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Así es la microbiota intestinal

30 mayo 2018 Revista 5 Sentidos

Las bacterias son tan importantes para el hombre como sus propias células, cumplen diferentes funciones e influyen en el sistema nervioso central.

Las bacterias son tan importantes para el hombre como sus propias células. Conozca qué funciones cumple la microbiota en el organismo, cómo influye en el sistema nervioso central y cómo cuidarla.

El ser humano posee trillones de microorganismos (bacterias, virus, hongos, protozoarios) en su cuerpo que han evolucionado por miles de años con él, en una intrincada relación de beneficio mutuo. Son tantos, que por cada célula humana se considera que hay diez bacterias, por lo que esta interacción se reconoce como un “superorganismo”.

En una persona sana los tejidos internos están libres de microorganismos (sangre, cerebro, corazón), mientras que los tejidos externos y las mucosas están llenos de ellos (piel, boca, nariz, axilas, ojos, intestino, colon, sistema genitourinario). Incluso se estima que 95% de nuestras bacterias se ubican en el tracto gastrointestinal.

En 2007 el Gobierno estadounidense lanzó el Human Microbiome Project que busca secuenciar el genoma de la población microbiana de la boca, intestinos, axilas y otras partes corporales; en 2008 la comisión europea lanzó el Metagenomics of The Human Intestinal, o MetaHIT, enfocado en el tracto intestinal y desde 2012 se realiza anualmente una cumbre sobre la microbiota intestinal. En el futuro cercano, tratar la obesidad o una enfermedad autoinmune puede ser solo cosa de añadir ciertas bacterias al organismo o eliminar otras.

La microbiota intestinal

Dentro del intestino hay entre 500 y 1.000 tipos diferentes de microorganismos y más de 35.000 especies de bacterias, que a su vez contienen diez millones de genes. Ellas conviven con hongos y virus que en su conjunto componen lo que antes se llamaba flora intestinal y que hoy se conoce como microbiota intestinal (no son vegetales y por lo tanto no se pueden llamar “flora”). La alteración de la microbiota se conoce como disbiosis.

La microbiota de cada persona es como una huella dactilar, no hay dos iguales y esta mezcla es la que determina muchas cosas en la salud y el bienestar, desde:

  • Cómo se digieren los alimentos.
  • Qué tanto dulce toleramos o requerimos.
  • Nuestro estado de ánimo.
  • Nuestra tolerancia al estrés.

Nuestra capacidad de luchar contra infecciones o contra células tumorales o incluso la misma tolerancia a la quimioterapia.

Todo empieza en el nacimiento. El feto es estéril hasta que rompe las membranas en la que se encuentra. Las primeras bacterias que colonizan al bebé difieren, dependiendo de si se nace por parto vaginal o por cesárea. Algunos estudios sugieren que el parto vaginal le provee al recién nacido algunas bacterias útiles, más lactobacilos, que ayudan a proteger su cuerpo mientras se fortalece el sistema inmunitario. Al comenzar la lactancia, recibe por el seno materno las bacterias que le ayudarán a digerir la leche y después del primer año las bacterias intestinales se diversificarán con las primeras comidas. Se estima que para los 2,5 años, el niño ya tiene la microbiota de su vida adulta. Más adelante, la alimentación, los estilos de vida, el entorno, la cantidad de infecciones y los tratamientos con antibióticos irán modificando esta colonia de pequeños huéspedes.

Para qué la microbiota

Interviene y le ayuda al organismo en un sinnúmero de funciones:

  • Ayuda a sintetizar vitaminas como la K y algunas del complejo B.
  • Determina la respuesta y capacidad metabólica frente a los medicamentos.
  • Digiere polisacáridos, oligosacáridos y algunos azúcares que el cuerpo no absorbe durante el metabolismo ayudando y permitiendo su eliminación.
  • Define tanto la conversión de los alimentos en energía como en sustancias que puedan alimentar las células.
  • Interviene en el crecimiento de células del endotelio (tejido formado por una sola capa de células que recubre el interior del corazón, vasos sanguíneos y linfáticos y otras cavidades internas).
  • Ayuda al sistema inmune, al evitar que microorganismos patógenos se multipliquen y colonicen el organismo y generen enfermedad.
  • Influye alterando el funcionamiento cerebral, las emociones y la conducta, afectando la regulación de la ansiedad, los estados de ánimo, los procesos cognitivos y la percepción del dolor.
  • También le ayuda al intestino a identificar cuáles cepas bacterianas son útiles para el cuerpo y cuáles son invasoras o patógenas.

Las bacterias, la salud y la enfermedad

El tipo, cantidad, el predominio o la falta de determinadas bacterias pueden marcar la diferencia entre la salud y la enfermedad. Algunas protegen y algunas pueden enfermar. Algunas bacterias patógenas posiblemente están presentes en el organismo, pero las “buenas” evitan que proliferen y mantienen un sano equilibrio.

En los últimos años los estudios sobre la microbiota han demostrado lo importantes que son. Por ejemplo:

La obesidad, la diabetes tipo 2 (no dependiente de insulina) y las enfermedades cardiacas: pueden estar relacionadas con la microbiota intestinal. Esta afecta el metabolismo y determina eventos como qué tantas calorías y nutrientes se obtienen de la comida. La proliferación de ciertas bacterias hace que la fibra que se consume se convierta en ácidos grasos de cadena corta y estos pueden causar depósitos grasos en el hígado que pueden terminar en un síndrome metabólico. Este a su vez, puede desembocar en obesidad, diabetes tipo 2 o problemas cardiacos.

