La directora del Teatro La Candelaria y de la Corporación Colombiana de Teatro, Patricia Ariza, lleva más de 50 años en el mundo de las tablas.
Llamarla maestra no es fortuito: lo confirman cada metro de escenario recorrido, cada palabra escrita y pronunciada, cada iniciativa que abriga y cuestiona desde el arte. Patricia Ariza es figura fundacional del teatro colombiano y una de las voces femeninas más activas en la construcción de memoria junto con las mujeres víctimas del conflicto armado en el país.
«De mi madre heredé la fuerza para el trabajo y, de mi padre, la sensibilidad para el arte», contó alguna vez a la revista Semana esta santandereana que en 1965 tuvo su primer acercamiento a las tablas en la obra Galileo Galilei, un montaje que el maestro Santiago García llegó a dirigir a la Universidad Nacional, en Bogotá, y que la vincularía eternamente a la escena. “Quise ingresar y tuve la oportunidad de conversar con él y ahí quedé enganchada con el teatro, que es mi sistema de vida”, recuerda.
Con García integra la dupla de oro que dio vida al Teatro La Candelaria en 1966, colectivo que abrió importantes caminos para el arte dramático en Colombia y América Latina. Nacieron bajo el nombre de Casa de la Cultura y sus primeras producciones fueron piezas de Peter Weiss, Jack Gelber, Arnold Wesker, Fernando Arrabal, entre otros autores. En 1968 trasladaron sus actividades a una casa colonial en el barrio La Candelaria, en la capital, con una sala para más de 200 espectadores. Allí el grupo tomaría el nombre definitivo que lo ha identificado durante más de cinco décadas.
Los años de intensa creación artística, la realidad del país y su militancia política de antaño, le ayudaron a entender la responsabilidad de su oficio en la transformación social y formaron en ella, más temprano que tarde, la vocación de artista con propósito, criterio y determinación que todavía conserva. “El arte y la cultura son fundamentales porque van al terreno de los afectos, las asociaciones, las premoniciones, la memoria. Sobre todo ahora, que vivimos en un mundo tan pragmático, el arte juega el papel de mantener viva la sensibilidad de la sociedad”, afirma.
Además de La Candelaria, Patricia dirige actualmente la Corporación Colombiana de Teatro, responsable de la organización de los festivales Alternativo (Festa) y Mujeres en Escena por la Paz, este último a punto de cumplir 30 años. El compromiso con las víctimas del conflicto y la reivindicación de sus derechos la han hecho testigo de la capacidad femenina para transformar el dolor en fuerza y tomar la vocería de sus propias historias. La enorgullece “saber que estamos acompañadas, que somos muchas y somos capaces de salir a las calles de manera poética a denunciar, pero también a estar con el resto de la sociedad en las cosas importantes como la construcción de la paz”.
Su trabajo como actriz, directora y dramaturga la hizo merecedora en 2007 del Premio Príncipe Claus, otorgado por la Embajada de Holanda, gracias a “sus aportes a la cultura universal y su compromiso artístico con la búsqueda de la paz para la nación colombiana». Al año siguiente fue condecorada con la Orden del Congreso de la República para resaltar “toda una vida dedicada a la cultura».
Hoy agradece la posibilidad de tener un grupo para trabajar y la vigorosidad para continuar la labor colectiva que emprendieron 52 años atrás. Afortunada como es por haber encontrado pronto el escenario que albergaría sus días y los cómplices perfectos para andar por la vida, Patricia Ariza describe su felicidad en una palabra: crear. Ese verbo le dio y le seguirá dando todas las respuestas que necesita.
Fotos: cortesía.
Fecha de publicación: marzo 2 de 2019.
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