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Compasión: qué es y qué no es

3 agosto 2018 Revista 5 Sentidos

Ser compasivo es tener la capacidad de reconocer el dolor del otro y querer aliviarlo. No es empatía o misericordia.

Ser compasivo es tener la capacidad de reconocer y querer aliviar el sufrimiento ajeno, no tiene que ver con la empatía o la misericordia. ¿Por qué? Aquí le explicamos.

Es la capacidad de entender el sufrimiento propio y el de los demás, unido a la intención genuina de aliviarlo y prevenirlo. Lo que la diferencia de la empatía es que la compasión no solo reconoce el dolor ajeno, sino que implica ponerse en disposición de aliviarlo mediante nuestros actos.

Las religiones hablan de la compasión como una virtud que se tiene o no se tiene, sin embargo, desde la visión laica, psicológica y científica se ha comprobado que es una capacidad preinstalada en el ser humano, una herramienta para la supervivencia de la especie que no es estática, es decir, se puede ejercitar, aprender, entrenar y desarrollar.

No solo es un valor éticamente correcto, sino que es costo-efectivo. Ser compasivo se considera buen negocio, ya que produce mejores resultados para todos en una relación gana-gana, con menor utilización de recursos. Por eso, universidades como Stanford, a través de su Centro para la Investigación y la Educación en la Compasión y el Altruismo (que hace parte de la Escuela de Medicina), han comenzado a desarrollar investigaciones formales y proyectos de entrenamiento y para la formación de profesionales especialistas en el desarrollo de la compasión.

Y este es todo un proceso que va de lo individual a lo colectivo, parte de la compasión por sí mismo y se amplía hacia los seres queridos, los seres cercanos, las personas neutras en nuestra vida, los desconocidos, la humanidad, los seres sintientes y –para graduarnos como personas realmente compasivas– a aquellos que consideramos nuestros enemigos.

El psicólogo Gonzalo Brito afirma que la influencia del cambio de mentalidad, comportamiento y forma de relacionarse de algunas personas va generando un cambio local que puede plasmarse en cambios en la mente colectiva (la cultura). Al igual que hay una neuroplasticidad, capacidad del cerebro de cambiar en su función y en su estructura a través de la experiencia, se puede hablar de una socioplasticidad que sería el establecimiento y proliferación de nuevos tipos de relaciones más sanas, más pacíficas y constructivas hacia una sociedad mejor en la que pueden predominar barrios compasivos, empresas compasivas, escuelas compasivas, universidades compasivas y ciudades compasivas.

Niños más compasivos

Los niños vienen con generosidad, bondad, amor, pero también con egoísmo, rechazo, crueldad. Son una promesa que se hace realidad cada día, según el ambiente al que estén expuestos, según sus experiencias y según lo que reciban de sus padres. Los niños no aprenden por lo que se les dice, sino por lo que ven y por lo tanto, si ven que sus padres son compasivos, generosos y justos, esto se convierte en una manera de ser, una posibilidad existencial. Cada segundo de nuestra vida es un ejercicio y una lección de compasión, tolerancia, respeto y amor o de indolencia, intolerancia, abuso y rabia, depende solo de nosotros, de aquello bueno o malo, que dejemos aflorar.

Gonzalo Brito afirma que “El gran multivitamínico para criar hijos altruistas y sanos mentalmente es el amor. En vez de castigar los comportamientos crueles o egoístas, es mejor reforzar las conductas altruistas”. El aprendizaje positivo genera niños emocionalmente sanos y con una autoestima sólida.

Beneficios de cultivar la compasión

  1. Conductas más prosociales en niños: siendo más amables, más generosos, con menos trastornos emocionales, con mayor paz interior y disminuyen los conflictos interpersonales.
  2. Mayor paz interior y exterior: a medida que aumenta la compasión, la mente se libera del odio, de los juicios negativos y de la preocupación obsesiva por uno mismo.
  3. Mejora la autoestima y autocontrol: ser más compasivos consigo mismo permite juzgarse menos, ser más comprensivo, aumenta la capacidad de regular las propias emociones de manera efectiva y hábil y fomenta el autocuidado.
  4. Aumento de la resiliencia frente al sufrimiento propio y ajeno: al aceptar el sufrimiento como parte del “estar vivos”, pero sabiendo que se puede actuar con calma frente a él, estamos asumiendo una actitud constructiva y proactiva.
  5. Facilita una interconexión positiva y constructiva con los demás: la soledad y el aislamiento son fuentes de sufrimiento y problemas emocionales y mentales en la era actual.
  6. Efectos positivos en la química cerebral: se activan las zonas de recompensa del cerebro (corteza orbitofrontal, área ventral tegmental, putamen, y pallidum), disminuyendo la ansiedad, el estrés y generando tranquilidad y bienestar.
  7. Es costo-efectiva en los sistemas de salud: se producen mejores resultados de salud con menores recursos; lo que permite que los sistemas de salud sean mejores y más sostenibles.
  8. Sociedades más humanas y amables: al regularse los niveles de agresividad, competitividad y la necesidad de ser cada día más productivos, más rápidos a través del cultivo de capacidades como la compasión, la solidaridad, la generosidad, la empatía y la resiliencia.

Qué no es compasión

  • No es lástima o paternalismo. Estas actitudes desempoderan a la persona que las recibe, generan dependencia y transmiten la idea de que quien está ayudando está por encima de quien recibe la ayuda. La compasión es una habilidad que se aplica en un plano horizontal.
  • No es debilidad, no significa ser manipulable, no indica falta de carácter o falta de límites. No se trata de entregarse a ciegas pasando sobre nuestros propios intereses y bienestar o agachar la cabeza y aceptar lo que los otros hagan, sino enfrentar el sufrimiento propio y ajeno con apertura, entereza, seguridad e inteligencia para aportar lo que esté en mis manos para aliviar ese sufrimiento.
  • La compasión no espera recompensa. Es un acto que se realiza por y para mi propio bienestar (me nace aliviar el sufrimiento ajeno), pero que en última instancia beneficia al otro.
  • La compasión no es misericordia ni empatía.

La compasión en los servicios de salud

El uso del concepto de compasión en el área de la salud se ha extendido de manera vertiginosa en las discusiones científicas desde 2010. Hoy hemos descubierto que cuando los profesionales de la salud son compasivos hacia los pacientes, encuentran mayor satisfacción en su trabajo, experimentan menos estrés, menos cansancio y un menor riesgo de burnout o agotamiento.

También existe evidencia científica de que produce mejores resultados en salud para los pacientes, recuperaciones más rápidas y mejores, mayores niveles de satisfacción por parte de los usuarios que sienten que fueron tratados pensando en la mejor forma de aliviar su sufrimiento y que se produce una reducción significativa en la demanda de servicios al aumentar la confianza de los pacientes en el equipo médico.

Estos hallazgos se alinean con el abordaje descrito por el Instituto para el Mejoramiento de los Sistemas de Salud, IHI – Institute for Healthcare Improvement, conocido como la Triple Meta y que recomienda a los sistemas de salud a enfocarse en lograr mejores desenlaces de salud, con mayor satisfacción para los usuarios; y que finalmente este camino de hacer las cosas bien trae mejores beneficios económicos.

La compasión puede ser una herramienta para lograr el mundo que imaginamos.