de decidir cómo vivimos nuestra vida. No la que deseamos, no la que pensamos que merecemos, sino la que tenemos hoy en nuestras manos, y al decidir cómo hacerlo, también definimos quiénes somos.
Mejor que lamentarse es actuar y a veces no se necesitan actos heroicos. Con hacer nuestra labor diaria bien y con pasión aportamos a la construcción de una mejor sociedad. No esperemos para actuar.