La fundadora de Punto Cardinal Comunicaciones cuenta que ha enfrentado muchos obstáculos en la vida y que ha logrado superarlos con mucho temple.
En el Barrio Colombia, de Medellín, hay una fábrica de sueños, una planta de producción que renueva el concepto de ambición —porque allí se valoran los aprendizajes y las experiencias por encima de los bienes— y que inserta en 140 empleados y sus familias las instrucciones para construirse una vida equilibrada en la que nunca se olviden de agradecer por lo que tienen y de trabajar con persistencia por lo que les hace falta.
La fábrica lleva el nombre de Punto Cardinal Comunicaciones y fue creada por María del Pilar Ramírez para monitorear medios de comunicación y recopilar información de valor que les permitiera a las compañías tomar decisiones estratégicas y controlar su reputación. Con el tiempo, el portafolio creció con servicios como la creación de planes de comunicación y el diseño y administración de canales corporativos audiovisuales.
Hoy, ese quehacer de la empresa es la gasolina del vehículo de sueños que aborda su equipo cada mañana para darle mayor significado a sus vidas, y a su vez, entregarle una de las mayores satisfacciones a María del Pilar, una comunicadora social y periodista, especializada en Alta Gerencia, quien descubrió desde los comienzos de su rol como líder empresarial, hace 20 años, que debía ayudar a otros a hacer lo que ella misma hizo: transformar su realidad.
El inicio del desafío
“Soy muy afortunada porque la vida me retó desde que nací. Cuando eso pasa hay dos opciones: asumir las carencias como retos y trabajar para superarlas, o simplemente quedarte viviendo como siempre lo has hecho”, explica Ramírez, con ese tono de quienes se han topado con grandes obstáculos y los han escalado para gritar al viento sus victorias.
María del Pilar nació en una familia con recursos económicos y materiales limitados, algo que contó a inicios de este año en la primera conferencia que dio sobre su vida con el propósito de demostrar que, así como ella ha creado oportunidades de empleo y estabilidad para otros a punta de constancia y determinación, cualquier soñador podría hacer lo mismo echando mano de los ingredientes que considera su receta del éxito: perseverancia, creatividad, disciplina, pasión y gratitud.
Aclara que nunca soñó con lo que tiene ahora: una vida económicamente resuelta, una empresa del tamaño de Punto Cardinal, un matrimonio del que nació su hijo Pedro —al que ve como un alma vieja en cuerpo de niño—, una vida sin preocupaciones para sus papás y una experiencia vital inspiradora. Se concentró más bien en resolver las carencias básicas de su hogar: una estrategia que, en retrospectiva, considera clave para sorprenderse con sus propios alcances.
Que la comida no faltara, que sus papás tuvieran salud y que pudieran vivir en una casa propia para no moverse de barrio en barrio como gitanos, eran algunas de las mayores aspiraciones de María del Pilar, quien desde niña se sintió responsable de sacar a su familia del círculo en el que se movía.
Su mamá, pese a que no pudo estudiar, siempre fue una visionaria. Decidió que sus tres hijas no repetirían su historia y las inscribió en clases de gimnasia desde temprana edad. “Yo era la menor y entré a este deporte por herencia, más que por mis capacidades. Mis hermanas sí tenían el talento. Ahí aprendí a perder, una de las enseñanzas más importantes para salir adelante porque fui selección Antioquia y Colombia, pero nunca gané. Teníamos un entrenador japonés que nos enseñó disciplina y una mamá y un papá que nos educaron con rigurosidad pero con mucho amor”, explica María del Pilar.
De ahí aprendió a no rendirse: la lección fundamental de su vida, pues fue la que le sirvió más adelante para terminar su carrera a pesar de tener a la par múltiples trabajos. También para conseguir a un ingeniero que le desarrollara el software de monitoreo de medios que había propuesto para una clase —y al que llegó sin tener un peso en el bolsillo, prometiéndole que le pagaría tras la consecución del primer cliente— y para construir la base de datos de futuros clientes invirtiendo cientos de horas en el directorio telefónico y en llamadas.
Eso la motiva a decirles hoy a sus empleados —como también lo afirma en los mensajes de Con Alma Mía, su propia marca de camisetas— que esos ideales que les rondan la cabeza no serán más que eso si no invierten el tiempo necesario en la planeación y consecución de sus metas. Por eso designó una directora de felicidad en su empresa, un cargo para enseñarles a los muchachos, como llama con cariño a su personal, que las aspiraciones hay que aterrizarlas como si fueran proyectos académicos: con listas de pasos, análisis de posibilidades, objetivos y riesgos.
Entonces, cuando alguno cumple un sueño jamás pasa desapercibido, pues ella misma se encargó de poner una campana en esa bodega iluminada y alegre, que es la sede de Punto Cardinal, para que la toque y cuente cuándo lo cumplió. “Todos salimos de nuestros puestos y empezamos a aplaudir. Mucha gente me pregunta por qué esto es tan importante para mí, por qué es incluso más prioritario que pensar en utilidades, y siempre digo que es porque quiero que esos ‘pelados’ salgan adelante de la misma manera en que yo lo hice”, concluye María del Pilar, entre lágrimas de alegría.
Fecha de publicación: marzo 15 de 2019.
Puede que los contenidos más antiguos del Blog Seguros SURA no estén actualizados, así que por favor mira la fecha de publicación y déjanos tus dudas en un comentario. Te responderemos con mucho gusto. Gracias por tu comprensión.