¿Cómo nos afecta la alimentación de nuestros padres?

¿Cómo es posible que la alimentación de nuestros padres influya en nosotros? Nuestros genes guardan información, no solo sobre nuestra alimentación, sino sobre la alimentación de nuestra familia.

El ADN es esa cadena de información que programa, no solo cómo nos vemos y funcionamos, sino que aloja todas las características que pasan de padres a hijos, de generación en generación. Los descubrimientos de los últimos años en cuanto a genética y nutrición, nos han dejado dos ciencias que estudian la relación de lo que comemos con quienes somos.

La Nutrigenética se centra en las variaciones genéticas de cada persona en la respuesta a los nutrientes. Esto explica por qué ciertas familias, grupos étnicos o pueblos pueden tener mayor tendencia a determinadas condiciones.

La Nutrigenómica es la influencia que tienen los nutrientes de lo que comemos en los propios genes. Hace diez mil años, con el desarrollo de la agricultura, se generó el gran cambio genético en el hombre. Surgieron modificaciones importantes: desarrollamos tolerancia al gluten y a los compuestos del trigo, a la leche y otros lácteos.

Nos hemos apropiado rápidamente de otros alimentos, introduciendo variaciones que han permitido la asimilación de estos, pero también han tenido efecto en el desarrollo de muchas enfermedades.

Recientes estudios sugieren que los cambios de estilo de vida y de alimentación sí influyen en la genética y pueden alterarla sin que tengan que pasar siglos, haciendo que se reprograme nuestro ADN y asimismo, la herencia que pasamos a nuestros hijos.

Los fundamentales mil primeros días

La nutrigenética se hace más palpable durante los primeros mil días de la vida de una persona. Hay consenso médico, y de hecho, se ha convertido en prioridad mundial, incluso en los objetivos de la ONU 2025/2030: la alimentación en los primeros mil días de existencia, es decir, desde la concepción, pasando por el embarazo y el parto, hasta los dos años de edad, es fundamental para la salud futura de ese ser humano.

Muchos estudios confirman que una mala nutrición de la madre o durante los primeros años de vida, resulta en individuos adultos con enfermedades cardiovasculares, diabetes o deficiencias en el desarrollo cognitivo. Una nutrición sana y balanceada de la madre y una perfecta alimentación del niño, pueden prevenir muchas enfermedades a futuro, independientemente de la carga genética que tenga.

Una promesa a futuro

Hacerse análisis enfocados en nutrigenética y nutrigenómica permite conocer si se tiene el gen de la obesidad o de la intolerancia al gluten, sin embargo, aunque en Colombia ya se hacen ese tipo de estudios, aún no se ha desarrollado una forma de utilizarlos efectivamente, puesto que no se sabe con claridad cómo modificar este gen en particular.

Todo concluye, por el momento, en las recomendaciones comunes que siguen siendo la base indiscutible para una vida saludable y que deben reforzarse en etapa de gestación:

• Comer sanamente.
• Evitar los carbohidratos vacíos y las grasas trans.
• Consumir con regularidad frutas, verduras y líquido.
• Hacer ejercicio.
• Suplementar la alimentación con vitaminas y micronutrientes.
• Evitar los excesos y el cigarrillo.

Hacer estos cambios de vida es importante, ya que estas ciencias basadas en nuestro ADN nos recuerdan que lo que hacemos hoy, tiene un impacto en lo que nuestros hijos y sus hijos vivirán mañana.