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¿Cómo enseñar a nuestro hijos a tener una economía sana?

17 julio 2017 Revista 5 Sentidos

Enseñarles a tener una sana economía es un deber de los padres, en la planeación y el ahorro está la clave.

Niño sobre tablero de monopoly

Tan importante como enseñarles a nuestros hijos a cuidar su salud es enseñarles a administrar los recursos.

Queremos que sepan defenderse en un futuro, que tengan estudios, buenas bases morales, que sepan cuidarse a sí mismos y que sean buenos seres humanos. Nos preocupa que puedan lograr lo que sueñan y por ello les brindamos no solo lo que necesitan, sino también lo que desean, no queremos que sufran ninguna carencia.

Lo que posiblemente no tenemos en cuenta es que al darles todo sin restricciones, al no mostrarles lo que cuesta adquirir los recursos, lo que valen las cosas, las dificultades que se presentan para conseguirlas, les estamos mintiendo: el mundo no es un cajón que se abre y donde aparece todo lo que queremos de la nada. Todo tiene un costo, un esfuerzo y un gran valor y si no se los enseñamos con amor desde la cuna, lo aprenderán con sufrimiento en la edad adulta.

Todo empieza por uno mismo

Como se comporten los padres hoy, muy posiblemente así se comportarán sus hijos mañana. El cortoplacismo, la falta de planeación, la satisfacción inmediata de los propios deseos y la tendencia a gastarse todo lo que se gana han imperado por mucho tiempo. Vivimos en una falsa sensación de abundancia sin límite por la facilidad de endeudamiento que brinda el sistema financiero y comercial. Obtenemos a crédito un sinnúmero de bienes y pensamos que lo cubriremos luego, con la prima, con el trabajo extra que vamos a realizar luego, todo ello generando un sobreendeudamiento que nos puede traer problemas difíciles de superar.

Las finanzas se deben encaminar a los planes que tenemos para el futuro y que tenemos que plasmar en tres momentos: corto, mediano y largo plazo. La economía necesita de un alto sentido práctico y mucha racionalidad y la planeación es la clave para manejarla bien. Si sabemos cuánto cuesta sostenernos en un mes, cuáles son los gastos fijos y cuáles los ocasionales, qué se debe y cuánto se ahorra, se sabe si el dinero alcanza o hay que tomar medidas. Con el dinero que se recibe se deben cubrir los propios gastos, las deudas y ahorrar, y esto último no significa guardar “lo que me queda”, sino definir un porcentaje del salario que se destina para hacer realidad las metas, los sueños y propósitos o para cubrir algún imprevisto que, en la mayoría de los casos, no da espera.

Saber cómo están las finanzas personales y ponerse en la tarea de aprender y sanear el propio bolsillo, puede ser el primer paso para educarlos y que tengan una economía sana.

¿Cómo enseñarles desde niños?

