Cuando hay una discusión es importante llegar a un acuerdo para que no haya perdedores.
No siempre se puede tener la razón. Conozca por qué negociar con el otro es más importante que ganar.
Para que una relación de pareja sobreviva en el tiempo se requieren tres elementos básicos:
1.Compromiso: es el respeto al vínculo, a mantener la unión.
2.Intimidad: es la cercanía emocional, la amistad, el compartir.
3.Pasión: es atracción y sexualidad.
Los tres son fundamentales, pero a diario se pone a prueba la cercanía emocional y la calidad de la comunicación, que determinan, en gran medida, que el vínculo se fortalezca o se deteriore.
El problema en las parejas tiene que ver con los niveles de comunicación: la posición corporal, los tonos, ritmos, lo paraverbal, los estados emocionales en que se transmite la información, el lenguaje verbal en sí mismo y si efectivamente se transmite o no (manejo de silencios defensivos).
Se puede tener una comunicación eficiente en todo lo administrativo/gerencial del hogar y llegar a un total aislamiento en la cercanía emocional: no saber qué es lo que el otro quiere, sueña, sus metas o para dónde quiere que vaya su vida.
Comunicar, llegar a acuerdos
Cuando se está negociando algo con la pareja hay que lograr un sano balance en el que se sabe qué estoy dispuesto a ceder, sin violentarme a mí mismo, y qué puedo esperar de la otra persona sin que se violente.
No se debe olvidar que hay unos objetivos mayores que ganar: definir cómo se va a resolver la situación en cuestión y construir pareja y hogar a largo plazo. Cuando hay valores y creencias importantes para quienes tienen la discusión, es fundamental que haya diálogo para entender el punto del otro y negociar, porque si hay un ganador, existe un perdedor y por ende, mucho descontento.
Consecuencias de siempre “ganar”
Pueden ser variadas y devastadoras:
- En el ego de la persona o en su autoestima: se siente no escuchada, incomprendida, subvalorada o irrespetada en sus creencias y valores lo que puede generar problemas en su autopercepción y malestar en la relación.
- En su empoderamiento: culturalmente recae en la mujer que lleva el papel de conciliadora, pero puede generar una herida muy grande que la lleva a ser cantaletosa, o descontenta.
- En el equilibrio de la pareja: el abuso verbal puede generar distanciamientos y heridas que son difíciles de sanar. Las “cuentas pendientes” tienden a salir de una u otra forma luego.
- En el confiar en el otro: resulta muy importante en una pareja sentirse apoyado. El apoyo es esa compañía, estar juntos para enfrentar las situaciones de la vida y eso requiere respeto, aceptación de la diferencia y comprensión de los puntos de vista del otro, generando mayor probabilidad de supervivencia de la relación.
- En la calidad de la comunicación: se debe tener cuidado de no perder nunca los mínimos de respeto. Si nos sentimos abusados lo más seguro es que respondamos en forma defensiva subiendo el tono y los adjetivos con los que nos comunicamos. Hay reacciones agresivas de las que nos podemos arrepentir luego.
Lo que se debe respetar
Sin importar la cercanía que haya entre la pareja, existen unos mínimos que siempre se deben respetar:
- El contenido de lo que decimos: nuestra pareja no tiene por qué ser receptora de todo lo que se nos pase por la cabeza.
- El lenguaje y las formas: por mucho que compartamos, hay que cuidar la forma, el tono y el volumen con los que nos dirigimos al otro.
- El respeto a la individualidad del otro: puede ser nuestra pareja, pero no nos pertenece, ni podemos hacer con ella lo que nos plazca… A riesgo de perderla.
- Tomar las decisiones consensuadamente: al decidir vivir en pareja se está integrando al otro a nuestras vidas no como un subalterno, sino como un igual.
- Tener voluntad de ceder y saber hasta dónde estamos dispuestos a hacerlo: para que haya un equilibrio en una negociación, hay que dar, ceder y en la misma medida recibir.
¿Cuándo buscar ayuda?
Si la relación nos importa y queremos que sea mejor y que perdure en el tiempo, cuando se presente alguna de estas situaciones, es conveniente buscar ayuda:
1.Cuando en una discusión común no se utilizan argumentos relacionados con lo que se está discutiendo, sino que se traen a cuento situaciones anteriores, peleas pasadas o se argumentan abstractos como “estás igualito a tu papá o a tu mamá”. Esto es “pelea sucia” y genera un círculo vicioso de irracionalidad.
2.Cuando el argumento para ganar es el dinero. Hay autoritarismo y sumisión desde la dependencia económica y se requiere un empoderamiento personal para no dejarse manipular con el tema económico.
3.Cuando ninguno de los dos quiere ceder y se llega a un punto muerto en la discusión, es necesario buscar la intervención de un tercero, mediador.
4.Cuando se aceptan permanentemente las decisiones o premisas del otro para evitar conflictos y poder “manejar” el estado emocional del otro, sea de agresividad o intolerancia.
5.Cuando la comunicación verbal se vuelve imposible, sea porque siempre hay subidas de tono, salidas de límite, ataques personales o críticas y se entra en ciclos de comunicación no verbal como encogerse, esconderse o asumir una actitud agresivo-pasiva.
Las parejas piensan que una “peleíta” no tiene consecuencias. La verdad es que en esos pequeños enfrentamientos, con una frase, un gesto, un lenguaje desafortunado puede romperse algo imposible de volver a restaurar.