Fue el rostro de Noticias Caracol por casi diez años y ahora presenta las emisiones de fin de semana de Noticias Uno. Aquí su historia de vida.
Decir que Mabel Lara siempre quiso ser periodista, sería mentir. Fue la vida, con sus ires y venires, la que se encargó de dirigirla hasta el lugar que hoy ocupa: el de una de las presentadoras de noticias más queridas del país. Lo que sí tuvo claro desde el bachillerato fue que sus gustos por la literatura y la lengua española la llevarían a elegir una carrera en el campo de las humanidades, o que su hábito de interceder por otros en situaciones injustas —que le mereció el título de “defensora de los necesitados”— podría abrirle las puertas en una facultad de Derecho.
Mabel también tenía certeza de que le molestaban las inequidades y que, independiente del camino que eligiera, este sería un escenario en el que se movería para aportar soluciones. Por eso, cuando entró a estudiar Comunicación Social y Periodismo, —“la carrera del futuro”, en palabras de su mamá—Mabel se enfocó en el aprendizaje de la comunicación para el desarrollo, un campo de acción que permite apoyar procesos comunitarios para lograr transformaciones sociales y políticas.
Sin embargo, los vientos del azar soplaron fuerte hacia otra esquina: la de los micrófonos, la reportería y las transmisiones en vivo. “Cuando llegó el momento de la práctica, una compañera me dijo que entrara a Caracol Radio. Pese a que siempre vi muchas limitaciones para ser parte de los medios, decidí tomar esa oportunidad. A partir de ahí, haciendo una sección internacional de deportes, el periodismo empezó a enamorarme”, recuerda.
En su entrada al mundo laboral supo que muchos esperaban que fuera “la típica presentadora de los datos frívolos”, pero curiosamente lo que le dio luz propia fue llevar la contraria: ser una nerd que justificaba cada intervención con cifras, curiosidades, contexto histórico y visiones de expertos. Esa rigurosidad para documentarse fue un hábito que perpetuó en las experiencias laborales posteriores, como la presentación de las transmisiones especiales y los programas El espejo de los días y Nuestra herencia, en el canal Telepacífico. Por su trabajo en este último fue ganadora del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.
Después de hacer su tránsito por la televisión regional, su carisma la catapultó a los noticieros de Caracol Televisión, la empresa que fue su equivalente a “la casa de la mamá” por casi diez años, pues le dio el reconocimiento y la comodidad de dedicarse a lo que le gustaba. “Después de ser periodista regional, convertirme en presentadora de noticias en un canal nacional se convirtió en mi meta. Sentía que era un reto porque mujeres como yo, con mis características físicas, no estaban en los medios de comunicación. Durante mis años de trabajo en Caracol logré ‘tocar el techo’ y, aunque fue tan duro como dejar a un novio, luego decidí irme para asumir nuevos proyectos y seguir creciendo”, cuenta Mabel con gracia.
Reinvenciones de la presentadora
Cuando los ciclos se acaban llegan naturalmente las reinvenciones y para Mabel estas se dieron en diferentes ámbitos. Primero en su vida personal con el regreso a Cali, ciudad a la que llegó a los siete años proveniente de su natal Puerto Tejada (Cauca), para darle a su hijo Luciano la posibilidad de crecer cerca de su familia. Además, para darse a ella misma la libertad de descubrir la maternidad sin el ritmo estrepitoso del periodismo nacional. El segundo gran cambio se dio en su vida profesional, pues aceptó participar en el programa La luciérnaga, de Caracol Radio, y presentar la emisión del fin de semana de Noticias Uno.
Desde el set de este noticiero emprendió, sin buscarlo, una resignificación del concepto de belleza con la decisión de lucir su pelo crespo. “En varias reporterías había visto a varias mujeres afro que se esforzaban por romper el estereotipo de que para ser bellas había que tener el pelo liso hasta la cintura. Y un día me cansé de tantos alisados y le dije a la directora que quería salir con mi pelo natural”.
Agrega que nunca se imaginó que esa decisión fuera a desencadenar cientos de reacciones en mujeres que tenían la misma convicción que ella. “Con eso me di cuenta de que la industria de la moda debe mostrar posibilidades para todo tipo de mujeres; si esta no lo hace, tenemos que hacerlo desde los medios de comunicación. Ha sido un proceso muy bello porque hace diez años cambiarme de peinado era una decisión que tenía que pasar por aprobación, pues la gente podía rechazarlo, en cambio ahora las mujeres me dan las gracias”, revela.
Sentar este precedente le permitió a Mabel concluir que, aunque siempre se hubiera opuesto al uso de etiquetas, era inevitable ser la cara de algunas: mujer negra, mamá, esposa, periodista crítica. Por eso hoy puede decir que se siente más confiada en su criterio a pesar de las inseguridades que le genera estar en permanente exposición. Esto, como dice, lo combate con formación —es estudiante de una Maestría en Ciencia Política y Relaciones internacionales—, representatividad para otras mujeres y fortaleza mental.
Fecha de publicación: marzo 14 de 2019.
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