Luz Marina Restrepo dirige el Grupo de Ingeniería de Tejidos de la Universidad de Antioquia, desde donde pone la ciencia al servicio de la sociedad.
Magia en un laboratorio. Eso es lo que hace la docente e investigadora del Grupo de Ingeniería de Tejidos de la Universidad de Antioquia, Luz Marina Restrepo, cuando desarrolla —junto con un equipo interdisciplinario de profesionales de la química, la biología, la cirugía vascular y la pediatría— productos basados en células y tejidos para aplicarlos a pacientes con riesgos de amputación.
Con palabras sencillas, como lo hacen los buenos profesores, ella explica que su grupo tiene un banco que capta, procesa, almacena y distribuye “un tejido muy especial: las arterias. Las recaudamos por medio de una donación voluntaria y altruista y las usamos para reconstruir sistemas que fallan en el cuerpo y generan problemas de circulación…”. Un proceso que aporta al mejoramiento de la calidad de vida de los pacientes.
Su aporte a la investigación científica ratifica la que es, a su juicio, la filosofía de su profesión como bióloga: el servicio; el poder usar las herramientas académicas que adquirió en el pregrado y posteriormente en el doctorado (en Bases Fundamentales de la Oncogénesis y Terapia Génica de la Universidad de París VII U.P.) para trascender en conceptos y explorar posibles soluciones a problemas reales. Luz Marina está convencida de que, sin importar el campo de conocimiento, ese debería ser el principal lineamiento de trabajo de cualquier profesional por encima de ambicionar dinero y reconocimiento.
Pequeños investigadores
Proponer soluciones para situaciones cotidianas es una habilidad de la que Luz habla con admiración y que no solo encuentra en los miembros de su grupo o en sus estudiantes, sino también en los pequeños científicos que cada año son parte del programa Feria de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, iniciativa de la Alcaldía de Medellín, EPM y el Parque Explora para promover la investigación en las aulas de clase.
Luz Marina es voluntaria en esta iniciativa que acompaña el desarrollo de proyectos científicos de estudiantes de primaria y bachillerato, quienes le han permitido concluir, con gran satisfacción, que no hay edad para inspirar a otros a invertir su tiempo y energía en lo que aman. Como ejemplo menciona a Valery, una pequeña de quinto de primaria a la que invitó a exponer su colección de insectos ante un grupo de estudiantes de noveno grado. Estos, al final de la intervención, se mostraron sorprendidos por la elocuencia y el nivel de conocimiento de la pequeña.
“Lo que más me impactó fue que empezó diciendo: ‘mi vida como científica empezó hace tres años…’. Yo casi me muero de la emoción por el hecho de que se sintiera científica y por afirmar que eso era a lo que quería dedicar su vida”, recuerda la docente, conocida por sus colegas y estudiantes como Mona debido al pelo rubio que la ha caracterizado siempre, aunque hoy admite, con gracia, que ya está invadida por las canas.
Dejando huella
De esas conexiones especiales que Luz crea con sus estudiantes es testigo Natalia Becerra, una ingeniera química de la Universidad Nacional que hace diez años se acercó a ella, después de un simposio, para preguntarle cómo podía participar en su grupo de investigación. Desde entonces la llama Profe y le agradece por haber creído en ella, pues su apoyo le ayudó a explorar las aplicaciones de su carrera en la medicina y la convirtió, a su vez, en una impulsadora de talentos científicos que pasan por la sede ambulatoria de la IPS universitaria de la U. de A., donde está el laboratorio que dirige la Mona.
«Ella habla con mucha pasión del laboratorio y eso es lo que aprendo todos los días”, cuenta Becerra mirando a su profe, quien a su vez dice: “Cuando vi a Natalia pensé que tenía ganas de aprender y con el tiempo demostró con creces que no eran solo ganas, sino también talento y disciplina. Hay que tener espíritu abierto para aprender del otro y yo siempre trato de tenerlo cuando alguien se me acerca a preguntarme cómo pertenecer al grupo de investigación. Por eso no les pido promedios ni les pregunto si han perdido materias o si han tenido matrículas sobresalientes”.
Esa apertura a los demás es lo que impulsa a Luz Marina a invitar a su laboratorio a quienes tienen el interés de conocer lo que allí se hace, algo que ve como la oportunidad de ganar adeptos a la ciencia aplicada a la medicina, la línea del conocimiento que la enamoró desde que era estudiante de Biología, que la convirtió en una mujer pionera en la investigación en Colombia, que le ha llenado la hoja de vida de reconocimientos y le ha permitido demostrar, como en un experimento, que servir a la sociedad es el fin supremo de la ciencia.
Fecha de publicación: marzo 16 de 2019.
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