  • Hay que priorizar. El trabajo puede comenzar desde el embarazo. En vez de adquirir un exceso de ropa que posiblemente no les servirá por más de diez días, se puede emplear el dinero en, por ejemplo, un ahorro para la educación futura de ese niño. Cubrirle todas sus necesidades, pero evitar la saturación y el exceso.
  • No estar permanentemente hablando de “dinero”. Se debe hablar de compensaciones y estas no necesariamente son monedas y billetes. Si se utiliza todo el tiempo el término dinero lo que le estamos insinuando es que se debe conseguir plata a como dé lugar y eso no constituye el objetivo.
  • Enseñarles a cuidar los recursos. El agua, la luz, la energía, la crema de dientes, el jabón, son recursos que ven siempre ahí y piensan que están por arte de magia. Sin embargo, estos les cuesta a los adultos y los niños deben saberlo, deben aprender que todo tiene un costo. Educarlos para utilizarlos racionalmente es cuidar el bolsillo, pero también crear seres ecológicamente conscientes.
  • Otro tema importante es la alimentación. Enseñarles a no derrochar la comida: solo se sirve en el plato lo que se va a comer y si queda con hambre se repite. No se abre un snack a menos que lo vaya a consumir completo y si no es así, instruirlos para esperar a que realmente tengan hambre. La alimentación cuesta y si son conscientes será mejor su economía y su responsabilidad social.
  • Enseñarles a cuidar sus pertenencias. Dañar un juguete o arrancar y malgastar las hojas de un cuaderno es muy fácil si inmediatamente papá y mamá lo reemplazan. A los niños hay que brindarles todo lo que requieren, pero los padres deben hacer un esfuerzo importante en mostrarles lo que valen, el esfuerzo que conlleva conseguirlos y la necesidad de que lo cuiden.
  • Planear los gastos en las salidas. Si se va a mercar, hacerlo con lista. Comprar lo que se ha incluido en ella y siempre con un presupuesto definido.
  • Los niños deben aprender que no todos los días hay dinero. Ser asertivos consiste en tener claro que hay momentos para un sí y momentos para un no. Es muy importante no sucumbir ante todos sus antojos y demandas.
  • Con los niños pequeños se trabaja con símbolos. Las caritas felices son elementos muy útiles como reconocimiento. Si hacen sus tareas, se les da una carita feliz; si fallan en el cumplimiento de uno de sus retos, se les da una triste. Así mismo se debe establecer con ellos compromisos significativos. Su responsabilidad principal es rendir en el colegio y si lo hacen, tal vez merecen una recompensa, pero esa recompensa no tiene que ser necesariamente algo material, puede ser una salida a comer helado, un cine, una ida al parque, un paseo en bicicleta o una carita feliz.
  • Involucrarlos en la consecución de lo que desean. No darles todo inmediatamente, sino ponerles ciertos retos que deben cumplir: hacer las tareas sin tener que estarles recordando, mantener la habitación en perfecto orden, ayudar en algo de la casa. También puede tentárseles: si ahorran para comprar o hacer aquello que quieren, los papás les duplicarán (o triplicarán, etcétera.) la suma de lo que tienen ahorrado para ayudarlos a conseguirlo.
  • Hacerlos protagonistas de sus propias metas. Los niños y adolescentes consumen desde muy pequeños y deben tener conciencia de lo que gastan porque un día tendrán que valerse por ellos mismos y hacer un esfuerzo para lograr lo que desean. ¿Cuánto van a aportar ellos a su salida a cine? ¿Cuánto están ahorrando para ese nuevo teléfono que quieren?.
  • Las mascotas son un buen elemento para aprender a manejar las finanzas. Hay que enseñarles lo que vale cuidarla, lo que es bueno o necesario para ella y lo que es simplemente un capricho.
  • Los chicos desde muy jóvenes deben poder identificar el dinero y saber para qué sirve. El monopolio es un juego importante en la preadolescencia, no tanto por el concepto de riqueza, sino porque se aprende que con el dinero se adquieren una serie de bienes.
  • En el bachillerato ellos ya deben manejar el concepto de planeación, es decir, saber qué dinero necesitan en términos de tareas, salidas, encuentros con los compañeros, pasajes, relaciones sociales, etc. Deben reconocer cuánto necesitan para sus gastos reales y saberlos diferenciar de lo que son caprichos.
  • Hasta salir del bachillerato, los niños deben poder defenderse con su mesada. No se recomienda darles una tarjeta amparada antes de esta época, tanto por el tema de su madurez económica como por la independencia: ellos todavía no están listos.
  • La tarjeta amparada es un elemento de confianza al que tienen que responder. Deben tener claro que se trata de un dinero que los padres tendrán que pagar luego y debe ir ligada a un presupuesto y una planeación. Si la utiliza bien, se le deja. Si la utiliza mal, se recorta o suspende y se vuelve al manejo de la mesada normal.

Si los niños viven en un entorno en el que los recursos se optimizan, donde se ahorra, eso van a aprender. Si viven en un entorno en el que se derrocha, donde todo lo que piden se les da, mañana no alcanzará ningún dinero para satisfacer sus necesidades.

Fuente: Evelin Torres Mena. Ingeniera administradora y docente de finanzas personales.