Los hábitos de protección y prevención que hoy son necesarios para contener el contagio están aumentando el consumo hídrico y de plásticos de un solo uso.
Limpieza y desinfección: dos palabras que en este 2020 cobraron todo un nuevo sentido, convirtiéndose en parte esencial de las rutinas de higiene adoptadas para evitar la propagación del COVID-19 entre la población. Hoy la implementación de estos protocolos se hace necesaria para el cuidado de la salud, pero es evidente que sus efectos se extralimitan a la protección y contención del virus, permeando y modificando también la forma en la que concebimos nuestro cuerpo, generamos residuos y consumimos agua y químicos.
Las iniciativas de los gobiernos y las instituciones académicas y de salud, así como toda la información que circula alrededor de la posibilidad de contagio, han hecho que nuestras manos, boca, ropa y objetos comiencen a percibirse como susceptibles de enfermedad, por lo que limpiarlos y desinfectarlos constantemente se ha convertido en un mandamiento para la vida actual que trasciende a las superficies, alimentos y espacios.
Así, la demanda de tapabocas, desinfectantes y elementos de higiene se ha incrementado, produciendo en algunas ocasiones escasez en los supermercados y farmacias. Pero no es lo único: el uso del plástico y el consumo de agua ha aumentado en cantidades significativas. Desde lavarnos las manos cada tres horas por 30 segundos, hasta usar en la cotidianidad elementos de protección personal, cuyos filtros están hechos de fibras plásticas, son acciones que, en masa, tienen efectos importantes en el medio ambiente.
Ante la situación, diversas instituciones han advertido que, aunque por ahora es necesario adoptar estas medidas, es importante adoptar precauciones para prevenir excesos. Por ejemplo, EPM, que se encarga de los servicios públicos de Medellín y otros municipios de Colombia, les solicitó a sus usuarios hacer un uso responsable del agua, previniendo el malgasto del recurso y, por ende, el riesgo de un desabastecimiento. Para lograrlo, compartió varios consejos:
- Cerrar la llave cuando no se use.
- Usar un vaso para cepillarse los dientes.
- Ducharse máximo por tres minutos.
- Reutilizar el agua del último enjuague de la lavadora para el aseo de pisos y andenes.
Lo mismo sucede con los nuevos elementos que han llegado a poblar las casas, las carteras y los lugares comunes, las toallas desinfectantes y los recipientes de geles antibacteriales, que están hechos de plástico. De igual manera, hoy las bolsas plásticas cubren, más que nunca y en capas dobles, las entregas de domicilios o de compras por internet con el fin de evitar la contaminación de sus productos.
Ninguno de estos elementos, al tener riesgo de estar contaminado, suele entrar al ciclo de reciclaje, situación que, según expertos, nos invita a formarnos en materia de gestión de residuos para lograr el menor impacto posible en el planeta. Ya se han empezado a ver tapabocas y guantes flotando en las playas del archipiélago de Soko, situado entre Hong Kong y Lantau, así como en otras playas del mundo: este es el indicador del resurgimiento del plástico como un material indispensable.
Fecha de publicación: agosto 14 de 2020.
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