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Cinco lecciones que deja un divorcio

3 agosto 2018 Revista 5 Sentidos

Si bien es un proceso difícil, se puede vivir de la mejor manera posible. Aprenda qué cosas buenas puede extraer de este.

Si bien es un proceso difícil, se puede vivir de la mejor manera posible. Aprenda qué cosas buenas puede extraer de esta experiencia.

Un divorcio es una decisión difícil que, además de todos los cambios en la cotidianidad que supone, sobre todo si hay hijos de por medio, deja pesares, resquemores, dolores y una mezcla enorme de sentimientos difíciles de digerir. Sin embargo, aun de las peores experiencias en la vida se puede aprender y del divorcio, también.

  1. Conocimiento sobre sí mismo. Tras un divorcio, si tenemos la honestidad de mirar los hechos a la cara, es muy posible que tengamos más claro quiénes somos, cómo son nuestras reacciones, qué capacidad de escuchar tenemos, si somos celosos, intolerantes, manipuladores, respetuosos o inseguros.
  2. Aprendizaje de los errores. No somos perfectos y una relación que fracasa tiene responsabilidad en ambos lados. Aceptar la propia responsabilidad, por acción o por omisión, es el primer paso del aprendizaje. Saber qué hice mal para hacerlo mejor la próxima vez.
  3. Claridad sobre lo que espero en una relación. Tras un fracaso sentimental muchas veces se logra sacar en claro qué queremos, qué no queremos y cuáles son los puntos en los que estamos dispuestos a ceder. Qué nos saca de casillas, qué esperamos del otro y qué cosas se consideran prioritarias en una relación de pareja. Todo esto nos iluminará en una próxima relación, para que sepamos si estamos o no con la persona indicada y en el camino correcto.
  4. Empoderamiento. Todo el conocimiento y la experiencia que se adquieren en un matrimonio y en un divorcio pueden llevar a una persona a ser más sabia, más hábil, más independiente, más segura. Todo el aprendizaje recibido puede conducir a crecer. Además, al asumir la propia responsabilidad en los acontecimientos nos estamos apropiando de nuestro rol como conductores de nuestra vida, con lo bueno y malo que seamos capaces de hacer.
  5. Una nueva oportunidad. El hecho de que no funcione con una persona no quiere decir que no funcione con otra. De hecho, las estadísticas muestran que una segunda relación suele ser mejor que la primera. Afortunadamente, hoy es posible equivocarse y retroceder, o simplemente cambiar de idea. Lo importante consiste en que logremos que la vida sea una experiencia de crecimiento, y si es en pareja, que sea mejor que peor para ambos.

Consejos para facilitar el proceso

  • Hacer la separación de la manera más civilizada posible. De los gritos, las peleas, las rabias o las amenazas solo queda cansancio, más malestar y heridas y muchas veces, muchísimos gastos.
  • No culpabilizar al otro. Las relaciones son de dos. Cada uno tiene su parte de responsabilidad y reconocerla es el primer paso para aprender y no cometer los mismos errores.
  • Respetar al otro. En esta situación es importante saber marcar una línea de comportamiento que ninguno de los dos debe cruzar.
  • No sentirse ni víctima ni culpable. Las relaciones no son algo que se impone, sino que se construye. Muchas personas son víctimas de violencia, maltrato físico, psicológico, económico, engaños, una pareja alcohólica, pero serlo es diferente a asumir el rol de víctima. Quien lo asume busca que lo compadezcan, que lo cuiden, que lo reconozcan, pero evade su propia responsabilidad y entrega todo su poder para actuar. Se puede ser víctima de una situación, pero no se debe aceptar un papel que nos empobrezca.
  • No involucrar a los hijos. Utilizarlos como arma para obtener los resultados que queremos tiene un costo demasiado alto en su bienestar y su salud mental. Los hijos solo deben involucrarse cuando la decisión se tenga muy clara y se les debe marginar de todo el disturbio emocional.
  • No involucrar a familiares o amigos. Esta es una decisión delicada que debe tomarse a conciencia y sin intervención de terceros. El único caso en el que se recomienda la intervención de familiares o amigos de soporte es cuando hay abuso, ya que generalmente el abusado se encuentra en estado de agotamiento e indefensión y requiere apoyo externo.
  • Analizar el miedo para poder superarlo. Uno de los componentes frecuentes y de mayor peso en un divorcio es el miedo a la soledad, al cambio, a la inestabilidad económica, a una pérdida de estatus, al qué dirán, al cambio de rol en el círculo social, a los cambios de rutina y también de carácter personal, como no ser lo suficientemente atractivo o interesante. Volver consciente y trabajar los puntos que generan malestar es brindar la oportunidad de encontrarles una solución.

Reconocer y entender por qué la relación termina, es fundamental para lograr claridad, seguridad y paz frente a esta decisión crucial.