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Los desafíos de la salud mental tras dos años de confinamiento

11 febrero 2022 Sé saludable

Tras los efectos de la pandemia, los trastornos mentales se convirtieron en uno de los principales riesgos a nivel mundial según los organismos internacionales. Qué se espera para el año entrante y cómo afrontar una crisis.

Aislamiento, soledad, distanciamiento, incertidumbre… y la lista puede continuar. Los factores que inciden en el equilibrio de la salud mental se potenciaron en los últimos años con la llegada de la pandemia y continúan como secuelas en la era post pandémica.

Por eso, en los últimos años, la salud mental se convirtió en una temática más que relevante entre los expertos de la salud y las organizaciones internacionales que hablan sobre el tema y buscan concientizar sobre la misma. 

El Foro Económico Mundial de Davos ya la sitúa como el sexto riesgo global para el 2022 y como una de las temáticas que más se ha deteriorado desde la expansión del Covid-19. Según el informe “Los Riesgos Globales 2022”, elaborado por la organización, determina la creciente importancia de la salud mental y afirma que, por primera vez, ocupa un puesto entre los 10 principales riesgos.

De acuerdo a la encuesta realizada por Davos a casi 1.000 expertos, líderes mundiales y académicos, existe hoy a nivel mundial una “omnipresencia” de las dolencias o trastornos de salud mental que impacta “gravemente” en el bienestar, la cohesión social y la productividad.

Son muchos los factores que causan un desequilibrio en el bienestar mental. Entre ellos, el estudio remarca que el incremento de la soledad y aislamiento social (provocado por la pandemia) produce episodios de ansiedad y depresión. Paralelamente, se resaltan otros trastornos como el estrés o la demencia. Según el estudio, la pandemia produjo 53 millones de casos adicionales de depresión a nivel mundial.

Entre todas ellas, se destaca la presencia del personal de salud que padecieron (por las exigencias mismas del trabajo) trastornos mentales. Según un estudio liderado por la Universidades de Chile y Columbia University, con la colaboración de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los trabajadores de la salud de once países de América Latina presentan elevadas tasas de síntomas depresivos, pensamiento suicida y malestar psicológico.

Tomar conciencia para a actuar

Cuanto más conocimiento, más herramientas, y cuanto más se adquieran, mejor es el bienestar mental de las personas. El primer gran desafío que proponen los expertos es el acceso y la concientización de la problemática. 

“La implementación de campañas de sensibilización con el propósito de reducir el estigma social disminuiría la brecha existente entre las afecciones psicológicas y la atención oportuna de las mismas”, afirma en uno de sus artículos la Dra. Erika Benítez Camacho, miembro activo de la Asociación Psiquiátrica Mexicana y Academia Nacional Mexicana de Bioética. 

Otro de los grandes desafíos es la disminución del estigma relacionado con la mala salud mental. Por estigma se entiende a la desvalorización, desacreditación y desfavorecimiento del público en general hacia las personas con enfermedades mentales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que dicha problemática es el mayor obstáculo de las personas que buscan tratamiento. 

Para superar esta problemática, desde NAMI (Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales por sus siglas en inglés) recomiendan hablar abiertamente sobre la salud mental; educarse a sí mismo y a los demás sobre la salud mental; conocer el lenguaje que puede ser estigmatizante, como los términos “loco”, “demente” o “psicótico”; y mostrar compasión a las personas con afecciones de salud mental.

Sumado a esto, incluyen la acción de informar a los medios cuando están promoviendo un estigma negativo. En este sentido, Benítez Camacho afirma que la capacitación satisfactoria de los medios de comunicación en esta área “permitiría incrementar la comprensión social de las crisis de vida y los trastornos mentales”, y favorece al entendimiento de que, sin importar el padecimiento que se tenga, “siempre existen posibilidades de bienestar”. A su vez, agrega que la importancia del involucramiento de todos los miembros de la sociedad en la promoción de la salud mental es “cardinal”.

Satisfacer la carencia de recursos y de información, eliminará, según los expertos, la sensación de indefensión que en el último periodo se acrecentó ante la incertidumbre de nuevas “olas” y la llegada de nuevas cepas de COVID. Por otro lado, formará más a las personas para enfrentar a la decepción depresiva producto de la ilusión de volver a la “normalidad” que, en varias ocasiones, fue trunca.

Los adolescentes implicarán un cuidado especial durante el 2022. Promover y proteger su salud mental y reducir las autolesiones y otras conductas de riesgo es el objetivo de la Organización Mundial de la Salud, que lo incluyó entre los 13 desafíos de la salud mundial en esta década. Durante el 2020, la entidad emitió una guía denominada ‘Helping Adolescents Thrive’ que incluye directrices sobre intervenciones preventivas y de promoción de la salud mental para adolescentes. 

Cómo afrontar una crisis

Conocidos los desafíos, desde Asegúrate de Vivir hacemos eco de la campaña de la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales, a través de su guía ‘Cómo lidiar con una crisis mental’, de la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales.

En primer lugar, las crisis de salud mental pueden ser más difíciles de predecir porque a menudo no hay signos de alerta. “Estas pueden ocurrir incluso cuando se han seguido los planes de tratamiento y los profesionales de la salud mental participan activamente. Desafortunadamente, la imprevisibilidad es característica de las condiciones de salud mental”, resalta la guía.

Una persona que experimenta una crisis de salud mental -explica el informe de NAMI- no siempre puede comunicar sus pensamientos, sentimientos, necesidades o emociones con claridad. Por eso mismo, resaltan la importancia de “empatizar y conectarse con los sentimientos de la persona, mantener la calma y tratar de reducir la intensidad de la crisis”.

Como cierre, una por una, las técnicas que pueden ayudar a reducir la intensidad de una crisis:

  • Mantener un tono de voz tranquilo.
  • Evitar reaccionar de forma exagerada.
  • Escuchar a la persona.
  • No juzgar.
  • No discutir con la persona ni tratar de hacerla entrar en razón.
  • Expresar apoyo y preocupación.
  • Evitar el contacto visual continuo.
  • Preguntar cómo se puede ayudar.
  • Mantener niveles bajos de estimulación.
  • Moverse lentamente.
  • Ofrecerle opciones en lugar de intentar tomar el control.
  • Evitar tocar a la persona, a menos que se le pida permiso.
  • Ser paciente.
  • Anunciar con cuidado las acciones antes de realizarlas.
  • Darle su espacio.