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Los afectos digitales como respuesta a la hiperconectividad

21 mayo 2020 Habita

La hiperconectividad ha creado un mundo aparte con sus propias rutinas a la hora de demostrar afecto. Esta tendencia no solo ha influenciado drásticamente la manera en la que nos relacionamos con los demás e incluso con nosotros mismos, sino también la forma como nos sentimos con respecto a los otros y les expresamos nuestro sentir. Esto sí que se conecta con la frase que abre este artículo: si nos tocara elegir (y más en medio de los momentos actuales) entre recibir afecto de modo digital o no recibirlo, la mayoría escogeríamos la primera opción, así no sea nuestra favorita.
El afecto requiere ser demostrado y esta época nos viene enseñado que hacerlo es la mejor forma de relacionarse, más allá de haber pasado de una comunicación directa a una indirecta. En momentos de confinamiento, un mensaje, link o gif pueden tener un efecto tan poderoso como un abrazo, por lo que la tecnología debe ser aprovechada ahora más que nunca para que las distancias y los límites se hagan menos obvios.
Es casi imposible desligar las relaciones afectivas de los cambios que han traído consigo la revolución tecnológica y los múltiples canales disponibles para interactuar y manifestar sentimientos. De las cartas redactadas a mano y las canciones anónimas dedicadas por teléfono se pasó a los trinos en Twitter, las indirectas o memes en Facebook, las historias en Instagram y los emoticones y stickers de WhatsApp. Todo esto ayuda a cumplir con el objetivo y la necesidad de expresar emociones de diversos tipos y grados de intensidad.
Con el poco tiempo que había a la hora de relacionarse con los demás, estas opciones venían siendo un medio viable, en especial para los más jóvenes, que han construido su identidad a través de múltiples pantallas, plataformas y dispositivos. Así mismo, las tecnologías comunicativas ya estaban modificando las relaciones de pareja en temas como el cortejo, el ligue casual, la comunicación afectiva y la búsqueda de reconocimiento público.
Todo esto se ha conjugado de manera acelerada en medio de la cuarentana, trayendo cosas positivas y negativas a su vez, pero dejando una enseñanza clave: si sientes la necesidad de expresar o hacer algo que puede aliviar a otro, hazlo. Un ramo de flores entregado a domicilio nunca tendrá la misma fuerza que si se lleva en persona (o tal vez sí, teniendo en cuenta los nuevos tiempos), pero alegrará el día de quien lo envía, lo recibe, lo elabora y hasta del mensajero que lo entrega.

El afecto no tiene por qué entrar en cuarentena

Las redes sociales y diversas aplicaciones son la opción por excelencia para millones de usuarios que buscan comunicarse con sus seres queridos, conocer nuevas personas, entretenerse o enterarse de situaciones. Aquí, sentimientos como el afecto se demuestran de diferentes formas, siendo los emojis una de las más comunes, incluso en una red profesional tipo LinkedIn. Alexandru Voica, Gerente de comunicaciones técnicas de Facebook, afirmó vía Twitter: «Lanzamos la nueva reacción de ‘Me importa’ en Facebook y Messenger como una forma de permitir que la gente comparta su apoyo entre sí durante este tiempo sin precedentes».
Desde antes de la situación que estamos afrontando, cada vez era más notorio lo alejados que estábamos los unos de los otros. El relacionamiento se hacía normal y frecuente a través de las redes sociales, al tiempo que hablábamos menos el uno con el otro, incluso llegando a creer que todo lo que existe en el mundo digital es real. Según una investigación de la red social Badoo, el 39 % de los estadounidenses pasan más tiempo socializando en línea que de manera presencial. Ese indicador está un tanto por encima del registro de Reino Unido (36%) y Alemania (35%).
Mientras haya confinamiento, también existirán opciones para demostrar afecto. Una vez terminado, depende de cada uno buscar la forma de acercarse al otro y hacerle saber lo que se siente. Citando al ensayista argentino, Sergio Sinay: “No somos responsables de lo que sentimos, pero sí de aquello que hacemos con lo que sentimos”.
El tema con el afecto es que, además de sentirlo, hay que expresarlo. Y la época actual nos está dejando muy en claro eso porque en espacio como las redes se ven demasiadas publicaciones mostrando un antes y un después de la sociedad, acompañadas de palabras como “no sabíamos lo felices que éramos” o “cuando esto acabe, quisiera poder abrazar a toda mi familia y amigos”. Es crucial que nos tomemos el tiempo para cultivar las relaciones con algo más que una simple ‘actualización de estado’ en las redes sociales.

Nuestro presente puede ser la oportunidad perfecta para replantear muchos temas en cuanto al trato con los demás. Cada vez parece más claro que las relaciones humanas requieren la mediación de las herramientas tecnológicas y, en especial, de las redes sociales, para que funcionen. Eso no está mal, siempre y cuando no olvidemos decirles a las personas que tenemos al frente lo importantes que son.