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Hiperproductividad y gestión de las emociones

25 septiembre 2020 Sé saludable

Quizá hayas escuchado que “está bien no hacer nada”. Sin embargo, ¿estás tranquilo con esta afirmación? ¿Qué cantidad es “nada”? ¿Acaso nos estamos enfrentando a otro antagonista llamado hiperproductividad?

La necesidad de sentirnos útiles y productivos a veces nos juega en contra porque, además de absorber todas las horas destinadas al trabajo remoto, también consume aquellas que deberían ser sagradas para descansar y disfrutar del tiempo libre.

Y es que pareciera que existe una conciencia colectiva de hiperproductividad, que se basa en medir el desempeño según la cantidad de tareas logradas, y que pone en tela de juicio el tiempo dedicado al ocio o al descanso.

Es hora de buscar un equilibrio y crear hábitos sanos de home office en esta cuarentena:

  • Establece las tareas prioritarias al inicio del día: selecciona las tres más relevantes y concéntrate en ellas.
  • Bloquea distracciones -como redes sociales- por un tiempo determinado y procura, durante ese lapso, estar totalmente enfocado en una sola labor. Apenas termines, descansa un rato y retoma otra actividad.
  • Evita el perfeccionismo: no malgastes el tiempo en detalles que no agregan valor y que, por el contrario, te pueden quitar espacio para dedicarte a otras ocupaciones.

El tiempo vale oro, por eso, haz un pacto contigo mismo para que cuidarte sea lo más importante.

Cuando hablamos de protegerte no nos referimos únicamente al plano corporal o mental, sino también al emocional, porque todo el tiempo estamos sintiendo. Nuestras emociones son espontáneas, llegan sin avisar y con la intención de hacerse escuchar.

Desde la biología se explica que el desarrollo de nuestro cerebro se da por medio de afecto. Al nacer, el amor hace la diferencia en el proceso de crecimiento. Necesitamos amor para sobrevivir, pero cómo conseguirlo y hacerlo tangible en tiempo de crisis. Toma nota:

  • Cuida tus palabras, el lenguaje crea realidades. Así que piensa antes de hablarle a otros y, sobre todo, cuida la forma en la que te hablas a ti mismo.
  • Permítete vivir lo que estás sintiendo. Reconoce y acepta tus emociones. Déjalas pasar por tu cuerpo. No todo es perfecto y ahí está la clave del asunto, está bien sentir miedo, frustración o ganas intensas de llorar.
  • Acepta que hay una alteración en general de la vida y que esto impacta el estado emocional.
  • Recuerda que no tienes el control total de lo que sientes y piensas, pero sí de lo que haces, y eso que realizas puede transformar emociones y pensamientos.
  • Identifica tu red de apoyo (familiares, amigos, psicólogo, entre otros) y búscala cuando te sientas abrumado.

¡Ánimo! Bien dicen que después de la tormenta llega la calma. Así, cuando llegue, seguro te va a encontrar más consciente, humano y fortalecido.