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Cómo elegir una carrera universitaria

8 marzo 2017 Revista 5 Sentidos

La decisión de qué estudiar es fundamental y para que no se convierta en una carga, se deben considerar aspectos como el gusto y la pasión. Conozca más y haga una buena elección.

Existen dos posibilidades a la hora de escoger una carrera: estudiar una que esté en auge o que sea “segura” en términos de empleabilidad o ganancia económica, que según el imaginario colectivo sería una tradicional como derecho, medicina, alguna ingeniería o administración; o en su defecto, algo en lo que ya se tenga un “puesto”, como en el negocio familiar.

La otra opción es elegir aquello por lo que se siente pasión y va más allá de la supervivencia, se trata de realización y crecimiento personal: toda una vida es mucho tiempo para dedicarse a algo que no nos hace vibrar.

Para algunos estudiantes tomar esta decisión es más fácil porque sus gustos y talentos se ajustan a profesiones que son bien remuneradas, pero para otros, el temor de enfrentar el “deseo” con la “cruda realidad” hace más complicada esta decisión.

¿Por dónde empezar?

  • Lo primero es definir qué queremos hacer, qué nos hace vibrar y para qué somos buenos. “En psicoanálisis se habla de deseo como esa energía vital, ese empuje que nos lleva hacia algo. Es lo que te orienta en el mundo. Es más bien encriptado, pero la orientación vocacional busca que el estudiante encuentre con qué vibra en este mundo. Usamos pruebas, pero es una excusa para provocar una conversación que nos lleva a identificar ese deseo”, explica Ulises Cuéllar, jefe del Departamento de Desarrollo Estudiantil de la Universidad Eafit.
  • Hay que conocerse uno mismo e identificar aquellos aspectos en pro o en contra del ejercicio de la vocación: si tiene miedo a la sangre, por ejemplo, debería replantearse estudiar medicina; si es hiperextrovertido quizá no resista un trabajo de escritorio, mientras un introvertido tendrá que pensar antes de estudiar relaciones públicas o mercadeo y ventas. O, si le gusta la culinaria también debería plantearse si tiene vocación para las largas jornadas, el régimen estricto y el trabajo contra reloj, no se trata solo de crear.

Entre el deseo y el deber

“Estamos en un contexto donde culturalmente el dinero es importante. El empuje y el ‘salir adelante’ significan tener dinero. Este es un discurso que se ha instaurado muy profundamente en nuestra cultura y si se quiere ser alguien en la vida se tiene que tener…, que muchas veces se considera más importante que ser”, afirma Ulises Cuéllar.

“Hay presiones culturales, pero también familiares y de los imaginarios. Y no es una cuestión de estratos. Hay miedo porque en las artes, por ejemplo, de un millón de pintores o de músicos hay dos buenos. Pero eso mismo ocurre en el derecho, en la medicina, en la administración. Tenemos el estigma de que las humanidades y el arte son carreras en las que solo unos cuantos son estrellas y los otros sobreviven, pero eso pasa en todas”, señala. Ante esto es importante:

  • Preguntarse por eso que hoy significa el éxito, si se trata de dinero, poder o fama y si realmente es eso lo que se quiere, pues a veces pasa que después de haber gastado toda una vida persiguiendo una “ilusión”, se cambia radicalmente de camino.
  • Si la escogencia vocacional o profesional está dirigida por el deseo, se potencia el “ser” y para convertirse en el mejor es fundamental la pasión. No es suficiente con tener talento, se requiere disciplina para llegar lejos y esa disciplina muchas veces la da ese deseo.
  • Para ser un buen profesional se necesita esfuerzo, que se nutre de la pasión, el interés en lo que se hace. Así no da pereza levantarse temprano, estudiar, leer, trasnochar.

De acuerdo a diferentes estudios, la mayoría de los casos de deserción universitaria o de mal rendimiento se dan cuando el estudiante cursa una carrera por presiones externas, que provienen de los papás, el entorno o un negocio familiar. Además, es extraño encontrar un excelente profesional en una materia que no se considere la suya. Por otro lado conviene plantearse que la mitad de la existencia se pasa en el trabajo. La vida no es fácil y cuando algo se hace por obligación es como llevar un fardo a la espalda, pero si se hace con pasión no importa que este fardo pese tanto.

¿Matricularse en las dos carreras?

Hacer una sola carrera, bien hecha, requiere un esfuerzo bastante grande y cuando se hacen dos, a menos que sean complementarias (derecho y política, negocios y contaduría), alguna sale sufriendo, o ambas.

Pero el problema mayor en esta situación no es solo del orden de la exigencia, sino, además, de lo vivencial. Los estudiantes tienen poco tiempo para dedicarle a la vida y la universidad es una experiencia que no se repite y que hay que aprovechar al máximo.

Hoy las opciones son múltiples. Existen universidades en las que el currículo es abierto y eso permite que un estudiante tome materias de otras carreras, así sean totalmente disímiles, para complementar su formación o simplemente satisfacer un interés personal.

Se puede hacer parte de organizaciones estudiantiles, grupos de estudio, buscar experiencia profesional relacionada en lo que nos interesa y en fin, buscar añadirle a la propia pasión ese plus que nos hará más competitivos o encajar más fácilmente en lo que las condiciones externas nos reclama.

Consejos para los padres

  • Escuchar más y superar sus propios prejuicios.
  • Los hijos toman sus decisiones a partir de lo que han vivido, visto y aprendido, a partir del discurso familiar; otras veces lo hacen en contraposición a lo que los padres quieren y en línea con lo que piensan, por la edad, sus expectativas, por sus deseos.
  • Prestar atención y darse cuenta si la elección de su hijo es un capricho o algo con lo que realmente vibra
  • Acompañarlo en su decisión, ayudarle a hacerse preguntas importantes, a verse en los escenarios posibles, a definir sus prioridades y mirar sus posibilidades.

Casos reales

Muchos personajes estudiaron algo y terminaron destacándose en disciplinas muy diferentes. Algunos de ellos:

Isaac Newton: creó las bases de la ciencia moderna (la gravedad, el cálculo). Sus biógrafos afirman que, aunque su educación inicial resultó bastante deficiente, fue un gran autodidacta, interesado en saber el porqué de las cosas. Gran parte de su vida la pasó en la casa de moneda inglesa reorganizando la moneda de ese país.

Fernando Pessoa: el escritor considerado como el más importante de la lengua portuguesa, estudió comercio y trabajó casi toda su vida como traductor de cartas comerciales. Sin embargo, su pasión, su talento literario y su poesía fueron lo que lo llevó a la fama.

Henri Matisse: estudió leyes por darle gusto a su padre, pero luego de una apendicitis en la que su madre le dio un set de óleos para “pasar el tiempo” de convalecencia, decidió que era en eso en lo que quería emplear sus días.

Wassili Kandinsky: el artista abstracto también estudió derecho y ciencias económicas, pero nunca ejerció. Su pasión y su interés fueron siempre la pintura.

John Grisham: el autor de bestsellers no estudió letras. Luego de ser asistente de plomero y vendedor de ropa interior, se decidió a estudiar leyes y fue uno de los casos en los que participó el que inspiró su primera novela.

La deserción universitaria se presenta frecuentemente porque los estudiantes están matriculados en carreras que no les apasionan.

Fuente: Ulises Orestes Cuéllar Bermúdez, Ph. D. en Fundamentos y Desarrollos Psicoanalíticos de la Universidad Complutense de Madrid.