El cáncer de colon: estudios sugieren que las personas con cáncer de colon tienen una microbiota diferente a la de las personas sanas, muchas veces colonizada con microorganismos patógenos.

Artritis: algunas investigaciones también relacionan la artritis reumatoidea con la proliferación en el sistema gastrointestinal de bacterias relacionadas con la inflamación.

Ansiedad, depresión y autismo: los estudios recientes señalan que la microbiota tiene relación con el funcionamiento del sistema nervioso central y el desarrollo de enfermedades psiquiátricas, desde autismo hasta la ansiedad crónica.

Las bacterias y nuestro sistema nervioso central

Hoy se sabe que la influencia de los microorganismos intestinales en el sistema nervioso central es tal que pueden moldear nuestro estado de ánimo y hasta nuestras conductas. Por ello, algunos investigadores hablan de la microbiota como del “segundo cerebro” y se sospecha que la composición y salud del intestino puede ser clave en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades psiquiátricas. De hecho, las bacterias tienen en nuestro intestino su propia fábrica de miles de sustancias que impactan el cerebro, incluyendo la norepinefrina, dopamina, ácido gamma aminobutírico (GABA), entre otros.

Aunque los estudios en humanos son incipientes y faltan muchos años de investigación, los ensayos en ratones muestran que aquellos que se crían desde su nacimiento en entornos libres de bacterias tienen en su adultez comportamientos autistas, dificultades de aprendizaje, comportamientos repetitivos, poca tolerancia al estrés y en sus cerebros hay grandes diferencias en la plasticidad y los neurotransmisores a diferencia de los ratones criados en entornos “normales” con bacterias, que muestran una mayor resiliencia y capacidad de enfrentar el entorno.

Cómo cuidar nuestra microbiota

Aunque la microbiota que se adquiere de bebé, se regenera y se mantiene más o menos estable durante toda la vida (varía según la geografía, el género, la edad y el índice de masa corporal), podemos afectarla y dañarla con dietas inadecuadas, abuso de antibióticos, estrés y estilos de vida poco saludables. Para ayudarla a que se mantenga sana y por lo tanto a que continuemos sanos es recomendable:

  • Mantener una dieta sana y variada. Se sabe que las dietas altas en azúcar y grasa y con bajos niveles de fibra acaban con cierto tipo de bacterias beneficiosas. Así que resulta importante comer alimentos ricos en fibra como frutas y vegetales y granos enteros. No solo es fundamental la calidad, sino también la variedad.
  • Hacer ejercicio. Algunos estudios demuestran que el ejercicio promueve la diversidad bacteriana y el crecimiento de una serie de microorganismos beneficiosos que permiten mantener una buena salud.
  • Evitar el uso innecesario de antibióticos. Los antibióticos eliminan las bacterias que nos hacen daño, así como las que nos hacen bien. Por eso hay que tener tanto cuidado en su utilización, ya que, aunque la microbiota se recupere, nunca vuelve a su estado inicial y se da espacio para la colonización de bacterias patógenas.
  • Eliminar o disminuir el consumo de endulzantes artificiales. Algunas investigaciones relacionan el consumo continuado de edulcorantes artificiales con la modificación de la microbiota intestinal y la disminución de algunos microorganismos benéficos, favoreciendo la resistencia a la insulina y posible diabetes.
  • Aumentar el consumo de prebióticos. Incluir en la dieta diaria alimentos como los bananos, la miel, avena, cebolla, granos enteros, espárragos o puerros, que generan un medio perfecto para el crecimiento de las bacterias “buenas”.
  • En la infancia. Los primeros dos o tres años de vida son los fundamentales en la consolidación de la microbiota, por ello el parto vaginal, la lactancia materna y evitar antibióticos innecesarios es recomendable. Así como suministrarles una dieta rica y variada, baja en azúcares saturados, grasa y alimentos muy refinados y que tengan un contacto normal con las bacterias a su alrededor: tener una mascota o jugar en el jardín.

De qué se está hablando cuando se habla de:

Microbioma

Conjunto de genes presentes en esos microorganismos que se suman a los presentes en el cuerpo humano.

Prebióticos

Alimentos que contienen ingredientes (por lo general no digeribles como la lactulosa) capaces de favorecer la proliferación o la actividad de una o más bacterias beneficiosas del intestino. A diferencia de los probióticos no son bacterias en sí mismos, sino medios que promueven el crecimiento de estas.

Microbiota

Se refiere a los cientos de billones de microorganismos que habitan el cuerpo humano.

Disbiosis

Alteraciones de la microbiota.

Probióticos

Microorganismos vivos, no patógenos, que administrados en cantidades adecuadas, confieren un beneficio saludable sobre la salud del huésped o su fisiología. Aunque los resultados en ratones de laboratorio son prometedores, faltan estudios científicos que avalen su eficacia en humanos. De hecho, al ser bacterias vivas, personas con un sistema inmunológico débil, sometidas a quimioterapia, o personas con trasplante de órganos deben evitarlos.