Esta holandesa visitó Colombia por primera vez en 2003 y seis años después regresó para quedarse. Desde Medellín ha publicado cinco álbumes.
“Una mezcla de elegancia europea y alegría tropical. Nacida en Holanda con un corazón colombiano”. Así se describe Maite Hontelé en el perfil de su sitio web y así también lo harían quienes la han conocido en persona o tenido el privilegio de verla en un escenario. Es que su esencia se manifiesta cada vez que habla sobre o a través de la trompeta, un instrumento que la eligió a ella como por arte de magia o, mejor, como por arte de la predestinación.
“Nací en Utrecht, en el centro de Holanda, pero luego me mudé a un pueblo más pequeño que tenía una banda en la que solo necesitaban trompetistas. Por eso no tuve oportunidad de elegir qué iba a tocar”, recuerda esta rubia que hace 39 años llegó al mundo con la misión de deleitarlo con su energía y talento musical.
Desde que empezó a tocar la trompeta a los nueve años, los sonidos le resultaron viejos conocidos porque su papá —un melómano con una completa colección de discos LP (long play)— se había encargado ya, sin saberlo, de acercarla a la salsa, ese género que la enamoró, la llevó a ser parte de su primera orquesta a los 14 años y le sirvió como puente para conocer músicos de Curazao y Aruba, con quienes tocó durante su juventud.
También la introdujo a artistas como Celia Cruz, Jesús Alemany y Julio Padrón, y la impulsó a tomar la decisión de estudiar Jazz y Música Latina en el Conservatorio de Rotterdam a pesar de que ese género no sonaba en la radio holandesa y había pocos músicos latinos radicados allí.
En 2003, como integrante de una big band —tipo de agrupación que se popularizó entre inicios y mediados del siglo pasado tocando jazz— que interpretaba repertorios de Lucho Bermúdez y Pacho Galán, Maite aterrizó por primera vez en Colombia y, en 2009, como una fiel enamorada de este país de músicas tropicales, regresó para quedarse con la idea de grabar un disco para el mercado local. Se enamoró de un músico paisa y se unió a la disquera Merlín Producciones, con la que ha producido y publicado los álbumes Llegó la mona, Mujer sonora, Déjame así y Te voy a querer.
Cinco discos
Esa casa disquera también coprodujo, con el sello Cuban Label Egrem, el disco Cuba linda, su más reciente lanzamiento y el quinto en su trayectoria como solista. Fue grabado en La Habana, Cuba, y contó con invitados como Gilberto Santa Rosa, la Orquesta Aragón, Vicente García y Goyo, de Choquibtown. “Precisamente en este momento estoy en Holanda haciendo un trabajo de promoción del disco, que ya está aquí en las tiendas. Me quedaré aquí una temporada porque estoy haciendo difusión para Europa y, a la par, trabajando como programadora de conciertos para un festival musical muy importante”, cuenta la trompetista.
Esas actividades de promoción son la razón por la que se está tomando unas vacaciones de los escenarios, pero sabe que tan pronto regrese a Colombia, donde su corazón late a ritmo de salsa, volverá a pararse frente a esos seguidores “inolvidables” que la acompañan desde 2009, que le regalan la adrenalina de tocar en vivo y la alegría de verlos irse a sus casas con una sonrisa en la cara, y que han grabado en su memoria, con aplausos y bailes, los momentos más importantes de su vida artística.
Maite no olvida, por ejemplo, Medejazz 2009, un escenario que le permitió presentarse por primera vez como solista para el público colombiano, y su gira con Óscar de León, una oportunidad que hizo que el famoso salsero venezolano la elogiara públicamente diciendo: “Es la mejor del mundo. La forma en que toca la trompeta es ¡extraordinaria, excepcional!”. Y es precisamente la mejor, a ojos del artista, por la pasión con la que interpreta ese instrumento que le demanda una práctica constante. “Si dejas de tocar dos semanas, ya no estás en forma para hacer un concierto”, afirma la artista.
Esa exigencia de la trompeta es lo que ha hecho que a veces pueda odiarla: una situación que, como reconoce, no le dura mucho porque le basta con tener una nueva idea o con escuchar algo que la inspire para volver a amarla. Esa dualidad que define la relación con el sonido que la eligió nunca se acabará, como tampoco la inquietud que tiene por seguir sorprendiendo al público en calidad de la mona holandesa que llegó para quedarse y, por supuesto, prender la fiesta.
Fotos: Santiago Escobar.