Entrevistarla es acercarse un poco a su vida, a sus libros, a sus conocidos, a sus lugares, a sus deseos y recuerdos pero, sobre todo, a sus desacuerdos.
Foto: Guillermo Torres.
“Uno en la infancia no entiende el concepto del tiempo. La infancia es un descubrir constante del presente en el que el sujeto construye su relación con el mundo… más que hablar de sueños, yo prefiero hablar de deseos”.
Preguntarle a Marianne Ponsford por los sueños es la primera de las conversaciones fallidas de una entrevista que no pintaba bien. Sin embargo, con el ir y venir de las frases, se convirtió en una clase sobre ellos, sobre los libros, sobre el oficio del periodismo y, cómo no, sobre ver la vida desde una mirada que tiene tanto de irreverente como de propositiva.
Hablar de sus sueños, entonces, no fue posible. Pero después de hurgar un poco, ella se topó con un recuerdo que la acompaña hasta hoy: “El deseo de leer y de que me compraran libros”. Ella tuvo la fortuna de contar con un padre muy lector y una madre que, aunque no era lectora, se dio cuenta de que a Marianne le gustaba leer y le compraba todos los libros que podía.
Foto: Parque Explora
Hoy, su amor por esas cajas de pandora que habitan entre dos tapas, definidas por una sucesión de hojas numeradas, es infinito. Marianne es, ante todo,una embajadora del libro, una hacedora de libros, una editora de libros. Después de unos minutos de conversación, dirigirse a ella implica pensar la palabra perfecta y el concepto puntual. Empezamos un nuevo capítulo por algo que le encanta nombrar y que considera importante: el asombro.
Cuando habla de este, no duda en hacer referencia a los libros. “Asombro ante el objeto, la perfección de su forma, la escritura; ante la invención del libro. Esto me llevó a pensar: ‘Quiero ser editora y aprender cómo se hacen los libros’”. Esa fascinación, mezclada con el asombro, la condujo a que sus primeros trabajos fueran en editoriales, donde se empapó de ese mundo.
Esta mujer, que estudió Ciencias de la Comunicación en la Pontificia Universidad Javeriana y luego una maestría en Estudios Hispánicos, que fundó y dirigió la revista Arcadia, que fue editora en Siruela, Planeta y Turner; que dirigió Cromos y participó en la creación de El Malpensante, que fue corresponsal de Cambio 16 y hoy es directora del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), considera fundamental en el inicio y desarrollo de su carrera su enamoramiento absoluto por el libro como fenómeno y magia.
La mujer como inspiración
Como en el asombro también habita la admiración, le preguntamos a Marianne por las mujeres que admira. Luego de dar tumbos entre mujeres de la literatura y el escenario mundial, hace una pausa, respira un momento y decide no hablar de una en particular, sino de un grupo. “En Colombia hay cientos de mujeres que asombran y conmueven. Este es un país de madres solteras, mujeres que se levantan a las tres de la mañana, que tienen hijos de tres padres distintos porque nadie les enseñó a planificar ni les explicó cómo se hacían los niños; mujeres que madrugan a llevar a sus hijos a la guardería para poder llegar en punto al trabajo a cuidar a los hijos de otros (…). Mujeres protagonistas del drama cotidiano del país.Esas son las mujeres que miramos y admiramos y que nos hacen pensar que hace falta una política pública de género enfocada en las madres cabeza de hogar”, dice Marianne en tono crítico.
Foto: tomada del Facebook de Marianne Ponsford.
Las mujeres deben afrontar una gran lucha para lograr sus sueños, a lo que ella expresa: “No conozco ninguna persona que no sea machista. Heredamos todos los prejuicios”. Y agrega: “No se ha roto el techo de cristal; falta mucho para que la sociedad vea a las mujeres como iguales”. Marianne cree que, en el mundo en que le ha tocado desenvolverse, el prestigio se le da a un señor alto, canoso y blanco, pero a la mujer, en cambio, le toca ganárselo: “En cada conversación eres juzgada de una manera en que los hombres jamás son juzgados”.
En el diálogo, Ponsford desautoriza ser vista como ejemplo de mujeres que han logrado sobreponerse al machismo. Ella se considera, con modestia, una más en un andamiaje difícil: “Yo no he hecho nada importante para ser inspiración”. No obstante, la realidad es que es un referente en el periodismo y el mundo del libro. De hecho, muchas mujeres (y hombres) ven en su trabajo y trayectoria la apertura de nuevos caminos hacia el futuro.
Radiografía básica de una mujer compleja
En la conversación no van una, dos ni tres contradicciones. A cada respuesta suele anteponerse una contraposición. Esta mujer, quien se define como una persona insoportablemente crítica y autocrítica, es inspiradora por el tira y afloje que propone, por su ímpetu aclaratorio.
Hija de un padre británico y una madre venezolana, Marianne vivió ocho años en Madrid y dos en Londres. Ha conocido, vivido y viajado por el mundo, tanto así que considera lo anterior como fundamental en la definición de su carácter. “Cuando uno pasa la infancia como la que pasé yo, de país en país, hay un principio de soledad con el que siempre me encuentro muy cómoda. En los colegios siempre se burlaban de mi acento y eso genera cierto desapego que permite ver las cosas de otra manera, que da libertad para mirar y hablar sin medir las consecuencias. Eso es bueno en periodismo. Sin embargo, sin saberlo, a mí algunas veces se me va la mano”, le dijo Marianne a María Jimena Duzán en una entrevista para la revista Semana.
Marianne Ponsford, una colombiana que ha hecho patria, historia y libros, que ha trabajado por la cultura y la lectura, sin duda y aunque diga que no, ha inspirado.