Los cambios de colegio pueden generar desestabilidad en el ánimo y la motivación de niños y adolescentes. Una experta explica cómo enfrentarlos.
Los cambios de colegio pueden tener distintas motivaciones, por ejemplo, un bajo rendimiento académico de la institución, una metodología pedagógica que no se ajusta a las necesidades de los menores, una alta cantidad de tareas y una ideología institucional que no es coherente con la que se enseña en casa.
Sin embargo, estas motivaciones deben ser objeto de reflexión por parte de los adultos a cargo y de los niños y adolescentes. Así lo asegura Elisa Peláez, neurosicóloga de la firma Growth, convencida de que este cambio puede tener muchas consecuencias sobre la estabilidad emocional y académica de los menores y, por lo tanto, solo debe hacerse si contribuye al mejoramiento de su calidad de vida.
“Si desde el comienzo los papás están desconectados de la filosofía y esencia del colegio porque no hicieron el ejercicio juicioso de ver dónde iban a estudiar sus hijos, o porque las condiciones cambiaron en el camino, hay que revisar cuáles serían las nuevas reglas, estilo, cantidades de estudio y pedagogía. Así, la decisión se toma de manera más consciente”, explica Peláez.
La experta también enfatiza en la responsabilidad que tienen los padres o cuidadores de investigar holísticamente a las instituciones educativas para definir si estas se adaptan a las necesidades de sus hijos y a las pautas de crianza del hogar. “Si en el colegio les dicen que lo más importante es ser el mejor, pero en la casa la prioridad es ser feliz, el niño tendrá una dicotomía muy grande. La idea es que la casa y el colegio coincidan”.
Otras razones que pueden incentivar un cambio de colegio son los retos para los que las instituciones, en muchos casos, no están preparadas, como la enseñanza a menores con déficit de atención, dislexia y capacidades diversas. Asimismo, dice Peláez, es frecuente que el matoneo escolar sea otra causa por la que se considere un traslado, “pero es muy importante pensar si esto va a mejorar las condiciones de vida del niño o si el problema simplemente se va a ir con él”.
Al respecto, añade que existe una creencia de que los menores que tienen bajas habilidades sociales y dificultades de convivencia van a sentirse mejor en otro lugar. La realidad es que “dentro de la misma cultura y sociedad, las condiciones en otro colegio no van a variar mucho”. En ese sentido, se recomienda:
- Promover espacios de socialización entre los menores y sus padres o cuidadores.
- Proporcionar herramientas sociales y emocionales, como el diálogo y la empatía, para que los niños y adolescentes se defiendan en su entorno.
- Reflexionar si como padres o cuidadores hay una exposición a escenarios sociales y de interacción para que los menores los perciban como ejemplo.
“Si como padres tenemos amigos, nos relacionamos bien, compartimos con los demás, arreglamos problemas de manera asertiva, iniciamos y mantenemos conversaciones con personas que recién conocemos y somos capaces de pedir favores y generar vínculos en una comunidad, podemos modelar esas habilidades en los niños o abrir espacios para que las desarrollen”, expresa Elisa Peláez.
Recomendaciones para ayudar a los hijos a enfrentar el cambio de colegio
- Propiciar una comunicación fluida con los profesores para darles seguridad a los niños y adolescentes teniendo en cuenta que ellos confían más en las personas que tienen validación de sus padres.
- Asistir a entregas de calificaciones y eventos organizados para padres de familia. De esa manera se pueden aprovechar los canales de comunicación con el colegio o abrir otros que faciliten la adaptación.
- Establecer vínculos con los padres o cuidadores de otros estudiantes para promover, de forma conjunta, actividades que integren y generen la buena convivencia entre los menores.
- Ser consciente de que el colegio es un aliado en la educación de los hijos, no la contraparte. Los valores y el aprendizaje deben estar alineados entre las familias e instituciones.
- Hablar abiertamente con los niños sobre el cambio, pero no dejar la decisión en sus manos.
- No imponer el traslado de institución educativa como un castigo por malos comportamientos.
- Mientras más temprano se haga la transición, mejor. En la adolescencia, estas decisiones pueden ser más traumáticas.
Según el portal español Faros, en un proceso de adaptación escolar es importante ayudar a los niños a ver el cambio como una oportunidad. Por ejemplo: mencionándoles que podrán tener nuevos amigos y hacer actividades extracurriculares distintas.
Fecha de publicación: noviembre 18 de 2019.
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