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Cómo manejar la autoridad en casa

8 marzo 2017 Revista 5 Sentidos

Ni mejores amigos ni personas autoritarias. Tanto el exceso de tolerancia como de control afectan negativamente a los niños. Conozca por qué debe mantener el equilibrio en su rol de padre.

Queremos niños felices, pero ¿quién dice que decir “sí” a todo es su felicidad? Aprender disciplina, límites, respeto al otro les ayudará a sobrevivir en el mundo real.

La percepción de la infancia ha variado mucho en los últimos cincuenta años, los niños pasaron de ser “pequeños proyectos de adulto” a convertirse en seres con derechos, voz y voto y reconocimiento. Eso está bien, pero no hay que olvidar que no son adultos, que no tienen experiencia de la vida real y que requieren una guía de los padres por su propio bien, su supervivencia y de la sociedad en la que van a vivir.

Nadie quiere ser el malo de la película y dentro de los parámetros modernos decir “no”, “hasta aquí” o “se hace así porque yo lo digo”, son síntomas de autoritarismo. La disciplina ha caído en desgracia por una mala interpretación que la relaciona con tiranía y castigo, pero su real significado es guía, instrucción, orientación. Los niños nacen con una vocación de conocer, experimentar y disfrutar, pero es la tarea de los padres (no de los colegios) enseñarles la diferencia entre el bien y el mal entre peligro y seguro, entre sus derechos y los derechos de los demás, es decir, poner límites, enseñarles el costo de conseguir las cosas, paciencia y tenacidad para lograr metas y ayudarles a desarrollar tolerancia a la frustración.

Hacerlo permitirá que cuando salgan a la vida real no consigan lo que quieren solo con desearlo, pedirlo o exigirlo. , Tendrán que esforzarse, planear y realizar unas acciones determinadas para conseguirlo, tendrán que respetar ciertas normas y como no hay nunca garantía de éxito, tendrán que aceptar la derrota e intentarlo de nuevo.

Un niño que no ha aprendido el costo de conseguir las cosas, la importancia de seguir ciertos pasos para desarrollar un proyecto, no sabrá cómo salir adelante. Un pequeño que no ha aprendido paciencia y tenacidad, se verá decepcionado por no alcanzar rápidamente lo que quiere (y generalmente todas las cosas toman su tiempo). Un niño que no tiene tolerancia a la frustración se dejará vencer con la primera derrota y no tendrá la fuerza para intentarlo de nuevo. Un niño que no tiene responsabilidad, actuará sin medir consecuencias y se verá fácilmente en problemas. Un pequeño que no tiene límites y no respeta normas ni a los demás, fácilmente se encontrará con choques sociales, personales, de relacionamiento, de autoridad, estará inadaptado en la sociedad y puede verse inmerso en problemas legales.

¿Cuál es su rol como padre?

Queremos niños felices y seguros, peroel primer deber como padres es enseñarles a sobrevivir. Darles las herramientas para que cuando no estemos para protegerlos, tengan el criterio y las habilidades para salir adelante y construirse una vida digna.

Las lecciones que no se aprendieron en la infancia quedan pendientes para luego y lo que no les hemos enseñado cuando hemos tenido la oportunidad de hacerlo con todo el amor y todo el cuidado de padres, las tendrán que aprender de la “manera difícil”, en un mundo que posiblemente no será condescendiente, ni amoroso, ni cuidadoso.

Guía rápida para lograrlo

A. Que tengan claro que los padres son los padres. No el mejor amigo, ni el compinche, sino “los jefes de manada”.

B. Que haya coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. No se logra nada alertándolo de los riesgos del alcohol cuando papá o mamá llegan ebrios cada fin de semana.

C. Tener normas razonables que se puedan cumplir. Las expectativas y retos inalcanzables simplemente generan frustración

D. Cumplir la palabra, ser consecuentes con lo que se dice. Tanto en las recompensas como en los castigos. Si se le castigó con una semana sin juegos de computador, debe ser una semana, no media o dos días. Si se le prometió una tableta por esforzarse en los estudios, se le debe dar si logra las metas.

E. Explicar para enseñar. Si se le castiga por algo que hizo mal, hay que explicarle qué hizo y por qué es malo. No se trata simplemente de gritar y castigar.

F. Aceptar los sentimientos propios y los de los chicos sin disfrazarlos. Lo importante es canalizarlos de forma que sean constructivos, no destructivos.

G. Oír lo que tienen que decir. Escucharlos sin prejuicios, sin señalamientos, sin agresividad. Un niño debe siempre sentir que tiene la posibilidad de expresarse y que lo que dice tiene importancia. Que nunca tenga miedo de decir lo que siente, piensa, quiere, porque esa es la base para saber lo que está ocurriendo en su interior.

H. Crear un ambiente estable. Que las normas y las expectativas no varíen, según el ánimo de papá o mamá. Que tengan claro qué se espera de ellos, qué está bien y qué no es aceptado.

I. Castigo constructivo, no destructivo. Nunca castigo físico, nunca abuso verbal. Un castigo constructivo es aquel que busca enseñar algo relacionado con aquello que hizo. La meta consiste en mostrar que toda acción genera consecuencias y por qué algo debe o no debe hacerse.

J. Enseñarle responsabilidad. Todo lo que hacemos tiene un impacto y unas consecuencias. Si el niño es consciente desde pequeño de esta realidad, será mucho más racional en su actuar cuando grande y asumirá las riendas de su vida con mucha mayor certeza.

K. Tener un frente común. Puede que papá y mamá piensen diferente, pero en las decisiones que afectan al niño, debe haber siempre coherencia y unidad. Las discusiones se deben tener en privado, fuera del ámbito del pequeño, porque se busca darle certezas. No confundirlo.

Fuente: Catalina Díaz Jaramillo. Psicóloga.