Si está agotado, pierde la memoria, se enoja y no toma decisiones fácilmente puede estar sufriendo el síndrome de vida ocupada. Entérese.
Si se siente agotado, pierde la memoria, se enoja por cualquier cosa y no toma decisiones fácilmente puede estar sufriendo el síndrome de vida ocupada. Entérese.
El término de síndrome de vida ocupada –aún no reconocido en el universo médico– fue creado por investigadores del CPS Research de Glasgow, Escocia, para denominar los problemas que se vuelven comunes en esas personas que llevan un estilo de vida frenético, con exceso de ansiedad, estrés y demasiada información.
Cerca de 30% de la población mundial sufre algún trastorno relacionado con la ansiedad, una cifra mayor que la del total de los pacientes hipertensos, diabéticos o con hipotiroidismo. En muchos casos la ansiedad lleva a la depresión, que puede inducir al consumo de sustancias (alcohol o drogas) que tranquilizan, lo que crea un círculo vicioso: a mayor ansiedad, mayor consumo de sustancias que incrementan la ansiedad y conducen a la depresión.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una reacción biológica, su función es garantizar la supervivencia, dar la energía y la capacidad de respuesta y acción rápida frente a un peligro o reto que necesita superarse. Sin ella, literalmente, nos hubiera comido el tigre y la especie humana no existiría. En otras palabras, es una reacción diseñada para que ocurra en un momento determinado y desaparezca.
Sin embargo, se ha vuelto un estado crónico que se explica por cierta susceptibilidad biológica, las características de personalidad del sujeto y factores externos que la disparan como estilos de vida extremadamente demandantes, una población más vieja, con más enfermedades crónicas y mayor consumo de sustancias.
¿Qué pasa con el estrés?
El estrés comienza en el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (eje HHA) con interacciones entre las glándulas endocrinas, el cerebro y los riñones para controlar las reacciones del cuerpo frente a las diferentes situaciones que afrontamos y regular otros procesos del organismo como son la digestión, el sistema inmunitario, la conducta sexual y el metabolismo energético.
En una situación de estrés, el eje HHA se activa y segrega adrenalina y luego cortisol. La adrenalina ayuda a actuar al instante aumentando los niveles de azúcar en sangre y la presión sanguínea, pero desaparece rápidamente del organismo cuando ya no se necesitan.
Luego se libera cortisol, pero a diferencia de la adrenalina, se queda en el organismo para garantizar que los niveles de azúcar en sangre y la presión sanguínea continúen en un nivel suficientemente alto para que el cuerpo pueda seguir alerta frente al “peligro”. La respuesta es perfecta en el corto plazo, pero el exceso de cortisol por largos períodos afecta el sistema inmunológico, el cerebro y las glándulas adrenales y puede acarrear subidas de peso, osteoporosis, problemas digestivos, desequilibrios hormonales, cáncer, problemas cardiacos y diabetes.
Lo que le hace el estrés a su cerebro
- El cortisol crea sobreproducción del neurotransmisor glutamato, liberando radicales que a su vez atacan las células cerebrales, dañándolas.
- Bajo estrés las señales eléctricas asociadas a la memoria disminuyen, mientras que aumentan en las áreas relacionadas con las emociones.
- La amígdala, el centro del miedo, aumenta de tamaño, actividad y el número de conexiones, lo que intensifica las sensaciones de miedo, ansiedad y estrés y crea un círculo vicioso.
- El cortisol impide la producción del factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC), proteína que estimula la creación de nuevas neuronas y protege las ya existentes. Bajos niveles de FNDC están asociados a depresión, trastorno obsesivo compulsivo, esquizofrenia, demencia y alzhéimer.
- El cortisol puede causar que el cerebro literalmente se encoja, se pierdan conexiones sinápticas entre las neuronas y disminuya el volumen de la corteza prefrontal, parte del cerebro que regula la concentración, la habilidad de tomar decisiones, el juicio y la interacción social.
- El estrés crónico reduce los niveles de serotonina y dopamina. La serotonina, “hormona de la felicidad”, ayuda en la regulación de los estados de ánimo, el apetito, el sueño y el aprendizaje. La dopamina, “molécula de la motivación”, está a cargo del sistema de placer/recompensa del organismo, no tenerla lleva a falta de concentración y de motivación, letargia y depresión.
- El cerebro cuenta con células especializadas que evitan que las toxinas presentes en el torrente sanguíneo entren a este. El estrés debilita esta barrera permitiendo el ingreso de patógenos.
- El estrés crónico hace que los telómeros (extremos de los cromosomas) de las neuronas sean cada vez más cortos, hasta que la célula ya no puede dividirse. Es una especie de “suicidio” neuronal.
- El sistema nervioso tiene su propio sistema inmune, la “microglía”, que lo protege de infecciones y toxinas. Al sentir algún riesgo, activa una respuesta inflamatoria que en estado crónico lleva a ansiedad, pérdida de la memoria, dificultad para concentrarse o a sufrir alguna enfermedad mental.
Consejos para protegerse del estrés
- Trabajar la propia personalidad: es un factor clave en qué tan susceptibles somos al estrés, la ansiedad y la depresión. Aunque modificarla no es fácil, no es una tarea imposible y pueden ser la diferencia para lograr una vida en paz.
- Flexibilidad: capacidad para adaptarse a nuevas situaciones que se presentan.
- Resiliencia: capacidad de recuperación tras situaciones adversas.
- Asumir la propia responsabilidad en toda situación: dejar de ser víctimas para ser actores con posibilidad de hacer algo frente a la situación.
- Comer bien: llevar una dieta sana y balanceada, rica en frutas, vegetales, chocolate negro y té verde, todo con antioxidantes.
- Hacer ejercicio: aumenta la producción de FNDC , baja el estrés, mejora las reacciones biológicas del organismo y es una válvula de escape. También aumenta el tamaño del hipocampo, mejorando la memoria, la capacidad de concentración y para enfrentar los retos del día a día.
- Meditar o practicar yoga: calma la mente y ayuda a aterrizar en “el aquí y el ahora”.
- Evitar sustancias estimulantes: café, cigarrillo, gaseosas, alcohol o drogas, pues complican el círculo vicioso del estrés.
A cuidar desde la infancia
Algunos estudios en animales señalan que los cuidados que una madre da a su recién nacido determinan su capacidad para reaccionar positivamente frente al estrés. Un bebé que ha sido protegido, mimado y cuidado por su madre será menos sensible al estrés porque desarrolla más receptores de cortisol. Un bebé que ha sido descuidado es más sensible al estrés y puede tener cambios epigenéticos (en la estructura de sus genes) que hagan que su descendencia herede la misma sensibilidad.